Ni un solo ruido proveniente de la otra casa, parecía haberse quedado el edificio entero en silencio como por arte de magia. O tal vez el método que llevaba utilizando desde hace años para escuchar a través de las paredes no parecía querer funcionar con ella. Pegué el vaso un poco más en la puerta para ver si de este modo se escuchaba mejor, pero lo único que conseguía oír era la llave del agua abierta y algún choque que otro de platos. Al parecer la señorita estaba lavando a pesar de tener lavavajillas lo que era lo suficientemente raro como para hacerme sospechar que estaba planeado algo y que también yo me estaba volviendo majareta.
- ¡Vamos Eva! Muévete de la cocina que ahí no me sirves para averiguar lo que quiero saber- dije en voz alta. Por un momento me sentí un poco acosador, pero al momento se me pasó ante el pensamiento de que era por una buena causa.
El teléfono móvil comenzó a sonar como si lo tuviese en la oreja y pronto oí como el grifo se cerraba y mi vecina preferida comenzaba a moverse por la casa para encontrar su móvil. Al parecer debía de estar muy cerca del vaso, porqué el tono me estaba perforando los tímpanos.
- Hola- le escuché decir con cierto tono de alegría. Por lo que se oía, estaba esperando esa llamada y al parecer con ganas- Sí, tranquilo, estaba fregando los platos para después- había hablado en masculino, había hablado en masculino y eso era imposible. Más le valía que fuera Adri... es que tenía que ser Adri. Su voz se escuchaba un poco más lejos, por lo que deslice el vaso por la pared mientras caminaba para poder escuchar más de la conversación- No, no hace falta que traigas nada, ya lo tengo todo preparado... y estoy segura de que te va a gustar porqué Sam me dijo que te encantaba- rió de la misma forma que lo había hecho conmigo hace dos días, haciendo que mi interior siguiera ardiendo con enojo. Seguí caminando con el vaso pegado a la pared, abriendo una puerta en la que no puse atención- Sí, bueno, sobre esa hora y...- de golpe se quedó callada- ¿Se puede saber qué haces?
¿Pero de que hablaba? Intenté apoyar el vaso aún más, pero cuando lo intenté casi pierdo el equilibrio. En ese momento me di cuenta que la puerta que había abierto era la del balcón y que ella me estaba mirando cruzada de brazos y con mala cara.
- Max, te llamo después. Un beso.- colgó sin cambiar su cara de cabreo. De golpe me encontré como un idiota con el vaso suspendido en el aire- ¿Ahora te dedicas a espiarme?- parecía enojada, pero no tanto como otras veces.
- ¿Qué? ¿Yo?- bajé el vaso con rapidez lanzándole una sonrisa- Solo... comprobaba si... había buena cobertura en el balcón- con cada palabra que decía, más idiota me sentía.
- Sí, creo que tiene poca... ¡Hala mira! Igual que tu inteligencia- yo dejé de sonreír al escuchar eso. Aunque mi mente no pensaba en eso, si no es que su balcón estaba tan pegado al mío que ni siquiera tendría que saltar para llegar al suyo- ¿Me estás escuchando o es que ya has oído todo lo que querías con mi conversación?
- La verdad es que no todo- contesté sin pensarlo, dando a conocer que la había estado espiando. Ella sonrió satisfactoriamente- Puede que escuchase un poquito... y la verdad es que... ¿Quién es Max?- ella me miró con los ojos como platos.
- Hay que ver el caso que me haces cuando hablo... ¿O es que no te dije una vez que tenía una cita?- los pinchazos en mi estómago se hacían cada vez más profundos.
- Lo dijiste... pero no era verdad- me mordí la lengua al comprobar que estaba en lo cierto y que me había dicho la verdad.
- La culpa es tuya por no creértelo, y ahora si me disculpas... tengo una cena que hacer- me sonrió con arrogancia.
- ¿Encima lo vas a meter en tu casa?- me apoyé en la barandilla mientras la miraba con cara de que se había vuelto loca.
- Sí... ¿Por?- también se apoyó en su barandilla, para encararme. Y ciertamente lo estaba haciendo, porqué con solo inclinarme un poco sería capaz de escuchar su respiración.
- En una primera cita no se puede meter a un hombre en tu casa- este tema me estaba comenzando a molestar.
- A ti te metí y no te quejaste- ella se acercó un poco más a mi, haciéndome perder el aliento por un momento.
- Es diferente, lo nuestro no fue una... cita- ella sonrió pícaramente.
- Pero fue COMO una cita- la miré directamente a los ojos y un hormigueo sustituyó a los pinchazos en mi estómago.
- Soy tu vecino y conmigo estabas segura- susurré intentando cambiar el tema.
- Claro, menos mal que no pretendes nada conmigo... si no tendría que...- se acercó a mí casi rozándome los labios. Yo los moví para intentar capturar los suyos, pero ella se alejó de golpe- tendría que haberte besado- sin decir nada más entró en su casa, dejándome a mi con mi vaso y mi cara de idiota. Como siempre.
...
La mesa preparada, yo vestida, la perra en mi cuarto y nada fuera de su sitio. Todo estaba perfecto. Ahora solo faltaba que llegase la otra persona para que esto fuera una cita al completo. El problema era que la otra persona no era quien yo quería que fuese. Si el chico fuese mi vecino, esta noche seria más que perfecta. Porqué sinceramente dudaba que pasara de algo más que unas risas con Max. Sí, era mono. Pero no tenía ni la frescura, ni lo chulito, ni lo tierno, ni lo arrogante, ni la sonrisa, ni los humos que tenía Hugo.
¡Ding-Dong!
Ya esta aquí. Así que ya sabes Eva, sonrisa en la boca y compórtate de manera educada y seductora. Solo así conseguirás intentar convencerte a ti misma de que puedes tener algo más que simples palabras con el que estaba al otro lado de la puerta. Abrí con la mayor sonrisa que podía tener.
- Hola- me dió dos besos con toda la simpatía del mundo- ¿Llego tarde?
- ¡Qué va! Justo a tiempo- le hice un hueco para que pasara. Antes de cerrar miré hacia la puerta de enfrente, como si con mi mirada pudiese abrirse para que saliera él y me llevara lejos de aquí antes de que yo misma saliera corriendo. Pero eso no paso y me vi resignada a cerrar la puerta.
- Qué bonito, todo- él me miró sonriéndome con dulzura... bueno, tampoco era tan feo como imaginaba, hasta se podía decir que estaba para hacerle un favor al chico.
- Ponte cómodo mientras saco las cosas de la cocina- iba a ponerme a caminar cuando escuché un ruido y a continuación.
¡Ding-Dong!
Mi cuerpo entero comenzó a temblar tras oír el timbre sonar, no podía ni siquiera moverme al ver cómo millones de imágenes traspasaban mi cabeza a toda velocidad. Solo la voz de Max me hizo despertar.
- ¿No vas a abrir?- le sonreí y con miedo, abrí la puerta, encontrándome justo lo que me esperaba que sería imposible encontrarme esa noche.
- Hola, siento llegar tarde... he traído vino.
Hugo me miró con una sonrisa de oreja a oreja, dándome a entender que yo había ganado una batalla, pero que aún había mucha guerra por delante. Y de momento, ésta quería que la ganara él. Ahora solo tendría que ver cómo transcurría la noche, y ver cómo se tomaba Max que dejara a Hugo participar en nuestra cita. Porqué claro que lo iba a dejar estar... y de qué manera.
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¡Ya estoy de vuelta! 🥰
Hugo no se iba a quedar de brazos cruzados esperando a que otro se acercara a Eva... ¿cómo creéis que irá la cita? 👀
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Deseo a las estrellas
FanfictionEva Barreiro es lo que puede considerarse, una chica normal. Con 23 años recién cumplidos se acababa de independizar, mudándose a uno de los pisos en el centro de Madrid que poseía Adri, su mejor amigo. Llevaba enamorada de él desde que casualmente...