33. aniversario ☆

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Me había acostumbrado tanto a despertar sola por las mañanas, que cuando abrí los ojos y me encontré con Yoongi a mi lado, casi me pareció un sueño. Aún demasiado adormilada como para pronunciar una palabra, me acerqué a él y le besé la mejilla, pero el chico siguió durmiendo sin siquiera inmutarse. Pensé que debía estar realmente exhausto así que, con cuidado de no perturbar su sueño, me las ingenié para salir de la cama sin hacer mucho movimiento.

Todavía desnuda por la noche anterior y de puntillas sobre el frío suelo de madera, llegué hasta el baño del pasillo sintiendo mi cuerpo entero irradiar felicidad. Una vez dentro, me puse mi camisón de seda blanco con tirantes y luego me apoyé en el lavabo, a inspeccionarme frente al espejo. Llevaba el cabello un tanto alborotado y sentí que mi piel se veía luminosa y brillante. ¿Sería producto del mero sexo, o es que tener a Yoongi conmigo de nuevo me traía un tipo especial de felicidad?

Sonreí ligeramente al recordar cada momento y caricia de la noche anterior. Me acaricié los brazos, deseando reproducir el toque de Yoongi en mi piel. Y luego sonreí con más ganas, dándome cuenta de que hoy era el día. Hace dos años Yoongi y yo habíamos iniciado una relación, de pie sobre aquella azotea que nos sirvió de cómplice para tantos encuentros a escondidas, en medio de los paralizantes fríos de invierno. Y, a diferencia de nuestro primer aniversario, este lo íbamos a poder pasar en compañía del otro.

Al volver a la habitación, me di cuenta de que Yoongi seguía durmiendo exactamente en la misma posición en la que lo había dejado. Saqué unas bragas nuevas de uno de mis cajones y me las puse, para después volver a acurrucarme junto a él en la cama. Me metí debajo de la colcha y me acerqué a su cuerpo para empezar a darle repetidos besos en sus pálidos hombros. Su cabello menta estaba despeinado y se esparcía hermosamente sobre la almohada.

Sentí como una de sus manos empezaba a buscarme debajo de la manta, hasta que logró tomar mi cintura y colocarse de costado para así poder abrazarme mejor. Sus ojos seguían cerrados, pero supe que estaba despierto por la diminuta sonrisa que se empezaba a dibujar en sus labios.

— Buenos días, guapo — saludé, con voz quedita para no atosigarlo. — ¿Dormiste bien?

Se limitó a asentir, metiendo su rostro en el hueco de mi cuello, donde me regaló un par de besos bastante flojos que me ocasionaron cosquillas.

— ¿Qué hora es? — pronunció con voz ronca, al cabo de un rato en el que me quedé en silencio para dejarlo descansar otro tanto en caso de que se hubiera vuelto a dormir.

— Apenas son las ocho y cuarto — acaricie su oído y cabello. — No tenemos que levantarnos todavía.

El chico suspiró, todavía adormilado. Aún así, esta vez abrió los ojos y me miró.

— Hola — me sonrió, apretándose más contra mí.

— Hola — correspondí, sintiendo como se estiraba para empezar a despabilarse. Le pasé los dedos por el cabello. — ¿Soñaste algo lindo?

— Cualquier cosa se quedaría corta al lado de despertar junto a ti.

Percibí un revoloteo de amor y calidez en el centro de mi estómago al escucharlo decir aquello. ¿Era posible sonrojarse tan temprano en la mañana?

— Soy mejor que cualquier suite de hotel de cinco estrellas, ¿a que si?

— No hay comparación — me tomó del mentón e hizo que me acercara a él, para luego empezar a besarme lenta y profundamente. Sus manos se deslizaron en la curva de mi cintura, haciendo que una oleada de calor me recorriera el cuerpo.

Oh, parece que este día será maravilloso...

— Hace buen tiempo afuera — mencioné, viendo el pedazo de cielo que me era posible admirar por la ventana que había por mi armario. — El hombre del clima dijo que sería un día cálido y que no habría lluvias por la noche. Quedó perfecto, ¿no crees?

so far away ☆ myg ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora