Se vende. III

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Traicionado... así era como me sentía. Traicionado por el amor de mi vida. Lo habría esperado de cualquier otra persona, pero de ella jamás. En la vida podría haber llegado a imaginar que el dolor más grande que me habían causado... fuese por su culpa. Jamás.

Pero no solo la traición venía por parte de ella, si no de Laura. ¿Cómo podía defenderla? Era su mejor amiga y Adri su marido, y sin embargo estaba de su parte y me dejaba a mi de lado. ¡A mi! La persona que siempre había estado a su lado en las buenas y en las malas... siempre.

Cogí la pequeña alianza, bastante sencilla y con un preciosa piedra, y la coloqué en la palma de mi mano observando como se empequeñecía de un momento a otro en esta... era la medida exacta de su dedo anular.

Habría dado y daría tantas cosas porqué este anillo estuviese en sus manos en vez de en la mías... tantas cosas... pero el destino lo había querido así y eso debía de tener alguna explicación razonable. ¿No estábamos hechos a medida? ¡Imposible! Juntos éramos solo uno, tanto en cuerpo como en alma. Puede sonar un poco cursi, pero así era. Ella era mi otra mitad, mi rebeldía, mi furia, mi pasión... todo lo contrario a lo que yo era y soy. ¿Entonces cuál era el motivo que nos había separado?

¡Ah! Ya me acuerdo... ella no me quería, amaba a Adri. Fin de la historia. Solo se había fijado en mi para olvidarlo al ver que él no la quería a ella, o por lo menos no la quería como esposa, porqué... ¿Quién me aseguraba a mí que no eran amantes? ¿¡Quien!?

¡Sí! Eso sería lo más probable, que fuesen amantes. Que nos hubiesen estado engañando todo este tiempo simplemente para aparentar cosas que no eran, pero en el fondo estaban juntos.

Haciéndonos daño a Laura y a mí. La diferencia era que está no quería aceptar la realidad y creía todas las mentiras que salían de sus labios... todas y cada una de las mentiras que ellos me había contado a mí.

Cerré la mano donde se encontraba la alianza y la apreté con fuerza, sintiendo como una oleada de rabia se apoderaba de mi y me llenaba por completo. Dejé caer mi cuerpo hacia el suelo, para sentarme en el borde de la acera al mismo tiempo que una lágrima que había prometido nunca más derramar, caía por mi mejilla, arrastrando el amor, el cariño y la pasión que quedaban en mí a su paso.

Apreté aún más el puño, hasta tal punto que comenzaba a sentir como el anillo se me clavaba en la palma de la mano, provocándome un daño que no sentía en absoluto.

"" Reí al ver como se embadurnaba la cara al morder la hamburguesa. Solo ella podía preferir un McDonald's a un restaurante. Cogí una servilleta y acerqué mi mano a ella para poder limpiar el lugar en el que se había manchado. Esta se alejó de golpe, llevándose la hamburguesa contra su pecho y poniendo cara de posesa. Yo reí al ver las intenciones que llevaba ella.

- Aléjate de mi hamburguesa... que en el japonés empezaste igual y terminaste comiéndote mi comida- reí suavemente y negué con la cabeza.

- Esta vez no quiero robarte la comida, solamente limpiarte la boca... guarrita- respondí con cara de asco fingida.

- ¿Con la boca?- dijo sonriendo y dejando la hamburguesa en la bandeja.

- ¡No!- respondí, esta vez poniendo cara de asco, pero de verdad... aúnque pensándolo bien.

- Pues yo quiero que me limpies con un beso- se quejó ella, poniendo la cara que pondría mi hermana pequeña al enojarse.

- No me gusta el kétchup solo- respondí alzando una ceja y sonriendo.

- Pero te gustan mis labios... y todo lo que sale de ahí sabe bien- sonreí con picardía al repetir en mi cabeza sus palabras, luego eché mi cuerpo hacía delante y besé lentamente la comisura de sus labios, pasando mi lengua por ellos. Luego me alejé.

- Ummm... ¡No! Sigue sin gustarme el kétchup solo- ella rió y se limpió con la servilleta- ... pero tus labios saben bien. Espero que todo salga tan bien de otro lados como de tu boca- ella abrió los ojos de par en par, mirándome con cara de susto.

- ¿Se puede saber de que estás hablando? ¡Guarro!- reí al entender qué era lo que había entendido ella.

- Me refiero a los niños que tengamos- noté como se ponía roja y nerviosa de golpe, como si no supiera donde meterse.

- ¿Tan rápido quieres tener niños?- preguntó, volviendo a darle un mordisco a la hamburguesa.

- Bueno... no me refiero a ahora... si no dentro de unos años... cuando nos casemos- ella sonrió sin apartar la vista de su comida.

- ¿Casarnos?- preguntó como si de golpe estuviese en otro mundo, en un mundo de imaginación y fantasía.

- Sí, por todo lo alto... pero que tampoco hay prisa, ¿eh?- añadí esto al ver como se ponía un poco nerviosa. Después de mi intento en la cena hace un par de meses, no había intentado volver a sacar el tema, pero se me había hecho casi imposible hasta el momento.

- A mi me gustaría que se celebrará en el mismo sitio que la de Adri y Laura- susurró roja como un tomate-... allí fue donde te conocí a ti- cogí su mano dulcemente y le sonreí.

- Eso esta hecho... ¿Algo más?- pregunté, entusiasmado con su declaración, si era ella la que sacaba el tema... quizás pudiese dar el paso sin arriesgarme a ser rechazado.

- Quiero mi luna de miel en un lugar lleno de nieve... frío. Siempre me ha gustado- acaricié su brazo y asentí- Luego me gustaría seguir viviendo donde lo hacemos ahora- yo la miré con los ojos entrecerrados.

- ¿Cada uno en su casa?- pregunté un tanto intrigado con su último deseo.

- ¡Claro que no, bobo!- sonrió cogiendo de igual modo mi mano- Poniendo una puerta que conectase con los dos pisos, así no tendríamos que pelearnos por el espacio.

- Me parece bien... aúnque tampoco me pensaba poner a pelear porqué me pienso pasar todo el día pegado a ti- ella rió con fuerza, haciendo que el resto de personas mirasen hacía aquí con curiosidad.

- Y niños... quiero tres. Un niño y dos niñas... y me pido ponerles los nombres y eso es indiscutible- me soltó la mano de golpe y cogió un par de patatas, probablemente poniendo punto y final a la conversación.

Una conversación con la que yo me había quedado más que satisfecho""

- ¿Por qué tenía que acabar así?- susurré para mí mismo tomando impulso con la mano donde tenía la alianza con la intención de deshacerme de ella y de mis malos o buenos recuerdos.

Estaba a punto de hacerlo, solo tenía que llevar mi brazo hacia delante con toda mi rabia contenida y al menos conseguiría deshacerme de uno de mis mayores tormentos, pero... no podía. Dejé caer la mano, abatido y destrozado- Yo no puedo sacarte de mí tan fácilmente como lo hiciste tú- casi no podía respirar debido al incesante río de lágrimas que caían de mis ojos-... no puedo, no puedo..- repetí colocando el anillo en su caja- Eres lo mejor que me ha pasado... y no quiero olvidarte.

Dicho esto, me levanté de allí totalmente derrotado, con la esperanza de que Laura se hubiese marchado ya y así poder expresar mi dolor a solas... siempre solo.

...

Aún no me podía creer que esa carta estuviese aquí, tanto tiempo esperándola, pensando que me habían rechazado y... siempre había estado aquí, conmigo.

Las puertas del ascensor se abrieron y mi sonrisa se ensanchó como no lo hacía desde hace mucho tiempo. Salí de él con una nueva ilusión, y sin saber porqué no me giré hacía mi departamento, si no hacía... bueno, hacía el de él.

Lo que vi me dejó completamente paralizada... el hombre con que el que me había chocado, comenzaba a alejarse después de colocar un cartel en su puerta, un cartel que me había robado la sonrisa y provocaba que mis lágrimas volviesen a salir de nuevo. Un cartel que decía...

"SE VENDE."

Deseo a las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora