La empresa de mudanzas ya estaba manos a la obra, los trabajadores iban y venían empacando y llevándose cosas.
Leo apenas les hacía caso ya que tenía cosas mejores que hacer. Tuvo que entrar un momento al cuarto y al salir por la puerta de la terraza se encontró a Nono mirando apenado su casa desde fuera.
Dudó pero se acercó al anciano.
- ¿va todo bien Nono?
-oh, hola Leo... sí, sí, va todo bien, solo estaba recordando viejos momentos en esta vieja casa - rió dulcemente.
Leo apretó los labios.
- he vivido en una misma casa toda mi vida. Cuando apenas empecé a trabajar en la tienda, mis padres me vendieron su casa y por tanto no tuve que irme a otra. Me casé y a mi querida Macarena le encantaba la casa, por lo que no hizo falta buscar otra. Tuve tan solo un hijo, el padre de María, así que no hizo falta otra casa más grande. Viví en esa casa muchos años de mi vida... - hizo una pausa. Sonrió lentamente y alzó la mirada. - luego llegó mi pequeña María... y a sus cortos 7 añitos se quedó sola junto a muchos recuerdos tristes que ningún niño merece recordar. Por supuesto, yo me hice cargo de ella, y recuerdo que al principio me decía que no quería volver a su casa porque los recuerdos la ponían triste. Sin embargo, yo no quería que ella asociara la casa de su infancia como algo triste, no lo iba a permitir, puede que en ese momento solo le vinieran recuerdos tristes al pensar en su casa, pero con el tiempo se daría cuenta que no solo hay recuerdos tristes en esa casa, sino también felices, muy felices. Eso era lo que quería que entendiera... - sonrió orgulloso - por eso nos quedamos en esta casa y vivimos 17 años maravillosos... - sus ojos empezaban a brillar - puede que no sea mi casa de toda la vida, pero es la más especial porque vi crecer a mi pequeña ángel.
Leo permaneció callado. No tenía un gesto serio, sino comprensivo.
- supongo que a ella también le costará separarse de esta casa
- es lo más probable, pero tiene que hacerlo Leo, es su gran oportunidad, mi María vale muchísimo y merece que se la reconozca. Nada me haría más feliz que cumpliera sus sueños. Por eso os estaré eternamente agradecido por brindarle esta oportunidad.
- Nono nosotros no hemos hecho nada...
- no digas eso, sí que lo habéis hecho, llegasteis aquí de un día para el otro sin ni siquiera un techo donde dormir y en pocos meses mira todo lo que habéis conseguido. No sé quienes sois realmente, pero no me importa, María confía en vosotros y aunque le cueste irse de esta casa, lo hará porque seguirá confiando en vosotros.
Leo asintió levemente mientras pensaba en sus palabras.
María estaba sentada en su sitio especial admirando el paisaje de su isla mientras caía el sol en un precioso atardecer.
Se sentía triste y melancólica al mismo tiempo, sabía que tenía que irse pero le daba mucha pena hacerlo. Sentía muchas emociones al mismo tiempo, alegría por poder continuar su sueño, añoranza porque echará de menos su isla, tristeza por tener que irse de su hogar, miedo por las nuevas experiencias...
Suspiró apenada y se abrazó a sus piernas.
De repente escucha movimiento y antes de que se diera la vuelta ya tenía encima a César.
- ¡dónde te habías metido! - le abrazó el cuello.
- oh
- te estábamos buscando - dijo Franco apareciendo detrás y sentándose a su lado.
María les miraba sorprendida.
- ¡qué vistas más chulas!
- p-pero... ¿cómo?
En eso apareció Leo ayudando a Carlota a subir.
- María zorra, dónde te habías metido, llevo llamándote horas - fue corriendo hasta ella y le abrazó.
- perdona... no sé ni dónde he dejado el móvil... - se excusó.
- ¡Dios! qué pasada de vistas - dijo admirando el paisaje. - adoro esta isla...
- ¿la echarás de menos? - preguntó preocupada por si se sentía igual que ella.
- mucho, pero sé que no se va ir a ningún sitio y que me esperan muchas no, muchísimas aventuras nuevas por vivir ¡así que estoy que no puedo de la emoción! - dijo muy animada.
María sonrió de oreja a oreja y abrazó de nuevo a su amiga.
- estaremos bien María
Ella asintió contenta. Luego se giró y vio a Leo viendo desde un lado el paisaje. Se acercó a él.
- gracias
El mayor de los hermanos la miró y arqueó una ceja como si no la entendiera.
- vale, haré como si no supiera que los has traído tú
- piensa lo que te dé la gana
- gracias
- ya lo has dicho, no seas molesta - apartó la mirada y esperó unos segundos para volver a hablar.
María sonrió feliz.
- ¿te sientes mejor?
- mucho.
Carlota les pegó un grito para que fueran con ellos y no se quedasen ahí apartados.
Los amigos vieron juntos el atardecer. Con ganas de las nuevas aventuras que les esperaban.

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Seres caídos del cielo.
FantasyTres hermanos ángeles son desterrados a la Tierra injustamente. Tienen un plan y lo ejecutarán poco a poco con la ayuda de un par de humanos. Sin embargo, como en toda buena historia, los planes tienen fugas, imprevistos y en esta incluso romances i...