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- no Carlota yo voy a tu casa... llego yo antes a la tuya que tú a la mía... sí, sí, te digo que estoy bien Carls... - César hablaba por el móvil con su amiga ansioso por verla a la vez que se dirigía a la puerta de casa para ir a verla. Se encontró a María y la saludó con una sonrisa, ella le dio un apretón suave en el brazo como saludo y le dejó irse - ¿qué? ¿que ya estás de camino?, pues nos encontramos por la calle porque no pienso esperarte en mi casa yo también estoy saliendo... - y salió de casa sin dejar de hablar por el móvil. 

María fue a la cocina y se puso a hacerse un café. 

- César... César... ¡César! - apareció Franco yendo a la puerta de casa. - joder, ¿ese idiota se ha ido? - se puso las manos en las caderas.  Se giró a ver a María que esperaba a que hirviera el agua. - le dijimos que lo mejor sería quedarse en casa para evitar situaciones como las de ayer y mira - resopló. 

María apretó los labios a modo de sonrisa y volvió su atención al café. 

Franco relajó el cuerpo mientras la miraba. 

- buenos días María 

- buenos días - saludó alegre. 

- ¿has logrado dormir después de lo de anoche?

Ella levantó un hombro y apretó los labios. 

- sí, un poco. - sin embargo, sus ojeras no decían lo mismo. 

Franco la miró algo triste. 

- quieres que hablemos sobre lo de... 

- no, no te preocupes - le cortó - debí saber que no ibais a cometer ninguna estupidez... - rió sin gracia. - está todo bien Franco - forzó una sonrisa y se fue. 

Franco quiso decirle algo, pero detectó en su voz que algo no iba bien, así que decidió darle espacio y tiempo. Luego miró la taza de café que había hecho y que ni siquiera se había llevado. Suspiró. 

María se encerró en su cuarto y se puso a trabajar con nuevos bocetos y diseños. El equipo había acordado darse un día libre de trabajo para descansar pero, María prefirió avanzar lo acumulado. 

Tras un par de horas envuelta en su trabajo para intentar evadir sus pensamientos su cuerpo pidió parar. 

Estaba muy cansada mentalmente, necesitaba hacer otra cosa o se volvería loca. 

Suspiró y levantó la mirada hasta encontrarse con su viejo atril de pintor que estaba algo apartado a un lado del cuarto. 

Sin pensarlo dos veces, se dispuso a pintar como tanto le gustaba. 

Pasaron las horas, ella había dicho que no quería comer para seguir pintando y no tener que salir apenas de su cuarto. Su ánimo no había cambiado, seguía triste, pero pintar era lo único que le impedía pasar las horas llorando. Finalmente alguien llamó a la puerta. 

- estoy ocupada... - dijo con un hilo de voz. 

Pero la puerta se abrió lentamente y apareció una cara más que familiar. 

- papá... 

- esto... no quiero molestarte... solo que... 

María fue con la cara arrugada hasta su padre para esconderse en su pecho y echarse a llorar. Nono la envolvió en sus brazos y le acarició el pelo delicadamente. 

- oh cariño... tranquila... shh... ya está... ya está... 


El sol empezó a ponerse. Y Leo lo admiraba como todos los días desde la terraza de la casa. Con gesto serio y algo duro. 

Seres caídos del cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora