Puse la mejor de mis sonrisas al notar como ella se cruzaba de brazos y se apoyaba en el marco de la puerta. Poniendo cara seria y levantando una ceja como signo de que no pensaba dejarme dar un paso más. Sabía que la excusa era un tanto patética, pero tampoco era para que la pillara a la primera. Al menos imaginaba que me dejaría entrar a la casa y mientras me daba el azúcar, me soltaría que la excusa estaba muy usada. Pero al parecer con esta mujer, nunca te podías llegar a esperar algo.
- He ido a la vecina de abajó para no molestarte, pero me ha dicho que solo toma sacarina- esa excusa si que era buena. Tan buena como que algún día un dedo taparía el sol. Pensé que me cerraría la puerta en la cara después de dedicarme algún comentario inteligente, pero por lo visto, pensar no era mi fuerte.
- Pasa...- se hizo a un lado abriendo la puerta del todo y mordiéndose el labio con sensualidad. Llevaba una camisa gris que le llegaba a las rodillas con unos calcetines de colores muy graciosos. Sus pelos se salían del moño que al parecer se había echo, y aún así... seguía siendo igual de preciosa- ¿Normal o moreno?- preguntó adelantándome después de cerrar la puerta.
- ¿Qué?- estaba tan concentrado en admirar cada detalle de su cuerpo, que ni siquiera me di cuenta de por qué había ido a su casa- Normal, normal- respondí asimilando la información- Toma- estiré la mano para entregarle el tarro que había traído, haciendo que su mano sé colocara sobre la mía obteniendo una dulce caricia de su parte. Levanté la mirada notando como ella giraba la cabeza para disimular su sonrojo.
- Ponte cómodo si quieres, aunque tampoco creo que tarde mucho- dijo atravesando el umbral que no tenía puerta y conectaba con la cocina, y desde el cual podía ver con toda claridad todos mis movimientos.
- No hace falta- me llevé las manos a la espalda dedicándole una sonrisa a la dueña de la casa. Luego me giré sobre mis talones para poder observar con más claridad la foto que estaba colocada en el mueble que aparecía en la entrada. Eran ella, Laura y una chica más. Parecían muy felices y la verdad... es que creo que esa era le mejor sonrisa que había visto de Eva desde que la había conocido- Parecéis muy felices en esta foto- ella asomó la cabeza por la puerta de la cocina para saber a la qué me refería.
- Fue hace mucho tiempo – dijo con añoranza volviendo a introducir su cabeza en la cocina- Ni siquiera habíamos terminado el insti, pero nos lo pasábamos muy bien- podía notar cómo sonreía desde aquí- Nunca se me olvidará que ese fue uno de los viajes más bonitos que he hecho. Sam casi se ahoga y entre Laura y yo no podíamos sacarla... de una piscina- esta vez soltó una carcajada que me hizo sonreír. En ese preciso momento, sentí como algo venía excitado y saltaba a mi alrededor.
- Hola amigo- dije intentando controlar los saltos de la perra. Enternecido me agaché para acariciarlo detrás de las orejas, justo en el punto de placer de cada perra- ¿Cómo se llama el perrito?- preguntó sin dejar de acariciarla.
- Ten cuidado con ella... se suele poner violenta con los desconocidos- respondió rápidamente, saliendo de la cocina con el tarro en la mano y mirando la escena con lo que parecía ser... sorpresa. Al parecer... le había caído mejor a la perra que a la dueña.
- ¿Cómo se llama?- volví a preguntar, cogiéndola acariciándola con delicadeza. Siempre había sido un amante de los animales e incluso creo recordar que siempre decía que quería trabajar en un zoo para verlos día a día.
- Se llama...- puso cara de estar pensando, pero de repente sacó una sonrisa que intento esconder mordiéndose el labio- Se llama Sexo- A mi se me abrieron los ojos desmesuradamente... ¿A que tipo de persona se le ocurre llamar a una perra Sexo? ¿Es que no sabía que la perra también tenía sentimientos?
- Buen... nombre- dije acariciando a la perra con cara de susto. Diciendo lo que acababa de decir, cometía la mayor mentira de mi vida- Muy original- sonreí al notar su sonrisa aún mayor... ¿Eran cosas mías o me miraba sin... rabia?
- Aquí tienes tu azúcar- esta vez fui yo quien acaricio sus manos al coger el tarro. Tenía que reconocer que tenía la piel más delicada que había tocado en mucho tiempo. O tal vez la mía se había envejecido por culpa de la pintura. Debería empezar a echarme esas cremitas que usaba Flavio para cuidar su imagen, tal vez le pidiera unas prestadas.
- Gracias- me acerqué a la puerta sintiendo cómo ella me seguía detrás para despedirme- Creo que es la primera vez que hablamos como personas civilizadas, tal vez... nos podamos llevar bien- le sonreí, dándole un rápido y fugaz beso en la mejilla antes de girarme y salir hacía mi apartamento sin mirar atrás. Bastante sonrojado estaba ya como para mirarla.
...
Cerré la puerta empujándola con el cuerpo mientras me llevaba la mano izquierda a la mejilla derecha y ponía cara de boba. Esto último no podía verlo, pero estaba segura que esa era la cara que había tenido desde que lo había visto al otro lado de la puerta. Y encima... este beso era para rematar la jugada. Inocente y dulce, pero capaz de hacer que se... ¡Que se me nada Eva! ¿Qué diablos te pasa con ese idiota?
- ¡Ay Vega!- me agaché para acariciarla de la misma forma que lo había hecho Hugo. Me parecía increíble que no le hubiera hecho nada a él, cuando normalmente se comportaba de forma arisca con los desconocidos- Te he metido en una...- reí al recordar el supuesto nombre que tenía- Y yo misma me he metido en una, porque después de lo que acabo de hacer, dudo mucho que Hugo siga creyendo que nos hemos comportado como personas civilizadas- dejé a Vega recordando lo que había echo mientras estaba en la cocina.
...
Apreté la cafetera con fuerza mientras caminaba dando zancadas hasta la mesa donde había dejado la taza. ¡Esto estaba ardiendo! La solté sobre la mesa para poder soplarme los dedos con fuerza, menos mal que no la había tenido mucho tiempo en las manos, que si no me saldrían unas quemaduras enormes.
- Ahora que veo... tampoco mentí mucho, casi no me queda azúcar- dije apoyándome en la silla para mirar el tarro donde guardaba mi verdadera azúcar. Supuestamente tendría que ir a por ella, pero tenía la de Eva frente de mí y no estaba yo para caminar tan lejos- Ven con papi- sonreí mientras abría el frasquito e introducía la cuchara en el- Una y... dos- conté mientras sacaba la lengua y la echaba en el café. Al final Eva no sería tan mala como pensaba, quizás incluso podríamos ser amigos- O algo más- sonreí antes de llevarme el café en la boca. Un café que salió volando nada más entrar en contacto con la lengua- ¡puaj!- puse caras extrañas durante un rato, antes de pensar en que era ese sabor. Entonces caí. ¡Sal, la muy perra me había dado sal!- ¡Evaaaaaaa!
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Deseo a las estrellas
FanfictionEva Barreiro es lo que puede considerarse, una chica normal. Con 23 años recién cumplidos se acababa de independizar, mudándose a uno de los pisos en el centro de Madrid que poseía Adri, su mejor amigo. Llevaba enamorada de él desde que casualmente...