Capítulo LIV: Juego de gemelas

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-Te recetaré este medicamento para evitar que el corazón trabaje con esfuerzo. El embarazo gemelar es una exigencia extra para el cuerpo y, en tu caso, tenemos que controlar las funciones cardíacas. -Explicó el médico mientras Eileen lo escuchaba a medias, aún aturdida por la noticia de que tendría dos bebés. -Eso controlará también los mareos, las náuseas y demás malestares. Si no mejora en una semana, vuelve a sacar un turno. Si mejoras, ven el mes que viene para un nuevo control. Además, quiero que la semana que viene vengas a hacerte análisis de sangre.

-Muchas gracias, doctor. -Respondió Lily viendo que su amiga parecía incapaz de recuperar el habla por el momento. Salieron del hospital y comenzaron a caminar por una concurrida avenida muggle.

-No tomaré estas porquerías. -Murmuró finalmente Eileen, arrojando la receta de los medicamentos en su cartera.

-Claro que no, con una poción de estabilización cardíaca bastará. -Reconoció la pelirroja.

-Y no vendré en una semana a dejar que me pinchen y me roben la sangre. -Añadió.

-Lo imaginaba. Ahora, ¿qué quieres hacer? ¿Quieres venir un rato a casa o prefieres regresar a Prestbury?

-Iré a lo de Sirius. Gracias por todo, Lily.

Las dos amigas se abrazaron y tomaron direcciones diferentes. Mientras Lily se dirigió a un centro comercial en donde entró al baño y allí desapareció rumbo al Valle de Godric, Eileen tomó por un callejón con poca circulación para desaparecerse hacia Londres, a pocos metros del departamento en el que vivía Sirius. El efecto de la poción multijugos estaba desapareciendo y ella se dio prisa. Apenas llamó a la puerta, él abrió y le hizo un gesto para que pasara.

-¿Cómo te ha ido? -Le preguntó él mientras ella dejaba su abrigo en el sofá y se sentaba.

-No sé qué voy a hacer... -Confesó enterrando el rostro entre las palmas de sus manos. Él se sentó a su lado y la abrazó, de manera que Eileen recostó su cabeza en el pecho de Sirius.

-¿Qué sucede?

-Son dos.

-¿Qué?

-Son dos bebés, Sirius. Si estaba espantada de tener un bebé, no sé qué haré con dos.

-Dame uno a mí y listo. -Bromeó entre risas, pero el chiste le hizo ganarse un golpe en la cabeza por parte de Eileen. -Era broma, era broma... Iré a preparar un té. -Agregó en tono conciliador. -¿Necesitas que te una alguna parte del cuerpo? ¿Te han cortado en pedazos? -Inquirió fingiendo preocupación y observando atentamente a la muchacha.

-¡Idiota! ¡Un momento! Yo no te he dicho nada acerca de que me fueran a cortar en pedazos...

-Pero hace un tiempo he vuelto a comunicarme con mi hermano, ¿sabes? -Comentó Sirius. 

Sí, él y Regulus habían recompuesto su relación luego de la noche de la cueva.

-¡Eso es genial! Los hermanos Black se juntan a reírse de mí... -exclamó fingiendo molestia.

Ninguno habló demasiado mientras bebían el té. Eileen estaba enfrascada en sus pensamientos... y también en los de Sirius. Él estaba encantado con la idea de tener un hijo y que fueran dos no lo había aterraba tanto como a ella. En cambio, Eileen sentía que jamás nada le había dado tanto miedo. Y es que no conseguía encontrar un panorama esperanzador. Sus niñas crecerían como ella y Sirius, en un hogar donde le enseñarían a comportarse como se esperaba de magos de sangre pura y miembros de las familias Black y Lestrange. Pensarían que Regulus era su padre. Ni siquiera estarían a resguardo si su madre les confesaba sus verdaderos sentimientos y pensamientos. Tendría que actuar como una espía incluso frente a sus niñas. No había manera de que saliera bien aquel plan.

La alianza impensada para cambiar el pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora