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La cara de María era un poema después de escuchar lo que dijo Franco.

- ¡¿QUÉ?!

El ser extraño levantó las manos en señal de rendición y su cara lo decía todo, no era peligroso. 

- por favor, no quiero haceros daños 

- ¡cállate! 

Franco hizo el amago de ir a por él de nuevo, pero María lo agarró. 

- no Franco, espera, ¡deja que hable! 

- María no lo entiendes, es un demonio, debe ser exorcitado...

- ¡yo no elegí ser esto! - gritó desesperado. 

Franco y María le miraron extrañados por su grito. 

- y-yo... yo... solo quería hablar con vosotros... ¡no quiero haceros daño!

-¡y una mierda! 

Franco se soltó del agarre de María y fue a por él. 

- ¡Franco! - gritó María temiendo que esta vez no pueda hacer nada. 

Pero justo antes de que el ángel llegara hasta el vampiro una mano lo detuvo de golpe y lo lanzó hasta golpear con el muro de la otra calle. 

Era Leo quien apareció de repente junto a César. 

Los ojos del mayor pasaron a los de Carlota que permanecía tirada en el suelo con cara de susto y espanto. En un segundo, hizo un movimiento con la mano y esta cayó al suelo dormida.

- ¡Carlota! - el pequeño corrió hasta su amiga. 

María miró con susto a Leo y luego al desconocido que seguía de pie a un lado cabizbajo. 

- y-yo... - empezó a decir María. 

- vamos - ordenó frío y luego se giró al vampiro - tú vienes con nosotros. - su voz era dura e intimidante. 

El vampiro tan solo le levantó la cabeza levemente por un segundo y volvió a agacharla, luego obedeció y fue con ellos. César se llevó la Carlota en brazos y Franco se levantó y miró a su hermano mayor con desprecio, este le devolvió la misma mirada. 

- por qué has...

- deja de ser tan inconsciente - habló con decepción el mayor. 


Llegaron a la casa sin decir ninguna palabra. 

- lleva a Carlota a su cuarto - Leo le dijo a César, este obedeció preocupado por su amiga. Luego se giró al desconocido que seguía con la cabeza agachada. 

- por qué le hemos traído a nuestra casa joder - gruñó Franco. 

María se sentó en el sofá algo preocupada por lo que pudiera pasar. 

- deja que hable - dijo Leo sereno. 

- ¡por qué! ¡sabes perfectamente que es un demonio! ¡nos estás poniendo en peligro a todos! 

Leo perdió la paciencia y en un instante estaba delante de él agarrándole el cuello. 

- vamos a dejar que hable 

Luego le soltó el cuello y Franco tosió incómodo ya que el agarre de su hermano sí le afectaba. 

Leo se giró al sujeto. 

- ¿vas a hablar? o estamos perdiendo el tiempo

El desconocido tragó saliva y meditó sus palabras antes de responder. 

Seres caídos del cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora