Capítulo XXIII: Gryffindor versus Slytherin

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–¿Puedes subir y despertar a Eileen? Se debe haber quedado dormida... –le pidió James Potter a Grace Kelly, una de las cazadoras del equipo de Gryffindor. La chica asintió y se levantó de su asiento, pero antes de que pudiera dar un paso, Mary la detuvo.

–No está en el dormitorio, fue la primera en levantars –aseguró mirando al muchacho. 

Grace volvió a sentarse.

–¿Y dónde se ha metido? –inquirió extrañado.

–No tengo idea. Hoy no la he visto –respondió Mary.

–Tal vez vaya directo al campo de quidditch... –aventuró Grace. 

James asintió con la cabeza, pero seguía mirando en todas direcciones, como esperando que apareciera de repente.

–Yo iré a buscarla –propuso Sirius levantándose de su lugar y su amigo asintió con la cabeza.

James y el resto del equipo de Gryffindor se dirigieron hacia el estadio de quidditch mientras Sirius iba a buscar a Eileen. Apenas salió del Gran Salón, sacó del bolsillo de su túnica el Mapa del Merodeador. Comenzó a rastrillar con la mirada en busca de la muchacha. Le llevó varios minutos localizarla. Estaba muy quieta en el baño del séptimo piso. Subió a esperarla afuera, pero no se escuchaba nada en el interior. Miró el mapa nuevamente. No había nadie más allí dentro.

–¡Eileen! ¿Estás bien? –inquirió angustiado.

–¿Qué haces aquí? –preguntó ella saliendo de uno de los cubículos.

–¿Qué ocurre? ¿No piensas ir al partido? –le preguntó desconcertado.

–Sí... me había olvidado –murmuró la chica y él la miró con preocupación. Se la veía perfectamente, pero era absolutamente extraño que le diera tan poca importancia a un partido de quidditch.

–¿Segura que estás bien? –preguntó él confundido.

–Sí –afirmó la chica con voz firme–. Ahora tengo que irme –añadió mirando la hora. 

Fue hacia su dormitorio, se puso la túnica de quidditch a toda prisa y bajó hacia el campo de juego. 

–Lo siento, se me hizo tarde –Se disculpó con el equipo cuando llegó a los vestuarios. 

James la miró con curiosidad, pero no tenían tiempo de conversar. Había pedido a Madame Hooch que esperara unos minutos para comenzar el partido porque la buscadora había tenido un inconveniente. Salieron a la cancha y comenzó el partido.

Una vez en el aire, lo único que le interesaba a Eileen era el aquí y ahora. Se concentró en buscar la snitch por todo el terreno de juego. No le daría el gusto de ganar a Regulus Black. Gryffindor comenzó ganando, pero Slytherin consiguió igualarlo rápidamente. Ella se enfocó en encontrar la pelotita dorada. Tenía que estar en alguna parte y ella debía ser quien la atrapara.

Aquel partido estaba resultando sumamente igualado. Regulus y Eileen sobrevolaban el estadio de una punta a la otra, conscientes de que serían ellos quienes definieran el resultado. El chico fue el primero en localizar la snitch, pero ella se adelantó y lo superó en velocidad. Sin embargo, una bludger le impidió alcanzar la pelota.

Media hora más tarde, el juego iba 80 a 70 con ventaja para Gryffindor. Eileen distinguió la snitch. Estaba a pocos metros al ras del suelo y ella se encontraba a una gran altura. Tenía que hacer un fuerte descenso y luego enderezar la escoba para evitar estrellarse. Inclinó el palo bien hacia abajo. El viento comenzó a silbar en sus oídos. "Estás por estrellarte y aceleras a máxima velocidad" decía una voz en su cabeza, pero la ignoró y aumentó la velocidad de su escoba. Logró enderezarla tan cerca del suelo que sintió sus pies rozar la arena del campo mientras volaba en línea recta hacia la snitch. La atrapó sin dificultad y el estadio estalló en gritos de júbilo.

Eileen sostuvo la snitch y sonrió con un gesto triunfal mientras escuchaba a Regulus maldecir detrás de ella. Aterrizó mientras el estadio estallaba en vítores. El corazón le latía a mil por hora. Apenas puso un pie en el campo y descendió de la escoba, sintió un profundo mareo. Pestañeó y respiró hondo intentando calmar esa horrible sensación. No entendía por qué, la envolvía un frío atroz y sentía el estómago revuelto.

–¿Te encuentras bien, Eileen? –la snitch que sostenía en su mano derecha cayó al suelo, la voz de James le llegaba distorsionada y el resto del equipo, que se apiñaba a su alrededor, se había convertido en una serie de manchas escarlatas. Sentía que le faltaba el aire y le costaba respirar. Alguien la sujetó cuando perdió el equilibrio–. ¡Eileen! –murmuró el muchacho asustado al verla desplomarse. Alcanzó a sostenerla y recostarla lentamente sobre el suelo del campo de quidditch–. ¡Eileen! –volvió a llamarla, palmeándole un poco las mejillas buscando espabilarla. De repente, el rostro de la chica estaba completamente pálido y a pesar de sus intentos desesperados, no reaccionaba.

La alianza impensada para cambiar el pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora