Capítulo XLI: El colapso

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–Hija, ¿estás bien? No has bajado a desayunar –la voz de Elle Lestrange irrumpió en la habitación de Eileen y recién en ese momento la muchacha fue consciente de que ya era casi el mediodía. Había despertado hacía algún rato y se había quedado llorando sin consuelo en su cama. La poción para dormir le había permitido descansar, pero parecía que su angustia se había acumulado toda aguardando para atacar cuando se despertara y estuviera lista para estallar apenas abrió un ojo. No se sentía con energías para levantarse ni para moverse de esa cama, pero debía hacerlo. Tampoco quería atraer la atención de su familia con la sospecha de que le ocurría algo. La noche anterior había estado a punto de arrojar la toalla, pero Dumbledore la había convencido de continuar con su labor de espía. Ahora, se comunicaría con la Orden a través de Lily, con quien podía cruzarse en sus clases. Pero, lo más importante, era simular en ese momento en su propia casa que no le pasaba absolutamente nada. Se aclaró la garganta para responderle a su madre.

–Sí, me he quedado dormida –murmuró y se levantó. Cuando vio la imagen que le devolvió el espejo, comprendió que necesitaría mucho trabajo para convencer a su familia de que todo estaba perfectamente normal. Su rostro estaba espantosamente pálido, gruesas y oscuras ojeras se dibujaban bajo sus párpados, los ojos estaban irritados de tanto llorar y su turbación era evidente hasta para alguien que la mirara sin prestarle atención. Se dio una ducha y luego, con un encantamiento, procuró que su cara tuviera el aspecto habitual. Al bajar a la sala se esforzó en sonreír y parecer de buen humor.

Su familia ya había desayunado hacía rato y le aseguró a su madre que no tenía hambre, esperaría al almuerzo para comer. Su padre y Rabastan estaban conversando de cosas triviales y haciendo bromas en el living y ella se unió a la conversación. Una hora más tarde, cuando la comida estuvo lista, Eileen seguía sin tener nada de hambre. Era como si la angustia se hubiera recluido en su estómago, impidiéndole tragar bocado. Aún así, se obligó a almorzar una cantidad normal para no llamar la atención de sus padres y hermano.

–Esta tarde iremos a Grimmauld Place, seguiremos con los planes para la boda –le anunció Elle y ella sonrió.

–Me parece una excelente idea, madre –respondió con tono alegre.

Grimmauld Place. No podía pensar en ese sitio sin que el rostro de Sirius acudiera a su mente. Aquella casa había sido su prisión tanto como la Mansión Lestrange lo era de ella. Recordó cuando se enteró que Sirius había escapado de su hogar. Nunca supo qué sucedió realmente esa noche ¿Habían estado a punto de batirse a duelo él y Walburga? ¿Su madre lo había atacado y él se había defendido? ¿O quiso lanzarle un maleficio como venganza por todo lo que se había visto obligado a vivir allí? Se le revolvió el estómago y se disculpó para levantarse de la mesa. Llegó al baño con tiempo justo para devolver el almuerzo. Después de vomitar todo lo que había comido, las arcadas seguían atacándola. Aguardó a que se pasaran, respiró hondo y se enjuagó la boca. Luego volvió a arreglar su aspecto.

Su madre subió a su dormitorio a prepararse y Eileen aguardó a que no hubiera nadie en la cocina para asaltar el armario en el que la mujer guardaba sus pociones. El llanto y el dolor estaba amenazando con ganarle la pulseada y necesitaba ayuda para simular que todo estaba bien. Tomó en sus manos un frasco entero de poción para calmar los nervios y otro para aplacar el malestar estomacal. Subió a su cuarto y las bebió a las dos juntas. Inmediatamente, comenzó a prepararse para ir a Grimmauld Place con su madre.

Beber las pociones había sido un acierto. Las náuseas habían desaparecido, al igual que el nudo que sentía en su garganta. De un momento a otro, Eileen estaba totalmente tranquila, podía pensar con calma cómo actuar y desenvolverse con su familia y los Black y no parecía estar a punto de romper a llorar en cualquier segundo. Se dirigió a Londres con Elle y se sentaron junto a Walburga y Regulus a ultimar los detalles de la boda. Estaba cansada y no tenía ánimos para discutir, pero tampoco le importaba. Al fin y al cabo, le daba absolutamente lo mismo cómo se realizara una boda que a ella no le interesaba en lo más mínimo.

La alianza impensada para cambiar el pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora