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Los hermanos se pusieron manos a la obra. 

Empezaron con el tema de las redes sociales, para ellos necesitaron la ayuda de Carlota, la experta en ello. 

Franco y César también tuvieron un cambio de imagen. Si ya eran guapos, ahora literalmente parecían ángeles caídos del cielo. En la isla ya se les conocían como los buenorros nuevos. Mantuvieron su privacidad, no socializaban tanto como podrían, sin embargo, todos y todas babeaban por ellos, se les quedaban mirando o les hacían fotos cuando estuvieran desprevenidos. 

César era el que más aprovechaba su aspecto atractivo en cuanto a lo social, se paraba a hablar con la gente y salía de fiesta siempre con Carlota, no se separaba de ella, en poco tiempo se había convertido en mejores amigos. 

Carlota estaba como loca de ilusión cuando le pidieron ayuda para las redes sociales, accedió de inmediato y al mismo tiempo se puso manos a la obra. 

Leo dejó claro que él se mantendría a un lado, él sería la cabeza pensante del plan, Franco y César pondrían la cara bonita. Por lo tanto, era a ellos a los que Carlota se centró en hacerles fotos todo el día a cada hora. Al principio costó un poco que entendieran lo que era posar, pero lo pillaron rápido, sobre todo César que parecía que había nacido para ello. 

La popularidad de los hermanos no tardó en aumentar hasta llegar ser lo que se consideraba como personajes públicos. 

Leo sonrió triunfante al recibir la primera noticia de una marca que estaba interesada en trabajar con ellos. Luego fueron viniendo más y más, haciendo que el precio por una foto, video o comentario promocionando algún producto se disparara a cifras inimaginables. 

El hecho de que Leo fuese más privado y reservado atrajo a una mayor multitud de apoyo por parte de jóvenes ansiosas por saber más sobre él. Al final eran los tres hermanos el grupo de moda del momento. 

María quedó un poco a la sombra. No se sentía excluida ya que el comportamiento de los hermanos jamás varió, ellos seguían siendo los mismo de antes, a lo mejor más ocupados, pero no perdieron su amistad ni relación con María, seguían viviendo con ella y su padre, les estaban eternamente agradecidos por su ayuda y hospitalidad desde el comienzo y se sentían a gusto, por lo que no vieron por qué irse. 

Franco le ofreció a María dinero para sus estudios, pero el orgullo de ella le impedía aceptarlo. Siguió trabajando por las noches ahorrando poco a poco. Por otro lado, Nono estaba más que contento con todas las comidas raras, utensilios de cocina, trastos para la casa que le regalaban y traían los hermanos. Se sentía como un niño en reyes todos los días. 

Un día, Leo quiso hablar con el grupo entero. Estaban todos reunidos en el salón. Nono y Carlota sentados en un sofá, César en una silla con el respaldar por delante, Franco y María sentado en otro sofá y Leo en un sillón cual señor de la casa. 

- tras mucho esfuerzo y dedicación, hemos alcanzado el dinero suficiente para la empresa 

César y Carlota gritaron de alegría, Nono aplaudía sonriente al igual que María y Franco.

- debemos ser cautos e inteligentes

- ¿solo seremos nosotros? - preguntó Carlota. 

- al principio sí, no quiero incorporar a nadie todavía, no lo veo necesario 

- pues yo sí lo veo Leo, q-quién va diseñar la ropa, o... quién va crear la ropa... tendremos modelos y alguien que lleve las redes sociales, pero necesitamos gente Leo, no podemos hacerlo nosotros solos 

- Carlota es una experta en el mundo de la moda - la amiga sonrió de la ilusión, César le chocó los cinco orgulloso de ella - a Nono se le da genial coser - el señor mayor sonrió agradecido por el comentario y por tenerle en cuenta - y tú puedes dibujar los diseños - dijo Leo seriamente. 

- no lo dices en serio - soltó una risa sarcástica. 

Leo mantuvo su gesto serio. 

María esperó a que alguien dijera algo pero al ver que era la única que pensaba que esta idea era una completa locura se levantó y se fue. 

Carlota, Nono y Franco quisieron ir tras ella, pero Leo se lo impidió levantando una mano. 


María había ido a su sitio favorito en el mundo, su rincón del paraíso, un punto en mitad del frondoso bosque que le permitía ver la grandeza de su isla, era un punto alto por lo que se veía el mar rodeando el trozo de tierra. 

Se sentía algo triste y avergonzada por haber sido la única aguafiestas del grupo. Se arrepintió por su comportamiento. Soltó un bufido y metió la cabeza entre las piernas flexionadas. 

- tu padre está preocupado - dijo de pronto una voz. Era Leo. 

- qué haces aquí 

- he venido a buscarte porque ya han pasado un par de horas desde que te fuiste y como hoy trabajas pensé que deberías dormir un poco al menos 

- cómo sabías que estaba aquí 

- me trajiste a este sitio cuando pregunté qué era una isla - miró alrededor - pude percibir tu ilusión y felicidad al estar aquí, así que supuse que sería un sitio especial 

- te enfadaste y acabamos de morros 

- me frustró ver dónde había acabado. Aunque ahora lo veo con otros ojos - siguió admirando el paisaje. 

- ¿así? 

- es la tierra que nos brindó una oportunidad 

María apretó los labios ante el comentario tan bonito para su isla. 

- siento haberme comportado así... no quiero ser negativa pero es que... - suspiró - creo que esto me viene grande. - miró hacia el suelo. 

- puede que sí, pero me tienes a mí - María alzó la mirada algo sorprendida y le miró con sus ojos bien abiertos - no permitiré que salga mal esto

- oh vaya... 

- qué 

- nada - dijo y empezó a reír en bajito. 

- quiero que dibujes los diseños María, nadie mejor que tú lo podría hacer, te necesitamos - dijo de repente con sus ojos puestos en el paisaje. 

Ella resopló no muy convencida. 

- te pagaremos... 

- oh por favor Leo... 

- no es una broma, te pagaremos, como le pagaremos a Nono o a Carlota, no estoy bromeando María, somos un equipo de trabajo, deja ya ese orgullo estúpido propio de los humanos y aprovéchate de las oportunidades que aparecen en tu vida - se giró a ella y la miró por fin. 

María le aguantó la mirada, como en otras ocasiones, sintió algo extraño que todavía no sabía describir. No era amor, no era orgullo, no era nada de lo que ella supiera identificar, solo sabía que unicamente lo sentía con él. 

Pasaron un momento en silencio.

- no sé a dónde nos llevará todo esto, pero... vale, está bien - apretó los labios a modo de sonrisa. 

Leo asintió triunfante. 


Seres caídos del cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora