El calor que hacía era asfixiante. Casi no podía respirar o por lo menos eso era lo que me parecía a mí al mantener los ojos cerrados.
La claridad que llegaba directamente a mis ojos no era propia de mí, que acostumbraba a cerrar las cortinas cada vez que me iba a la cama para impedir que esto sucediese por las mañanas, pero al parecer en algún momento de la tarde había caído tan rendida en la cama que no había reparado en ello.
Me atrevería a decir que no recordaba nada de lo sucedido ayer, a excepción del sueño que había tenido, donde los protagonistas éramos Hugo y yo y en el que los dos nos dábamos a entender el uno al otro de que nos amábamos. Bueno, más claramente él que yo, ya que se atrevía a decirme que me quería como nunca antes había imaginado.
Sonreí... a pesar de que todo había sido un sueño, había sido muy real y había sido mi sueño.
- ¡Buenos días!- susurré a la nada mientras me acomodaba un poco más entre las sábanas para llevarme el mayor susto de mi vida. Había algo en mi cama y estaba clarísimo que no era Vega.
Arrastré la mano por la sábana hasta que llegué a tocar piel humana, al parecer era un brazo que parecía tener un reloj. No quería abrir los ojos, si no recordaba lo que había pasado ayer podría haber hecho cualquier locura... hasta la de llevarme a la cama a un desconocido.
Seguí acariciando el brazo de la persona que se encontraba a mi lado. Y de pronto, en el mismo momento que abrí los ojos y comprobé que no estaba en mi cama, ni en mi casa, volví a mi sueño. Un sueño que no lo había sido tanto.
Con una sonrisa en mis labios me acomodé en la cama, haciendo que mi cabeza descansase en su pecho que se movía pausadamente al compás de sus latidos, los cuales parecían ir en ocasiones demasiado rápido pero en otras tantas tan lento que me llegaba a asustar.
Se sentía bien el hecho de encontrarme junto a él, sabiendo que cuando despertara nada cambiaria esta vez y por fin los dos estaríamos uno al lado del otro.
Mi mano, aún ansiosa por seguir reconociendo el cuerpo del hombre que yacía a mi lado, se adentro sin ningún pudor en los adentros de su camisa, para notar como su piel caliente y suave me envolvía. Me estremecí al acariciarlo y notar como el se movía casi imperceptiblemente a mi lado.
Una sonrisa se asomó en sus labios a pesar de que sabía que seguía durmiendo, tal vez, estuviese soñando conmigo y en ese sueño, yo lo estoy acariciando de la misma manera que ahora. Sonreí contenta por mi pensamiento y dejé que mi mano vagara por su pecho sin ningún tipo de vergüenza, para dejarla descansar en su cuello.
- Entonces no fue un sueño- murmuré rozando su camiseta con mis labios y sacando lentamente mi mano de debajo de su camisa- ¡Da igual! Para mi es un sueño que por fin estés aquí... conmigo- sonreí como una tonta y enterré mi cara entre el hueco de su cuello y su hombro. Sus manos me rodearon inconscientemente y yo suspiré con romanticismo.
De golpe recordaba todo lo que había sucedido ayer y me moría de ganas de que despertase para poder probar sus labios de la misma forma que la noche anterior, sin miedos, sin tener que esconderme en mis sentimientos y evitar sentir lo que siento. Simplemente saborear sus labios con toda la libertad que podría tener una persona con el que se está convirtiendo en el amor de su vida.
Con mucho cuidado despegué mi cabeza de él y la apoyé sobre mi mano mientras que con la otra intentaba deshacerme de su encierro improvisado. Si mal no recordaba hoy era la junta de vecinos, y para mi mala suerte yo debía ir. Al igual que el resto de personas que vivían en este edificio.
Me senté sobre la cama y lo miré con la sonrisa más rara que me había recorrido en mi vida el estómago, tan rara que casi era incapaz de expresar lo que estaba sintiendo en este momento.
Intentando apartar mis pensamientos del hombre que tenía postrado a mi lado, me levanté de la cama para sentir como mis huesos crujían debido a alguna mala posición durante la noche.
La verdad es que a pesar de eso sentía que había dormido como si me encontrara en una nube. Alcancé a colocarme los zapatos aún de pie, solo en ese momento supe que estaba preparada para abandonar la casa como si fuese una ladrona.
- Adiós bebé - susurré aún sin creerme lo que estaba diciendo al mismo tiempo que me inclinaba para besar sus labios y darle una suave caricia por el lado derecho de la cara.
Ahora sí que se me había ocurrido algo... él me había dicho que me quería, ahora era mi oportunidad.
...
Lancé mi mano al lado derecho de la cama con la esperanza de encontrar un cuerpo delicado y lleno de curvas femeninas que posiblemente en breves momentos me despertase con besos, pero cuando abrí los ojos me di cuenta de que lo estaba tocando no era ni delicado, ni con curvas y mucho menos me iba a dar besos.
Sonreí al ver el paquete de azúcar colocado estratégicamente en el lado de la almohada donde puede que horas antes hubiese estado ella.
Sonreí al notar como había algo en mi frente que me impedía ver con total claridad. Levanté la mano para quitar lo que parecía ser una nota en mi cara. La niña me había salido muy listilla con esto de molestarme aún siendo o por lo menos, yo creyendo que era, mi pareja.
"Buenos días dormilón. Levántate que tenemos reunión de vecinos y no te pongas muy guapo que la vecina de enfrente te ha echado el ojo, creo que se llama Eva. Te espero abajo.
Pd. Yo también te quiero"_____________
¿Queréis otro más tarde? 👀
Os leo
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Deseo a las estrellas
FanfictionEva Barreiro es lo que puede considerarse, una chica normal. Con 23 años recién cumplidos se acababa de independizar, mudándose a uno de los pisos en el centro de Madrid que poseía Adri, su mejor amigo. Llevaba enamorada de él desde que casualmente...