A las siete de la tarde del día siguiente, Adora y yo estábamos bajando las escaleras de la agencia para llegar a la recepción. Habíamos pasado el día entero encerradas en el estudio ideando melodías que fueran útiles para el siguiente álbum de los chicos. Aunque la gira estaba recién terminando, los cimientos del nuevo proyecto llevaban construyéndose desde hace bastante tiempo. Tanto así, que ni Namjoon ni Yoongi habían dejado de enviarnos ideas, material y pistas durante su estadía en el extranjero. Ni siquiera todo el cansancio y exhaustividad que significaban los conciertos y las promociones les hacía dejar de lado su arte.
— ¿Otro día productivo, chicas? — La señora Lee nos sonrió desde su escritorio. Los cabellos blancos de su frondosa melena cada vez eran más difíciles de esconder. — No las vi bajar a comer por la tarde.
— Le robamos bibimbap a Donghyeok — maliciosa, Adora lució orgullosa de nuestra fechoría. — Si le pregunta, dígale que su pedido nunca llegó.
La señora Lee nos miró risueña e hizo como si usara una llave invisible para cerrar su boca.
— Mis labios están sellados.
Adora chasqueó la lengua.
— Es usted la mejor cómplice del mundo — mi amiga levantó una mano en señal de respeto, sin dejar de caminar a mi lado en dirección a las puertas de cristal que daban a la calle. — ¡Para la próxima, seremos más ambiciosas!
— Tal vez podamos interceptar los dumplings que el señor Bang pide los viernes — sugerí, con mis manos en las riendas de mi mochila.
La risa de la mujer resonó contra las frías paredes. A veces me daba la impresión de que nos veía como un simple par de chiquillas que solo venían aquí a pasar el rato. La pinta que teníamos no nos ayudaba a causar una impresión más profesional, tampoco. La mayoría de los días ambas veníamos a trabajar usando ropa holgada, casi deportiva. A mí (con mi nuevo peinado hasta un poco debajo de los hombros) me hacía lucir un tanto más joven de lo que soy.
Adora y yo subimos a mi pequeño volvo. La chica, totalmente en confianza, lanzó su bolso a la parte trasera y tomó mi celular del portavasos para encender el bluetooth y abrir la aplicación en donde descansaba mi amplio repertorio de música. Mientras me detenía en el primer semáforo rojo con el que nos topamos, la chica dejó que Speed of Sound de Coldplay sonará a través de las bocinas.
No solía escuchar mucha música en inglés, pero el grupo británico siempre había estado entre mis bandas favoritas. Namjoon, Hoseok y yo (la línea del 94') incluso habíamos asistido a su concierto cuando vinieron a Seúl, hace casi un año. Nos habíamos puesto sudaderas holgadas, sombreros, lentes de sol y cubrebocas de colores oscuros para poder pasar desapercibidos. Yo no tenía un rostro de fácil reconocimiento, pues no se podía decir que fuera famosa como ellos, pero las fans más dedicadas sí que eran capaces de reconocerme.
Mis seguidores en Instagram no se debían solamente a las bonitas fotos que compartía de mi día a día, sino también a mi trabajo de producción detrás de Bangtan Sonyeondan.
— ¿Has hablado con Yara? — me pregunto la chica que venía haciendo de mi copiloto. Mi celular seguía entre sus dedos.
— Todos los días me envía fotos de sus comidas. Desayuno, merienda, cena...
— Ya-ah, a mi igual — Adora río, — ¡como quisiera también poder irme de gira! Que mierda que tengamos dos pies izquierdos.
— Eh — me queje, — que yo no bailo tan mal.
— Claro, si con eso te refieres a que ya no te caes de boca cuando quieres dar un giro.
Mis dedos índices le dieron algunos golpecitos al volante al compás de la canción.
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so far away ☆ myg ✔️
FanfictionLo que más ama Song Meiji es hacer música, así que cuando decide perseguir sus sueños, no le queda otra opción más que ignorar todos los desaires y desánimos que la gente a su alrededor, incluida su familia, le hace cada vez que sus planes a futuro...