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María pasaba los ojos de uno a otro hermano, sin cambiar su expresión de asombro y confusión. Estos conversaban, el mayor, que sería el que primero se estrelló y el más frío de personalidad hablaba en el idioma extraño que no comprendía ella. El pequeño, era el nuevo, empezó hablando en español pero sus hermanos le obligaron a hablar en aquella extraña lengua. 

La conversación pasó a ser una discusión y Franco empezó a gritar de frustración. María no entendía nada pero veía que algo malo había pasado. Tal y como le explicó Franco en su momento era imposible que hubiesen dos destierros tan seguidos y ahora tres. 

Franco le habló de que había sido injustamente desterrado, por una traición, y que lograría volver para arreglar las cosas. Sin embargo, su expresión preocupante y confusa daba a entender que se habían complicado las cosas. 

La discusión fue a más, cada vez Franco gritaba más, estaba realmente enfadado. El pequeño no gritaba pero respondía con seguridad y molestia. En cuanto al hermano mayor hablaba menos pero siempre que lo hacía el enfado de Franco parecía que aumentaba. 

- Franco... Franco... - empezó a llamarle la chica humana. 

El joven ni la escuchaba, seguía inmerso en la discusión tan acalorada que parecía que en cualquier momento pudieran acabar a golpes. 

María tenía que hacer algo. 

- ¡FRANCO! - le gritó desesperada. 

Todos los hermanos callaron de inmediato y posaron sus ojos en ella. 

Un silencio incómodo inundó el espacio que había entre ellos. 

María se arrepintió de gritar y captar la atención de los tres. No sabía qué hacer. 

- eh... 

- ¿Franco? - dijo sonriente el pequeño. - terparcio galyu moi Franco - dijo entre risas mirando a sus hermanos. Luego se volvió a la paralizada María se percató de su confusión y miedo. - oh, perdón, perdón, vaya modales... - se acercó a ella. María dio dos paso hacia atrás. 

- trenculio azmor rea - dijo el hermano mayor serio. 

- no, se acabó - el pequeño se giró a su hermano. - habla en su idioma, no nos cuesta nada y se sentirá más cómoda. - se volvió a María. - no conozco muy bien las costumbres humanas, pero comprendo que ahora te sientas confusa. Mi nombre es Uriel, encantado. - le tendió la mano. 

María tardó en reaccionar, dudaba de darle la mano a un ser desconocido que había salido de entre las llamas. 

- M-maría... - estrechó su mano en la de él. El tacto fue extraño, era como si no tocara nada. Rápidamente alejó su mano y le volvió a mirar, tenía una sonrisa pegada a la cara. 

- te acostumbrarás. Soy hermano de Netsaj, a quien creo que has llamado... ¿Franco? 

- basta - se acercó el susodicho. - deja de hablarla. 

- Franco... - dijo María.

- ¿ves? te llama Franco, se puede saber por qu... 

- no te importa, ahora iros. - dijo Franco amenazante. 

- ¿cómo? - dijo incrédulo el hermano pequeño. - nos destierra a los tres, gracias a un milagro nos encontramos y ¿ahora tú nos echas?. 

- sí, marcharos. Quiero pensar. 

- vale, y a dónde iremos. 

- no me importa. 

- kecazmeo... - empezó a decir el mayor. 

Seres caídos del cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora