María salió de la carpa nerviosa y corrió aguantando sus ganas de llorar.
Leo no tardó en alcanzarla y le cortó el paso.
- María...
Ella le esquivó y siguió corriendo.
Él volvió a cortarle el paso.
- María por favor...
Esta vez, ella le empujó logrando nada, pero siguió corriendo.
Leo suspiró, le volvió a cortar el paso y la detuvo cogiéndola por los hombros.
Ella se zafó de inmediato.
- ¡no me toques! - le gritó desesperada.
Se miraron, ella estaba al borde del llanto, él intentaba mantener la calma.
- no me toques - le repitió amenazante.
En eso, se acercó un drogadito a ella, Leo lo empujó fuertemente.
- no te acerques a ella - le dijo furioso.
Ella puso cara de desagrado y se fue.
Leo la siguió.
Llegaron a la calle, no había nadie, era invierno por la tarde en un barrio peligroso, estaba desértico. María pasó el coche y se dirigió a la calle y miró alrededor abrazándose a sí mismo por el frío y lo vulnerable que se sentía.
Leo la siguió en todo momento.
- María qué haces
- cogeré un taxi
- María
- ¡vete! ¡no quiero verte! ¡vete! - le dijo con los ojos llorosos.
Leo se quedó mirándola.
- cómo pudiste querer hacer algo así...
- María...
- ¡cómo te atreves a intentar hacer algo así!
Leo calló. María le miró furiosa y se acercó a él amenazante.
- di que lo sabías
- María...
- ¡admítelo!
Leo suspiró por la nariz.
Las lágrimas de María corrieron por sus mejillas. Se dio la vuelta y se alejó.
- quise hacerlo por tu bien María - habló por fin Leo - cuando me vaya cómo podré garantizar tu bienestar, cómo podré saber que estás bien - empezó a enfadarse - ¿sabes lo que me dijo la demonio que te hechizó antes de exorcitarla? - María no quería escucharle - que una vez no esté, irán a por ti, demonios y monstruos irán a por ti por ayudarnos, joder. ¡cómo quieres que no haga nada al respecto cuando puede que te haya condenado al aceptar tu ayuda!
María se giró rápida y dio pasos hacia él.
- ¡¿entonces la solución es que te condene yo a ti?! ¿es eso? ¡¿unir nuestras almas hasta que uno de nosotros muera y lo haga el otro también?! - le miró profundamente a los ojos. Leo le aguantó la mirada apretando la mandíbula. - tú eres inmortal... pero yo no... - sus ojos volvieron a llorar. - y por más que lo piense... - se llevó una mano a la cabeza - no sé cómo has podido ni siquiera pensar en hacerlo... - dijo con la voz rota a la vez que volvía a llorar.
Leo permaneció rígido.
María se tapó la cara con las manos y lloró desconsolada.
Leo en silencio y con mucha delicadeza la cogió en brazos lentamente, ella siguió llorando pero no puso resistencia alguna. La llevó hasta el coche.
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Seres caídos del cielo.
FantasiaTres hermanos ángeles son desterrados a la Tierra injustamente. Tienen un plan y lo ejecutarán poco a poco con la ayuda de un par de humanos. Sin embargo, como en toda buena historia, los planes tienen fugas, imprevistos y en esta incluso romances i...