La alianza impensada para cambiar el pasado

Capítulo LXI: La masacre del Valle de Godric

Eileen pasó días y días tras el rastro de Peter Pettigrew. Sin embargo, Colagusano parecía haber desaparecido de la faz de la Tierra en la misma noche de la reunión de los mortífagos en que Voldemort lo presentó como la persona que podría entregar a los Potter. No acudió a ninguna de las reuniones posteriores y entonces, Voldemort ordenó a los mortífagos ir tras él también si lo encontraban, dando por hecho que los había abandonado. Por primera vez, la Orden del Fénix y los mortífagos perseguían un mismo objetivo y sorprendentemente, los dos bandos fallaron estrepitosamente.

A pesar de la desaparición misteriosa de Peter, el optimismo de Voldemort iba en aumento. El Señor Tenebroso aseguraba constantemente a sus seguidores que no se preocuparan, que los Potter serían exterminados muy pronto aunque no consiguieran dar con Sirius Black. Ante la pregunta de Lucius Malfoy, Voldemort confirmó que su alegría provenía de que había hallado un modo de burlar el Encantamiento Fidelio aunque el guardián secreto no dijera ni una palabra.

En la seguridad de Prestbury, Eileen se enfrascó en la biblioteca a tratar de ver cómo podría Voldemort engañar el encantamiento. No hallaba la manera, pero aún así advirtió a los Potter y a Sirius para que anduvieran aún con más cuidado. Sin un segundo de tranquilidad, estaba convencida de estar junto a una bomba de tiempo que fuera a estallar en cualquier momento.

-Viene la comidita volando en una escoba... ¡Vamos, Lyra, come! -le decía Eileen a la pequeña, incentivándola a terminar su porción de la cena. En su sillita alta, la beba reía y jugaba, pero no acababa el plato de puré que ella le ofrecía. Consiguió que se llevara una cucharada a la boca y repitió el ritual. -Viene la comidita volando en una escoba...

El cielo estaba teñido de un color púrpura que indicaba que acababa de anochecer. Regulus y ella habían terminado la cena y la beba aún jugueteaba.

-Creo que ya no tiene más hambre. -Opinó Regulus refiriéndose a la nena.

-Sí, pero de todos modos... -Eileen se calló en seco, pero él no le preguntó qué ocurría. Ya estaba al tanto. 

También lo había sentido, el calor abrasador en el brazo izquierdo que significaba que Voldemort los estaba convocando a algún lugar. No podían saber a dónde, solamente aparecerse junto a él. Apresuradamente, Eileen le pidió a su madre que fuera a cuidar a Lyra ya que ella tenía que salir. Luego, tomó su capa, la máscara de mortífaga y desapareció de Prestbury para acudir al llamado de Voldemort.

"¡Mierda!" fue lo primero que pensó cuando vio en dónde estaban. Todos los mortífagos se encontraban en un círculo ocupando gran parte de la plaza principal del Valle de Godric. El frío de noviembre había provocado que gran parte de los habitantes se encerrara en sus casas. No se veían testigos. Voldemort sonreía exultante.

-Como les decía semanas atrás, he conseguido burlar el Encantamiento Fidelio. -Murmuró Voldemort recorriendo el círculo formado por sus mortífagos. -De acuerdo con la información que me brindó Colagusano antes de huir de nosotros, los Potter estaban viviendo en el Valle de Godric. Al esconderse, lo más probable es que lo hayan hecho en el mismo pueblo. Así que acabaremos con todo el poblado, hasta que no les quede otra opción que salir de su casa. Es una noche fría, ideal para encender un fuego. Así que nos dispersaremos en distintas direcciones, quemando todo a nuestro paso con fuego endemoniado: o mueren carbonizados o los mataré cuando intenten escapar de las llamas.

La risa de Voldemort llenó el silencio de la noche y Eileen se angustió al comprender que le sería muy difícil encontrar modo de alertar a los Potter de lo que estaba sucediendo. Se le estrujó el corazón al pensar que Amber estaba allí, a pocas cuadras de ella y bajo un terrible peligro. Una parte de ella quería salir corriendo a salvar a su hija. Pero ganó la razón, que le decía que si hacía eso, conseguiría solamente el efecto contrario.