Eileen reconoció de inmediato la lechuza de su madre acercarse a ella en la mesa del desayuno. Le desató el pergamino y leyó unas pocas líneas garabateadas por Elle Lestrange. La mujer le decía que ella y Belmont irían a buscarla el viernes por la tarde a la estación King's Cross cuando regresara del curso escolar. Normalmente, era el único motivo por el cual ella se comunicaba con su hija cuando la muchacha estaba en el colegio.
–Aguarda un momento, la respuesta será rápida –le dijo la chica a la lechuza, que se posó sobre su hombro. Ella metió la mano en su mochila y sacó una pluma y un pedazo de pergamino.
Mamá:
No regresaré a casa este verano.
Cariños.
Eileen.
Dobló en dos el pergamino y volvió a atarlo a la pata del animal, que salió volando nuevamente.
***
La respuesta de su madre llegó dos días después. Todos los estudiantes de Gryffindor ya habían subido a sus dormitorios y en la Sala Común solo quedaban Eileen y Sirius. El muchacho estaba sentado en uno de los sillones, con la chica sobre su falda y los dos se abrazaban y besaban cuando una voz desde la chimenea los interrumpió.
–Black, por favor ve a tu dormitorio. Necesito hablar con mi hija –murmuró la cabeza de Elle Lestrange, que acababa de aparecer entre las brasas. Eileen se sobresaltó y miró asombrada hacia el fuego.
–Sea lo que sea que quieras decir, madre, puedes hablar delante de Sirius. De todos modos se lo contaré luego –dijo la muchacha con decisión.
Elle miró a los dos chicos, como si pensara qué decisión tomar. Finalmente, asintió con la cabeza.
–¿Qué quieres para venir a pasar el verano en casa? –le preguntó a la chica.
–No volveré a pisar esa casa nunca más, madre –respondió firmemente la muchacha.
–Eileen, es tu casa.
–Era mi casa.
–Hija, justamente lo que estoy haciendo es preguntarte qué deseas para poder volver a casa. He hablado con tus hermanos, te aseguro que están arrepentidos de todo lo que sucedió. No te volverán a tratar como el verano pasado, puedes estar tranquila en ese sentido. Estarás perfectamente bien en casa.
La voz de Elle Lestrange era suave y tranquilizadora. Pero la mujer conocía demasiado a su hija como para saber que estaba decidida y que nada de lo que dijera la haría cambiar de idea. Aún así, ella esperó hasta escucharlo en palabras de la propia chica para confirmar sus temores.
–No importa, mamá. No iré a la Mansión Lestrange.
–¿Y dónde irás? –inquirió con genuina curiosidad.
–Lo siento, no puedo decírtelo.
–¿Con Sirius? –intentó adivinar. Pero la chica negó con la cabeza–. Solo prométeme una cosa, que si me necesitas me contactarás –le pidió finalmente con voz derrotada.
–Sí, pero estaré bien. No te necesitaré –afirmó ella sonriendo. Elle se despidió de su hija y desapareció entre las llamas de la chimenea.
***
El día del fin de curso, Eileen bajó del Expreso de Hogwarts junto a sus amigas, James y Sirius. Los Potter conocían a la familia Bones así que James se había ofrecido para acompañar a Eileen y presentarle a Edgar Bones. Él y su familia eran miembros de la Orden del Fénix y se habían ofrecido para alojar a Eileen. Vivían en un lugar alejado, en donde nadie sospecharía que la muchacha estaría.
–Hola, Edgar –saludó James al acercarse a un joven de cabello castaño y ojos color miel–. ¿Cómo estás? Ella es Eileen.
–Hola... –saludó la chica tímidamente. Miraba con nerviosismo en todas direcciones, buscando que no hubiera ningún miembro de su familia en el andén.
–¿Cómo estás, James? Un gusto, Eileen.
Edgar Bones agitó su varita y el baúl de la chica desapareció. Luego, le ofreció la mano para ir a su casa con la aparición conjunta. Eileen se despidió de sus amigos y desaparecieron rumbo al hogar de los Bones.
Edgar era apenas tres años mayor que Eileen. Era un joven alto, corpulento y de cabello castaño claro al igual que sus ojos. Se había casado el año anterior y vivía junto a su esposa, Jenna y su hijo, un bebé de tres meses llamado Anthony.
Jenna recibió a Eileen como si fuera parte de su familia. La joven la abrazó y la saludó con un beso apenas llegaron, le mostró su dormitorio y le dijo que se sintiera como en su casa. Eileen estaba azorada, jamás había sentido un recibimiento tan cálido, ni siquiera por parte de sus propios padres.
La casa de los Bones era pequeña, pero muy funcional. Tenía tres dormitorios: el cuarto del bebé, la habitación matrimonial y la pieza de huéspedes que le habían ofrecido a Eileen. Todos los cuartos eran de un tercio del tamaño de los dormitorios a los que ella estaba acostumbrada, pero contaba con lo indispensable: la cama, un placard, una mesa de noche. La sala era pequeña y los estantes de la biblioteca ocupaban gran parte del ambiente. La cocina funcionaba también como comedor. Y sin embargo, la chica se sentía que tenía más espacio que antes. Era increíble estar en un lugar donde parecía ser bien recibida todo el tiempo, la trataban de una manera amorosa y la vida era armoniosa como nunca la hubiera imaginado.
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La alianza impensada para cambiar el pasado
FanfictionPetunia Dursley se entera de la muerte de su hermana y quiere revertir ese hecho. Para eso, acude a la última persona que hubiera pensado: Severus Snape. ¿En qué consistirá el plan de ellos dos para cambiar el pasado y evitar la muerte de Lily?