Palomitas seductoras. II

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Me había quedado dormido, me había quedado dormido... ¡Me había quedado dormido! ¿A qué tipo de hombre que esta coladísimo por una chica, se le ocurre dormirse sabiendo que ella va a venir?

Me levanté de un salto notando como pisaba uno de los tantos bolígrafos que tenía esparcidos por la habitación. ¿Esto era una broma? Poco a poco comencé a sentir el dolor en mi pie descalzo, pero no había tiempo para quejarse. Tenía que buscar una película interesante y con la cuál pudiera acercarme a ella a lo tonto. ¿Una de acción? ¡Bah! Esas no que son para los amigos... ¿Comedia? Me acerqué a observar las que tenía, y la verdad es que no creía que a ella le gustasen de ese tipo. ¿Romance? Miré la de Un paseo para recordar, esa película era preciosa pero no quería que terminara llorando... ¡De terror! SÍ, esas son las que me gustan a mí cuando se trata de pasar un buen rato con una chica.

Cogí la nueva de Freddy Kruger y salí de la habitación un poco más tranquilo al imaginar que me quedaba menos por hacer... ¿Para comer? Unos refrescos, patatas... y palomitas. Eso era imprescindible.

- Vamos Hugo, hoy es tu día y te va a salir todo perfecto- me susurré a mi mismo entrando en la cocina, la parte más limpia de la casa ya que casi nunca pasaba por ella. Ni si quiera era capaz de recordar dónde estaban los vasos o los platos, era como terreno desconocido para mis sentidos- A ver Huguito, tú no te desesperes y vete a buscar las palomitas y las patatas al almacén, luego ya verás qué haces- me sonreí a mi mismo, pero mi sonrisa desapareció cuando cogí los paquetes y escuché el timbre sonar-¡Mierda!- susurré dando dos zancadas para salir de la cocina- ¡Ya voy!

Me paré frente a la puerta poniéndome las palomitas bajó el brazo y limpiándome las manos en el pantalón. De golpe me había puesto nervioso y sentía un sensación extraña en el estómago a la vez que tenía ganas de dar saltos de alegría. Abrí la puerta con la mayor de las sonrisas en mis labios, y el verla allí sonriéndome de igual manera, consiguió hacer que mi corazón se parara por una milésima segundo para dejar como última imagen su belleza en mi retina, porqué aún a pesar de estar en pijama era más bella que ninguna otra.

- Hola- susurró poniéndose de puntillas para besar mi mejilla, dejándome aún más atontado de lo que ya estaba de entrada- ¿Me invitas a pasar?- no sé cómo conseguir hacerme a un lado para dejarla pasar porqué únicamente tenía ganas de acariciarme el cachete como un quinceañero enamorado- Gracias- el sonido de la puerta al cerrarse fue lo único que me hizo salir de mis pensamientos.

- Hola Eva- suspiré para quitarme lo tonto de encima- Ponte cómoda mientras yo hago las palomitas- le sonreí y entre en la cocina, dejándola sola en casa enemiga.

...

Conseguí agacharme para recoger un lápiz del suelo antes de que él entrara en la cocina. Tenía pinta de estar recién levantado, lo que no era posible, ya que echándole un vistazo al resto del salón, no parecía que hubiese estando dormido.

Observé con curiosidad un dibujo donde aparecían él y una niña chiquita, era tan real que cualquiera podría haberlo confundido con una foto. Parecía ser muy bueno en su trabajo, lo que no era una mala noticia suponiendo que eso le daría más trabajó aún del que tenía.

- Eres muy bueno con los dibujos- dije gritando mientras miraba otro en el que se plasmaba la ciudad de Nueva York.

- Gracias- dijo asomando la cabeza por la puerta de la cocina sonriéndome como él solo sabía hacerlo- Ese lo hice desde el balcón de mi piso en Nueva York, una noche que no podía dormir y me dio por dibujar la ciudad- me guiñó un ojo.

- Es muy bueno...- sonreí y cogí una foto donde salían él y Laura, parecían muy felices, como si se tratase de una pareja enamorada, cosas que nunca habían llegado a ser gracias a que los dos habían diferenciado la amistad del amor.

- ¿Te pasa algo, morena?- salió de la cocina con un bol de palomitas y unos refrescos en otra mirándome con cara preocupada. Sin decir más, dejó las cosas sobre la pequeña mesa que había frente a los sillones y caminó hacia mí, mirando la foto que sostenía entre las manos.

- Nada, solo que si tú hubieses estado con Laura las cosas hubiesen sido muy diferentes- pensé en Adri, y que en este preciso momento sería él quien estuviese aquí preguntándome lo que me pasaba. Y por muy raro que pareciera, no me gustó, prefería que fuese Hugo quien me consolase.

- No entiendo lo que quieres decir- se agachó un poco y me cogió la cara entre sus manos para mirarme con preocupación- Pero no te pongas triste, morena- yo sonreí y cogí sus manos que seguían pegadas a mi cara.

- No, no me pondré triste- sonreí como una niña chiquita y acerqué mi cara a la suya inocentemente para rozar mi nariz con la suya de forma juguetona, él rió limpiamente.

- Así me gusta- besó mi frente sonoramente y yo me abrace a él, sintiéndome protegida, llena, en paz.

- ¿Sabes qué?- dije sonriendo pícaramente al recordar lo que me había contado Nia. Emitió un sonido para que prosiguiera tranquilamente- La vecina del 2º esta convencida de que somos amigos con derecho a roce porqué nos ve pasando constantemente de un piso a otro- reí y él lo hizo conmigo. Tampoco me desagradaba tanto la idea.

- Que piense lo que quiera- dijo despegándome dulcemente de él- ¿Vemos la peli morena?- me encantaba que me llamara de esa manera.

- ¿De qué es?- pregunté para saber si podría pegarme a él como escusa de alguna escena.

- De miedo- yo sonreí aún más, justo lo que necesitaba.

- Me pido el lado derecho- chillé antes de echarme a correr. Señoras y señores, que dé comienzo la película.

Deseo a las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora