La primera batalla. III

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Cerré la puerta después de coger la bolsa de la basura. Había conseguido pasar la hora de la comida sin escuchar un solo ruido desde la casa de al lado y tenía que reconocer que cuando el edificio estaba en silencio... era incluso agradable. Jamás me había parado a pensar el sacrificio que hacía una ama de casa al recoger todos los días las mismas habitaciones, pero hoy... hoy había sido un caos entre la fregona y el paño, que parecían reírse en mi cara. Al fin y al cabo, la casa había quedado intacta y ahora solo me quedaba bajar la basura para volver a mi oficio. O mejor dicho a mi entretenimiento sobre la nueva película de Disney. Sujeté las tiras de la bolsa y giré sobre mis talones mientras escuchaba el sonido de otra puerta cerrar.

No tuve ni que girarme al completo para saber de quién se trataba. La vecina de enfrente me miraba desafiante mientras sujetaba su propia bolsa de la basura y se daba cuenta de la mía.

No parecía la misma de esta mañana. Estaba vestida como si se fuese a ir de fiesta o a salir a tomar algo y se notaba a lo lejos que se había maquillado. A decir verdad, me había gustado más la chica natural que me había abierto la puerta esta mañana.

- La basura...- susurré yo señalando su bolsa con un dedo y sonriendo de medio lado. Después de la bronca que le había echado esta mañana sabía que no estaría de muy buenas pulgas, así que lo mejor sería tratarla con delicadeza.

- Sí, la tengo delante- ella también señaló, pero no a mi bolsa de basura, si no a mi. Puse la sonrisa más falsa que podría haberme salido mientras miraba cómo levantaba la otra bolsa victoriosa. Tenía que reconocer que era muy buena dando contestaciones.

- ¡Qué vecina más graciosa me ha tocado!- también levanté mi bolsa y di un paso hacia adelante al mismo tiempo que ella iba a coger hacia las escaleras. Nos miramos desafiantes y yo, como todo un caballero, me hice a un lado para que ella pudiese pasar- Las mujeres primero- dije con retintín, sin obtener un gracias de ella, o al menos un insulto.

Caminé detrás de ella sin apartar la vista... de... de... ¡Para que me lo iba a negar! No apartaba mis ojos de sus caderas. O esa chica era terriblemente sensual a cada instante o lo estaba haciendo adrede para que yo fijara la vista justamente en ese sitio. Al igual que reconocía que era la chica más pesada, intensa y antipática que había conocido, tenía que admitir que era la más guapa, sensual y corta rollos que jamás en la vida pensaría haber llegado a conocer. Sonreí mientras notaba como ella intentaba mirar hacía atrás con disimulo para averiguar lo que estaba haciendo.

- No te estoy mirando a ti, preciosa. – dije mintiendo al notar como seguía intentado mirar con poco disimulo a decir verdad. Sabía que mi contestación no le iba a hacer mucha gracia, pero ella había empezado primero comparándome con basura- La basura tiene mejores vistas que tu cuerpo.

- Mira, vecino de tercera- en realidad si que era de un tercero y era un vecino. Y puede que por eso ella pusiera cara de póker. Pero aún así siguió hablando- Te vas a enterar de quien es...- iba a soltar alguna sandez, lo más seguro, pero mejor que se quedara callada. Porque la mujer que me acababa de agarrar del hombro

- Hola... ¿Tú eres el nuevo?- suponiendo que estábamos en el 1º deduje que esa debía de ser la vecina cotilla que vivía en ese piso. Ésta se lanzó a darme dos besos después de que yo asintiera, y en ese justo momento pude observar como Eva agarraba su basura y muy disimuladamente seguía bajando las escaleras. ¡Será lista!- ¿Qué tal? Yo soy Lola

- Hugo, mucho gusto- miré hacia abajo viendo como Eva se paraba en el hall para sonreírme mientras me mandaba un beso burlón. Luego abrió la puerta de la calle y salió, dejándome como un bobo mirando hacía abajo mientras escuchaba la escandalosa voz de pito de la vecina. No me quedaba de otra que ser amable y darle conversación.

...

Lancé la bolsa dentro del contendor y me sacudí las manos, satisfecha. Hugo no sabía lo que le esperaba con esa vecina, justamente con la más cotilla de todo el bloque. Me había encantado coincidir con él en las escaleras y con la basura... solo para poder reírme de su aspecto y similitud con la bolsa, no porque tuviera ganas de volver a verlo. Que era todo lo contrario, por cierto. Lo más probable es que al subir siguiera la vecina hablando con él. A mi también me había hecho esa parada al mudarme aquí y no quería ni recordarla. Habían sido horas y horas sobre advertencias de los vecinos. Eso sí, ella era un santa comparada con los demás. El pobrecito no sabía lo que le espera allí parado, pero eso a mi no me importaba... de todo no se puede salvar uno en esta vida.

Abrí la puerta del hall y escuché las risas de Hugo y la vecina. Yo recordaba haberme reído falsamente, pero no con ese entusiasmo que le estaba poniendo él, como si en realidad le gustase la información que le estaban dando. ¿Y si le hablaba de mí? ¿Le diría que en todo este tiempo no he llevado a un chico a mi casa, aparte de Adri? Subí las escaleras con toda la experiencia que había cogido durante estos casi cinco meses, y lo que encontré no era nada lo que me esperaba ver. Hugo y la vecina seguían en sus sitios, pero había alguien más con ellos. El niño de la vecina, que tenía solamente 2 añitos y jugueteaba con Hugo. Enternecida, no pude evitar quedarme un poco parada al ver la escena, aún sabiendo que ellos no se habían dado cuenta de que estaba allí. Sonreí y subí un peldaño en las escaleras y creo que eso fue lo peor que pude haber hecho porque al ver la bolsa de basura apoyada en el primer escalón, una idea macabra cruzó mi mente. Sabía que no debía hacerlo, que posiblemente no solo me chillara él, si no que también todos los vecinos. Pero la tentación era demasiado grande. Y yo demasiado débil como para no caer en ella.

- Eva, tu lo haces y sales disparada por las escaleras para arriba- me susurré mientras subía otro escalón y me quedaba a solo dos de la bolsa de basura- Un solo roce y pum, lo conseguirás sin que ni siquiera se den cuenta de que pasaste por aquí, monada- sonreí más convencida y subí los dos escalones que me separaba de la bolsa- Solas tu y yo- susurré mirando a los lados y comprobando que seguían a los suyo.

Levanté la pierna derecha y la impulse hacía atrás para coger más potencia. Entonces con un movimiento ágil golpee la bolsa y ésta rebotó, y rebotó y rebotó mientras yo subía corriendo las escaleras para poder reírme desde arriba. Viendo como toda la basura se iba esparciendo por las escaleras. Hugo y la vecina se miraron asustados mientras el niño comenzaba a llorar en los brazos de mi vecino, que lo zarandeaba para arriba y para abajo levemente intentando calmarlo. La verdad es que sería un padre perfecto, porque lo intentaba y lo estaba consiguiendo. Sonreí justo en el momento que levanto la cabeza para mirarme con mala cara. ¡Sí! Me había pasado un poquito pero... ¿La tentación es la tentación?

...

Escuché la puerta cerrarse de un portazo tras de mi enfurecido, haciendo que algunos de los cuadros que había colocado se tambaleasen un poco. Lancé las llaves contra la mesa y de un salto me acosté en el sofá colocándome las manos en la cabeza. Llevaba más de media hora recogiendo lo que Eva había tirado y si había algo que no aguantaba, es que me hicieran recoger lo que ya había recogido. Y mucho menos me gustaba que ella hubiera ganado la primera batalla. Porque que hubiera ganado la primera, no significaba que hubiera ganado la guerra.

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La guerra solo acaba de empezar 👀

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