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María abrió los ojos lentamente. Bostezó y fue recordando poco a poco dónde estaba. 

Despertó abrazando una almohada. Miró alrededor buscando a alguien que no encontró. 

Se sentó en la cama y fue despertando poco a poco. 

En eso, aparece por la puerta Leo con una bandeja llena de comida. Vestía con la ropa de ayer, solo que la camisa estaba arrugada y su pelo algo desordenado. 

- hola - la saludó. - cómo te encuentras - colocó la bandeja en una mesa y cogió el termómetro para acercárselo. 

- demasiado bien, ¿cuánto he dormido? 

- unas quince 

- ¿quince? - preguntó sorprendida mientras se colocaba el termómetro. 

El ángel asintió. 

- 36 - dijo ella mirando la pantalla digital del aparato. - joder, no puedo creer que haya dormido tanto - se llevó una mano a la cabeza.

- es normal, tenías cansancio acumulado 

María le miró y asintió. 

- ¿has dormido bien? 

- supongo 

Él arqueó una ceja sin entenderla. 

- me siento descansada, pero... no recuerda nada, o sea, no sé, todo me da vueltas ahora... - arrugó la cara algo adolorida. 

- no pienses, será mejor que comas - le acercó la bandeja llena de comida. 

El menú venía decorado con flores. 

- wow, qué romántico todo - dijo ella sonriente, aunque seguía pareciendo algo débil. 

Leo quitó las flores sacando otro par de carcajadas a María. 


La joven comía con esmero. 

- Dios, qué hambre, qué cenamos ayer 

- esto... - Leo recordó que la noche anterior no cenaron casi nada. 

- no recuerdo nada... - frunció el ceño. 

- cómo es posible que no me acuerde de nada 

- te he dicho que no pienses y come 

- ¿he dormido de una sentada? - preguntó curiosa. 

Leo la miró dudando si contarle todo. 

- ¿no he tenido ninguna pesadilla? ¿no me he despertado ni una vez? puff parece como si me hubiera muerto y hubiera revivido ahora, no recuerdo nada 

- te he dicho que comas - le pasó un trozo de bollo para que se lo comiera. 

Ella lo aceptó y le miró algo extrañada. 

- te ves raro 

- ¿qué? 

Leo la miró sin entender su comentario. Luego se dio cuenta de su aspecto, la camisa la tenía arrugada, los pantalones de ayer, no tenía los zapatos puestos, estaba despeinado. 

Carraspeó la garganta y apartó la mirada incorporándose y girándose hasta darle la espalda. 

- ¿no recuerdas nada? 

- ¿qué? - preguntó la joven.

- ¿no recuerdas nada de anoche? - Leo se giró a verla. 

Ella le miró y negó con la cabeza lentamente. 

Seres caídos del cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora