Tarde para mi. II

250 26 9
                                    

Me era imposible imaginar que la persona que se encontraba al otro lado de la puerta fuese Adri, justamente la persona que se había convertido en la causante de que Eva y yo hubiésemos terminado. Al igual que había sido la persona que había hecho que nos conociéramos. Aunque la verdad es que no llegaba a comprender porqué, si de todos modos ellos dos tenían algo que no contaron nunca a nadie, posiblemente todavía lo tengan y no sean capaces de decirlo por miedo.

Mis brazos se cruzaron como un acto reflejo, y mi mirada se encontró con la suya, diciendo con esta todo lo que estaba pasando por mi cabeza en este momento, que era tanto como para escribir un libro.

- ¿Puedo pasar?- preguntó con esa cara de niño bueno que aparentaba tener con todo el mundo pero que a mí hacía tiempo que había dejado de engañarme.

- No, no puedes- contesté moviendo un pie y tocando suavemente la puerta para cerrarla. Pero mi intento se vio fallido al notar cómo él interponía su mano a mi pie y frenaba la puerta para luego entrar en mi casa como alma que lleva el diablo.

- Pues no me importa nada que no pueda pasar porqué pensaba hacerlo de todos modos- se llevó una mano al pelo para moverlo en todas las direcciones- Quiero que me escuches, porqué tengo muchas cosas que aclararte.

- No pienso oír ni una sola palabra que salga de tus labios- contesté con rabia- y más te vale salir de esta casa antes de que te saque a patadas.

- Ya puedes ir empezando, porqué de aquí no me voy hasta que me escuches- las palabras de Adri consiguieron hacerme estremecer. Así que sin saber porqué, bajé los brazos, como si hubiese dejado mi orgullo de lado por un momento.

- Tienes 5 minutos... aprovéchalos.

Nuestras miradas se encontraron desafiantes, esta conversación era el principio de algo. Lo que no tenía claro era de qué clase de principio estaba hablando.

...

Me senté en el sillón de goma espuma que había en el suelo, sintiendo la insistente mirada de Nerea posarse sobre mí con detenimiento, como si intentase averiguar algo más de mí a través de mis gestos... pero yo ya había aprendido a sonreír cuando estaba triste y a cantar cuando quería romper en llanto, por lo tanto, no me impresionó tanto que decidiese hacer eso.

- ¿Cuánto tiempo hace que rompisteis?- preguntó sentándose en el suelo, frente a mí, cosas que me dejó impactada. De todas, ella parecía ser la más seria y desconfiada con los hombres... posiblemente algún desengaño amoroso y simple manía por ellos.

- La verdad es que pasado un tiempo dejé de contar los meses y de tachar los días en el calendario- le sonreí- tal vez tenía la esperanza de que apareciese en mi puerta pidiéndome perdón o matrimonio. ¡Ya ves!- sonreí- Que idea más estúpida.

- No, no lo es- contestó seria, haciéndome sentir la mala de una película que no sabía que existía.

- Puede... pero nunca pasó lo que quise que pasara, y ahora ya no puedo remediar nada- bajé la mirada para que ella no notara la nostalgia que había en mis ojos.

- A mí se me cumplió, no con matrimonio, pero él volvió a por mí... tardó, pero lo hizo- la miré para comprobar si estaba diciendo la verdad-... el problema es que cuando volvió ya yo lo había olvidado... y era demasiado tarde, pero para él.

- Yo por eso no tengo problema- dije sintiéndome convencida tras escuchar su declaración- ¿Te cuento una buena noticia?- pregunté, intentando convencerme a mí misma.

- Dime- respondió ella.

- Ya lo he olvidado- la mirada de Nerea me atravesó el alma.

- ¿Te cuento una mala?- pregunté intentando corregir mi error al ver que nadie podría tragarse tal mentira.

Deseo a las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora