El mal humor fue una constante en Eileen los días que siguieron. La chica estaba enfurecida consigo misma, indignada por haber caído en la provocación y el truco de Regulus Black y también enojada con Sirius Black, por haberle contado a su hermano lo que sucedió en la Sala Común. Pasó gran parte del fin de semana enojada, sin hablar con nadie y agradeció cuando el lunes a la mañana tuvo que asistir a clases y hacer algo productivo. Sin embargo, estaba tan enfurecida que ni siquiera lograba concentrarse.
–¡Ay, por favor, ya basta, Eileen! No es la muerte de nadie, has perdido un partido de quidditch, nada más –murmuró Lily el lunes a la hora del almuerzo, cansada del mal talante de su amiga.
–Que tu no entiendas un cuerno de quidditch no quiere decir que no importe –replicó la morena fríamente–. ¡Además era contra Slytherin! –se lamentó indignada.
–Y dejará de importar cuando ganemos la Copa –intervino James con optimismo. También había sufrido que su equipo perdiera el partido, pero no se daba por vencido tan fácilmente y mientras hubiera posibilidades de remontar el puntaje final, mantenía las esperanzas.
–Para eso Slytherin tendría que perder contra Hufflepuff o Ravenclaw. Si gana esos dos partidos, ya sale campeón –señaló Eileen con escepticismo.
–Confío en Andrew Slatter. Es bueno –apuntó el chico. Slatter era el buscador y capitán del Ravenclaw. Ciertamente, era un excelente jugador. Pero eso no quería decir que sí o sí fueran a ganar.
–Y si nosotros perdemos contra Ravenclaw... –observó Eileen mientras Lily ponía los ojos en blanco. Lo que menos quería era quedar en medio de una discusión sobre tácticas de quidditch.
–También confío en tu enojo. Creo que si Slatter se acerca demasiado a la snitch su vida estará en serio peligro.
Eileen bufó, pero decidió no seguir discutiendo. Se levantó de la mesa y se dirigió hacia el aula de Transformaciones. Fue la primera estudiante en llegar. A los pocos minutos, se le unieron sus compañeros.
A pesar de que no lo había demostrado, el comentario de James mejoró el optimismo de Eileen. Esa semana, les puso todo el empeño a los entrenamientos de quidditch. Tenía que asegurarle la victoria a Gryffindor en el próximo partido y no pensaba fallar. En una de las prácticas, atrapó la snitch con tanta rapidez que James estuvo encantado.
–Si haces en el próximo partido lo que has hecho hoy, nadie tiene oportunidades contra ti –le dijo entusiasmado.
Acababan de guardar todos los elementos y el resto del equipo ya estaba regresando a la Sala Común. Sin embargo, Eileen se detuvo un momento y esperó a que los otros cinco jugadores se alejaran unos metros. Luego, miró a James directamente a los ojos con el ceño fruncido.
–Por cierto... –murmuró ella seriamente– deberías decirle a tu amigo que mantenga su bocaza cerrada.
James la miró intrigado. Había entendido perfectamente que con "tu amigo", ella se refería a Sirius. Lo que no comprendía era en qué momento él se había ido de boca al decir algo sobre Eileen. No era esa una característica de Sirius ni tampoco se le venía a la mente el motivo de la molestia de la chica.
–¿A qué te refieres? –le preguntó confundido.
–Yo he sido una idiota, pero tu amigo le contó a su hermano lo del beso en la Sala Común. Regulus lo sabía el día del partido.
–No ha sido Sirius –aseguró James de inmediato.
–Está bien, tú si quieres defiende a tu amigo, yo solo te digo...
–Mira, Eileen –la molestia era evidente en el tono de voz del muchacho–. En primer lugar, si quieres decirle algo a cualquiera de mis amigos, ve y habla con ellos. La que está esquivando a Sirius eres tú, pero si vas y se lo dices, te escuchará. Pero, además, estoy absolutamente seguro de que Canuto no ha hablado con Regulus desde hace al menos un mes. Sé que no volvieron a hablar después del incidente en Hogsmeade. Así que estoy seguro de que no ha ido a contarle lo del beso. Por eso, insisto en que no ha sido él.
Eileen asintió con la cabeza. Creía en la convicción que tenía James. Pero no lograba comprender. Si no había sido Sirius, ¿quién podría haberle contado a Regulus Black que ella se había molestado por el beso? No tenía sentido. Se dirigieron hacia la Sala Común de Gryffindor sin decir una sola palabra. Antes de entrar por el retrato de la Dama Gorda, James murmuró:
–En serio, deberías hablar con Sirius.
Pero ella no le hizo caso. Subió a su dormitorio en donde encontró que había una lechuza con un pergamino atado. Estaba sellado. Al abrirlo, reconoció de inmediato la letra del mayor de sus hermanos. Frunció el ceño mientras leía.
Mi querida Eileen:
Espero que te encuentres bien, hermanita. En primer lugar, necesito disculparme por lo sucedido la otra semana. Hemos actuado realmente mal y me siento culpable por ello. Entiendo que te asustaras, te molestaras y te preocuparas. Lo lamento de veras, Eileen.
He sido injusto, no he confiado en ti, que ya eres una persona casi adulta para decirte lo que en realidad sucedía y te mentí para que regresaras al castillo. No quería que tuvieras temor ni preocupación. Evidentemente, actué mal, sobreprotegiéndote cuando no era necesario. Sé que eres una chica inteligente y capaz de entender lo que sucede en el mundo.
Por favor, volvamos atrás y hagamos de cuenta que nada de esto ha ocurrido. Nos veremos pronto, en tus vacaciones de Navidad.
Te quiere.
Tu hermano.
Rodolphus.
Eileen guardó el pergamino en un bolsillo de su túnica. Luego se acostó en su cama, pero no se durmió. Permaneció largo rato pensando en cada una de las palabras de su hermano. Conocía lo suficiente a Rodolphus como para saber que las disculpas eran sinceras. No se hubiera molestado en escribir para decirle algo solo por compromiso, por quedar bien o por amabilidad. Si escribía para disculparse, estaba arrepentido de su actitud. El problema era que no parecía comprender qué era lo que verdaderamente había molestado a la chica. Y Sirius tenía razón en un punto: explicárselo no tenía sentido.
Pero Rodolphus era su hermano y aunque se sentía culpable de admitirlo, lo quería. La pregunta era, ¿cuál era el límite para el amor de hermanos? O, más concretamente, ¿cuál era su propio límite?
ESTÁS LEYENDO
La alianza impensada para cambiar el pasado
Fiksi PenggemarPetunia Dursley se entera de la muerte de su hermana y quiere revertir ese hecho. Para eso, acude a la última persona que hubiera pensado: Severus Snape. ¿En qué consistirá el plan de ellos dos para cambiar el pasado y evitar la muerte de Lily?