24. algo que decir ☆

128 20 3
                                    

Pasé el resto del día metida en el estudio y para cuando termine con mis pendientes pensé que sería bueno trabajar en mi música. Busqué unas partituras en mi mochila pero no las encontré por ningún lado. Según yo, me las había metido en la mochila la semana pasada, pero ahora no había rastro de ellas. Luego de buscar un rato por el estudio entero decidí abandonarlo por la paz y mejor tome mis cosas para irme a los dormitorios.

Todos se habían ido hace rato, por lo que me sorprendí al ver a un chico sentado en la banca de la acera, junto a la puerta principal del edificio. Sintiendo la punta de mi nariz fría y helada, metí las manos en los bolsillos de mi abrigo y me paré frente a él. Estaba viendo algo en su celular, con el mentón acurrucado en el cuello de su sudadera negra, pero levantó la vista cuando noto mi presencia.

— Iba a invitarte por ese puto trago, pero te has tardado demasiado en salir — me reclamo. — Así que ahora no esperes nada.

— Si me lo pedías con ese tono te mandaba a volar muy lejos.

Se levantó, por lo que ahora, en lugar de verlo hacia abajo, tuve que levantar mi cabeza ligeramente para continuar viéndolo a los ojos.

— Toma — me tendió una bolsa de plástico que llevaba colgando de su muñeca.

Hice caso, confundida.

— ¿Café frío? — pregunté en voz alta al ver las dos botellas de vidrio. — Sabes que con este clima se nos pueden hasta congelar las orejas, ¿no?

— Que si no quieres el tuyo, me lo bebo con gusto.

— Lo acepto — dije, estirando mi mano.

Luego empezamos a caminar por la acera. Era una noche fresca, helada, pero bonita. Había varias nubes tapando las estrellas pero la luna seguía siendo visible. Sonreí para mí misma luego de darle el primer trago a la bebida.

— ¿Te gusta?

— Esta bueno — asentí. — Pero, ¿por qué me has esperado?

— Te dije que planeaba invitarte un trago.

— ¿Y por qué no fuiste a decírmelo al estudio? Habría dejado lo que hacía antes para acompañarte.

— Yo... No lo sé.

— Te comportas extraño — le dije. — ¿Tienes algún bicho o algo?

Estiré mi mano para tocarle la frente en modo juguetón, pero él me hizo a un lado, siseando.

— Aleja.

— Que humor — reí. — ¿El frío te pone de malas?

— Loca.

— Venga, podemos caminar juntos — lo tome del brazo, acercándome mucho.

Pensé que me haría a un lado, pero me sorprendió el hecho de que no hizo ningún intento por alejarme. Suprimiendo una boba sonrisa, me quedé así, sin mostrar arrepentimiento por mi movimiento, aún cuando por dentro me preguntaba por qué rayos lo había hecho. Pero era agradable. Su cercanía era reconfortante.

Le di otro trago a mi café notando de reojo que el suyo no había sido ni abierto.

Caminamos lento. Extremadamente. Y no sabía quién de los dos estaba dirigiendo el ritmo. Tal vez éramos ambos, o tal vez la que alentaba todo era yo, por miedo a que este pedazo de noche llegara a su fin.

El silencio que manteníamos tampoco era incómodo. Se sentía bien. Estar así, nada más, disfrutando de la pequeña caminata nocturna hacia los dormitorios, era lindo. Pero cuando llegamos a la entrada, nos soltamos de manera instantánea, como si temiéramos que alguien nos atrapara tocándonos.

so far away ☆ myg ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora