–¡¿Qué le pasó?! –preguntó Rodolphus alarmado luego de enviar un mensaje urgente a su cuñada.
Tomó a su hermana en brazos y subió las escaleras rumbo a las habitaciones. Entró en uno de los cuartos de invitados y depositó a Eileen en la cama. Estaba muy pálida y no reaccionaba.
–No tengo la menor idea –contestó Bellatrix mientras lo acompañaba seguida de Regulus, que miraba a la joven con preocupación.
–Hola ¿Qué ocurrió? –Narcisa acababa de entrar al cuarto con el pequeño Draco en brazos. El niño ya tenía cuatro meses y parecía que crecía un poco cada día. La rubia le entregó el bebé a su hermana y se inclinó sobre la cama para revisar a la muchacha–. Tiene la presión por el piso... –murmuró más para sí que para los demás mientras chequeaba el estado de salud de Eileen–. También está bajo el azúcar. No veo rastro de ningún maleficio –añadió extrañada–. ¿Qué le han hecho?
Bellatrix, Rodolphus y Regulus se miraron entre sí desconcertados. Ninguno había visto que la chica recibiera algún maleficio. La habían visto peleando contra un auror, pero nadie vio que recibiera más que un empujón y que la hubieran amarrado. Narcisa agitó su varita un par de veces sobre la muchacha y luego suspiró.
–No se alarmen, se va a poner bien –les dijo a los demás para tranquilizarlos.
–Pero, ¿qué es lo que tiene? –inquirió Regulus observando a la chica que comenzaba a removerse en la cama.
Narcisa miró a su primo con una sonrisa.
–Está embarazada. Agitarse y el esfuerzo físico la han hecho colapsar, pero está todo perfectamente –le dijo con calma–. Felicitaciones –añadió abrazándolo.
Regulus dejó escapar una risa y correspondió a las felicidades que los otros tres le deseaban. Luego, se sentó en el borde de la cama y aguardó a que Eileen recuperara la conciencia mientras los demás salieron de la habitación.
Un minuto más tarde, un elfo doméstico apareció y le dejó algo de comida a la chica para cuando despertara. Pasaron algunos minutos y Eileen abrió los ojos. Observó a su alrededor con expresión confundida y luego fijó su vista en Regulus.
–¿Qué pasó? –preguntó con voz débil.
–Te desmayaste –explicó él con suavidad–. Tienes la presión muy baja y necesitas azúcar. Bebe esto –le indicó ayudándola a incorporarse y acercándole un vaso de jugo.
–Debe ser que respiré demasiado humo –murmuró ella mientras bebía un poco.
–Puede que eso haya influido, pero no es eso –le dijo él–. Recién te revisó Narcisa. Estás embarazada.
Apenas escuchó las últimas palabras, el espanto se dibujó en la cara de Eileen. La chica se llevó las manos a la boca, aterrada por lo que había evitado que sucediera a toda costa ¿En qué momento había fallado con el encantamiento anticonceptivo? ¿Qué error había cometido? ¿Acaso había sido tan estúpida de olvidarse de realizarlo alguna vez? Rememoró sus últimos encuentros con Sirius.
–¡Mierda! –exclamó casi en un susurro.
Regulus apuntó hacia la puerta con su varita y esta se cerró. Luego, realizó el encantamiento muffliato para que nadie los escuchara fuera de la habitación. Eileen lo miraba horrorizada y parecía a punto de llorar.
–Quiero ir a casa –dijo finalmente.
–Iremos en un rato. Estoy seguro de que tus hermanos y mis primas están esperando en la sala para felicitarte en cuanto estés mejor.
–¡No quiero que nadie me felicite! No pienso tener un bebé. No voy a tenerlo ni loca. Quiero ir a casa y preparar una poción abortiva cuanto antes –exclamó casi a los gritos y Regulus se alegró de haber colocado el encantamiento para que no saliera el sonido.
Por primera vez, veía a Eileen perder el control y entrar en desesperación. Estaba más que claro que iba a necesitar unos minutos antes de poder estar frente sus hermanos, Bellatrix y Narcisa. Lo bueno era que el desmayo les daba la excusa perfecta para que permaneciera un rato más en la habitación.
–Iremos a casa enseguida, Eileen. Pero no puedes bajar y decirles a todos que no tendrás el bebé... Te caerá encima la furia de todos los Black y créeme que te conviene fingir que has perdido el embarazo antes que hacerle frente a eso. Cálmate, simula que estás feliz con la noticia y vamos a casa.
–¡No puedo simular eso! No sabría cómo hacerlo... –exclamó espantada y mirándolo con terror.
–¿Estás hablando en serio? –preguntó él entre risas– ¡Eres la mejor mentirosa que conozco, Eileen! Sabes perfectamente cómo simular cualquier cosa.
Eileen bebió otro sorbo de jugo y luego asintió con la cabeza. Regulus tenía razón. Debía pensar en frío. Solo necesitaba unos minutos para calmarse y podría hacerlo perfectamente. Terminó el vaso, comió un poco y se tranquilizó lo suficiente como para poner en orden sus pensamientos. Entonces, se dispuso a bajar a la sala de Rodolphus y Bellatrix.
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La alianza impensada para cambiar el pasado
Fiksi PenggemarPetunia Dursley se entera de la muerte de su hermana y quiere revertir ese hecho. Para eso, acude a la última persona que hubiera pensado: Severus Snape. ¿En qué consistirá el plan de ellos dos para cambiar el pasado y evitar la muerte de Lily?