02. soju ☆

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Cuando el evento terminó fui a buscar a Gyeong, el organizador de estos eventos, y tuvimos una acalorada pelea. Como él era un machista de mierda, no tenía una sola manera de hablarme que no fuera fastidiosamente condescendiente, y yo no me aguantaba para nada sus desprecios. Es decir, no le tenía que gustar lo que yo hacia, pero no había necesidad de ser un puto cabrón al respecto.

Después de recibir mi paga del día en un sobre amarillo, la cual era menos de lo que habíamos acordado (como siempre desde que empezaba a presentarme sola), me fui de ahí junto a Sun, quien me había estado esperando en la acera. La cantidad no era la prometida, pero tampoco podía darme el lujo de rechazarlo y hacer una rabieta porque lo necesitaba.

— ¡Visualicemos el futuro! — exclamó Sungi de camino a su edificio al notar mi pedante estado de ánimo gracias a Gyeong.

Yo solté un gruñido.

Íbamos a mitad de la solitaria calle, con los salpicones de estrellas iluminando nuestro camino desde el cielo.

— Es lo último en lo que quiero pensar, Sun — me queje. — Preferiría morderme la lengua hasta sangrar.

— Mei — alargó la única sílaba de mi apodo, — para llegar a tu destino, antes tienes que poder hacerte camino. Este — se detuvo un momento, para dar un fuerte salto que hiciera sonar su calzado sobre el asfalto — es el nuestro.

— Me gustaría un camino en el que no necesite contar las monedas para pagar la renta, ¿no se puede? — suspire. — Al menos tú tienes un hogar fijo. Yo tengo que ocupar sofás ajenos y andar con el perfil bajo para que no se harten y me echen.

— ¿Bada sigue haciéndote comentarios pasivo agresivos?

— Ahora son activos — aclare. — Hace unos días me gritó por mi teclado. Dijo que ocupaba demasiado espacio, así que le pedí a Lian que lo guardara en su casa.

— Lo que Bada necesita es un novio — dijo, a lo que yo reí. — ¿Qué? ¿Es imposible que consiga uno?

— Ya lo tiene.

— Cierto — lo pensó un poco, — entonces todo salió bien con ese... ¿Qué era? ¿Estudiante de contaduría?

Asentí.

— Se volvieron inseparables.

Sungi soltó una risa ante mi pobre situación.

— Al menos tienes a Gina, ¿no? Ella te adora, después de todo. Jamás te echaría.

— Claro que no — negué. — Ella es demasiado buena como para mandarme a mi suerte a la calle, pero mi estancia con ellas se prolongó demasiado. Tengo que salir pronto de ahí.

— Me gustaría poder ofrecerte mi sofá — sonó genuinamente triste, — pero ya hay demasiada multitud en mi dormitorio. Sería una pasada, ¿no crees? Vivir juntas. Cuando ambas seamos ricas y famosas, promete que compraremos un piso entero solo para las dos.

Sonreí.

— Suena lindo.

— Y mientras yo voy de gira por el continente entero junto a mi hermoso, súper coordinado y talentoso futuro grupo de chicas, tú estarás en uno de esos estudios que tanto te gustan y vas a producir música para los artistas de clase más alta de todo Corea- no, ¡del mundo!

— Ambicioso. Me agrada — reí.

— Yo estaré entre esa lista de artistas, y tendré trato preferencial, claro está.

— Es lo menos que puedes pedir, supongo.

Seguimos riéndonos e inventando escenarios codiciosos mientras caminábamos, hasta que llegamos al edificio de dormitorios de aquellos que estaban bajo entrenamiento. Sungi llevaba siendo trainee en una agencia de entretenimiento desde que teníamos 16 años, y cuando nos graduamos de la preparatoria, ella vino a vivir aquí. Sus padres no apoyaban para nada su decisión de no ir a la universidad, pues para ellos todo el asunto de bailar y cantar era solamente un pasatiempo, así que salió de casa y se dedicó a esto. La agencia le daba un lugar para vivir (junto a otras chicas), pero no daban dinero además de eso. Por las mañanas trabaja en un supermercado debido a ello, en espera de poder al fin recibir la noticia de que debutaría.

so far away ☆ myg ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora