La boda. I

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3 meses más tarde

No podía salir. Salir de este apartamento era como reconocer que lo había perdido para siempre, porque mi rumbo sería una iglesia donde el amor de mi vida daría el sí quiero a una de mis mejores amigas. Laura. A ella la había conocido en el instituto, junto a Sam, y juntas nos habíamos hecho inseparables. Fue en una boda donde casualmente se conocieron Adri y ella, al parecer él tiró una copa sobre su vestido y desde entonces comenzó la guerra. Y vaya guerra de mierda, que ahora se van a casar para vivir felices y comer perdices. Y yo, me quedaría aquí, encerrada en este edificio, muriéndome por dentro después de perder al chico con el que había soñado toda mi vida.

- ¡Eva! ¿Quieres salir de ahí dentro?- Sam golpeo la puerta de mi habitación con energía.

Ella siempre había sido la más loca de todas, hacía lo que quería, cuando y como le apetecía, sin importar lo que el resto del mundo pensara de sus locuras.

- No, no quiero- aseguré colocándome uno de los pendientes con mucha lentitud, más de la normal y menos de la esperada. Desearía quedarme haciendo esto mucho, pero que mucho tiempo, por lo menos hasta que se termine la ceremonia y empiece el banquete.

- ¿Cómo que no quieres?- la voz de Sam sonó más aguada que de costumbre desde el otro lado de la puerta- ¡Abre la puerta, Eva María Barreiro!- eso no era una sugerencia, era una orden. Y yo sabía que cuando Sam exclamaba, la exclamación iba a misa. Sin muchas ganas abrí la puerta encontrándome la cara de una amiga que pensaba sonsacarlo todo.

- No pienso abrir la boca- advertí cuando Sam puso un pie en la habitación haciendo como si fuera una pistolera, con un bonito vestido azul claro, que acababa de entrar en terreno desconocido. Al menos ese pensamiento de mi amiga con sombrero y botas me hizo sonreír un poco.

- Sí, sí que lo vas a hacer- se colocó en la cama de forma poco formal, espatarrada de piernas, como si estuviera en su casa. Y se llevó las manos a la cabeza con mucho cuidado de no estropear el peinado, y todo esto mientras yo terminaba de colocarme el primer pendiente- ¿Por qué llevas 3 meses así? Y no me digas que no es por la boda.

- Estoy bien, solo un poquito nerviosa por la boda- cogí el otro pendiente y la miré fingiendo una sonrisa. Si yo hubiese sido Sam, quizás me la habría tragado, pero yo no era Sam, y ella era lo suficientemente lista para saber que estaba mintiendo.

- Eva, puedes confiar en mí y lo sabes- se sentó de una forma más correcta y palmeó la cama, para que me sentara a su lado y le hablara como si fuese mi madre. Esa era la parte cariñosa que me encantaba de Sam.

- No me creerás... o lo creerás pero te reirás en mi cara o me miraras como si estuviera loca- me senté en el lugar que ella palmeaba como si sacudiera el polvo. Y la miré directamente a los ojos, su mirada solo indicaba curiosidad y futura comprensión.

- Ahora mismo te miro como si estuvieras loca- sonreímos y me acarició la cara como si fuera su niña pequeña- Cuéntale a la tita Sam lo que te pasa- cogí su mano y la acaricié con dulzura.

- Verás... yo cuando me di cuenta tampoco era capaz de creérmelo... y realmente no lo admití hasta hace poco pero...- cogí aire y contemplé su cara de "corta el rollo". ¡Que fuese lo que Dios quisiese!- ... me enamoré de Adri- La reacción fue la esperada. Sam parpadeó un par de veces, luego miró al techo y abrió la boca para cerrarla de golpe, todo esto sin parar de parpadear mirando al techo.

- Bien...- susurró como si estuviera loca- Es algo razonable suponiendo que estabas todo el día con él y siempre hablabas de Adri cuando te decía que te ligaras a alguien- a mí se me iban a saltar las lagrimas, y al parecer Sam se dio cuenta- Pero tienes que estar contenta cariño, se enamoró y ahora es feliz... dicen que si alguien ama a alguien solo quiere su felicidad. Y estoy segura de que tú quieres eso para Adri y Laura.

- Pues sí, tienes razón- la verdad es que nunca lo había visto por ese lado, y tal vez esa fuese la razón por la que no me dolía tanto lo de la boda.

- ¡Bien! Entonces dame eso- me quitó el pendiente para colocármelo en un abrir y cerrar de ojos- Y vámonos ya, que esta noche arrasamos. Y seguro que conoces a tu verdadero amor.

- Si claro, y los elefantes vuelan- reí por fin con ganas, y cogí mi bolso con más emoción que antes, siguiéndole el paso a Sam, que se disponía a salir del cuarto con la misma gracia con la que había entrado, pero entonces se detuvo en seco.

- Por favor, prométeme que no vas a hacer ninguna locura- noté el miedo en sus ojos marrones y me entraron aún más ganas de reír, no sé si de los nervios o porque quizás tuviese un poquito de razón.

- Mira... ya sabes que te quiero Sam, pero hay algunas cosas que eres demasiado joven para entender- mi amiga alzó una ceja como si quisiera meterme un puñetazo porque ella era más mayor que yo y yo me lancé a reír incapaz de aguantarme- ¡Claro que no haré nada! Camina- le di una palmada en el trasero y de nuevo emprendimos el rumbo para salir del aquel apartamento. Un rumbo que me llevaría a mi peor pesadilla.

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Apretaba la mano de Sam con una fuerza desconocida en mí, atreviéndome a decir que mi compañera de sufrimiento se estaba poniendo más roja que mi vestido por el dolor que le estaba produciendo mi estrangulamiento a sus dedos. Laura había llegado más guapa que nunca y Adri... Adri era increíblemente y únicamente, el novio más atractivo que llegaría a ver alguna vez en mi vida. Eso sí, sería de otra, porque a estas alturas dudaba mucho que se diera cuenta de que lo amaba y de que él me amaba a mí.

- Si hay alguien que se oponga a esta entrega, que hable ahora o calle para siempre- comentó el cura en esa parte en las que tenías la última oportunidad para mandarles la boda al traste, pero yo no haría eso o...

- Sam- casi no podía susurrar, estaba a punto de salir y justo en ese momento, lo que haría que...

- ¿Qué pasa?- yo agigante los ojos al ver cómo me miraba con preocupación y dolor por la mano, pero era demasiado tarde, iba a salir y nadie podía evitar, ni siquiera yo.

- ¡Achís!- el estornudo resonó en toda la pequeña capilla y fue en ese instante que todas las miradas se posaron sobre mí. Yo simplemente miré a los novios sonriendo con vergüenza y luego a la cruz- ¡Perdón!- dije en voz alta para luego ocultar mi cara en el cuello de Sam, que producía vibraciones debido a la risa-

...

- ¡Achís!- ese estornudo resonó en toda la capilla haciendo que todos los presentes se girasen para ver a la persona que lo había producido y yo me incluía entre esas personas. Con la única diferencia de que la gente en seguida giró la cabeza al ver quién era la causante, en cambio yo no. Me quedé quieto observando a esa chica a la que le empezaban a subir los colores con mucha rapidez- ¡Perdón!- se disculpo con una sonrisa que decía "tierra trágame" pero que seguía siendo igual de bonita e incluso hizo que sus ojos de color azul resaltaran aún más antes de esconderse en el cuello de la que al parecer era su amiga. Esa chica era la mujer más increíblemente hermosa que había visto en mi vida y eso que había visto a demasiadas.

- Cierra la boca, que se te va a caer la baba- susurró en mi oído mi mejor amigo Javi que soltó una leve carcajada casi inaudible.

- Cállate- sonreí sin apartar la vista de ella. Y solo por unos segundos, unas milésimas de segundo, nuestras miradas se encontraron, conectando... al menos por mi parte... de manera especial. Luego me giré hacía delante para pensar en algo que estaba muy cerca pero muy lejos... la chica del vestido rojo.

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Contadme vuestras primeras impresiones, ¿qué os está pareciendo?
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