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Nicolai empezó al día siguiente de su contrato como secretario de Leo. Trabajaría codo con codo con él, sería su mano derecha, quien le organizara todo, le avisara de las citas, le asistiera en todo lo que necesitara... tendría que estar el día entero al servicio de Leo. 

Siempre en un elegante traje y porte perfecto. Su aspecto era envidiable y perfectamente podría pasar por uno de sus modelos. 

César aceptó al vampiro sin problema alguno, algo que no le resultó tan fácil a Franco que se mantenía distante con él. 

Tardó tan solos tres días en acostumbrarse y entender a la perfección todas sus funciones. No se separaba en ningún momento del gran jefe, le organizaba los papeles del escritorio, se anticipaba a sus pedidos, tenía la información lista incluso antes de que se la pidiera, recibía todas las llamadas primero antes de pasárselas a Leo una vez determinaba si eras lo suficientemente importantes como para que él perdiera tiempo en atenderlas, concertaba sus citas y reuniones, formulaba contratos, revisaba archivos... 

Todos en el equipo quedaron impresionados de su gran labor y esfuerzo. 

En cuanto al carácter de Nicolai, se mantenía correcto en todo momento, apenas su cara expresaba nada, se enfocaba solo en realizar un buen trabajo. Casi nunca se paraba a conversar con los demás integrantes que no sea por temas laborales. Las pocas veces que César o Carlota intentaban saber más de él, este se excusaba con educación y se iba. Era la viva imagen de la educación, elegancia y la fría sobriedad alemana que era de donde provenía. 

Leo estaba más que conforme con tenerle como secretario. 


El secretario entró al despacho con porte firme y profesional. 

- aquí tiene los informas de las distintas empresas que me pidió, señor. - le depositó un par de carpetas en la mesa de forma ordenada. 

Leo los cogió y les echó un ojo. 

- ¿qué hay de ella? 

- la señorita María ha llegado puntual como todos los días y ha trabajado en el proyecto de esta semana con normalidad. 

Leo asintió levemente sin dejar de mirar los papeles. 

- quiero que averigües si se siente cómoda - dijo serio, como si se tratara de trabajo. 

- no, señor. 

Leo levantó la mirada y le miró con el ceño fruncido, extrañado.

- no la conozco lo suficiente como para saber si está bien del todo, pero es evidente que está disgustada. Hace su trabajo lo mejor posible, pero su ánimo no es el mejor. 

Hizo un pausa. 

- y siempre que me ve me recuerda que le diga unos determinados adjetivos calificativos. 

Leo bufó. 

- cuales 

Nicolai carraspeó la garganta algo incómodo. 

- ¿y bien? 

El vampiro cogió aire y lo soltó levemente. 

- gilipollas, amargado, imbécil y malfollado. - recitó deprisa. 

Leo se quedó algo sorprendido por sus palabras, luego volvió a bufar a modo de risa, meditó un momento lo sucedido y seguidamente se puso de pie con rapidez, se abrochó un botón de su carísima americana y se dirigió a la puerta. 

- continúa con tu trabajo. - le ordenó serio. 

- sí, señor. - el secretario salió detrás de él. 

Seres caídos del cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora