Todo cambió. I

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Tenía la sensación de que la cama se estaba moviendo conmigo dentro, o por lo menos que de un momento a otro me iba a lanzar fuera de ella.

Tal vez fuese eso o... abrí un ojo, para comprobar si mis sospechas eran reales... y lo eran. Las tres burras de turno estaban lanzándose a mi cama como si dentro no hubiese nadie, y la zarandeaban con suavidad y agresividad a la vez, la mezcla perfecta para hacerme despertar.

Gruñí y abrí los ojos completamente un tanto alterada al reconocer que me era imposible despertarme de buen humor por las mañanas.

- ¿¡Se puede saber qué diablos hacéis!?- escuché cómo Nerea se reía al verme enfadada. Lucía le golpeaba con la almohada y Romi se escondía en ella un tanto asustada por mi chillido.

- Nada, solo te despertábamos- contestó Nerea tan pasota como siempre, levantándose de la cama para salir por la puerta como si no hubiese pasado nada segundos antes.

- No le hagas caso, en realidad veníamos a hablar contigo de algo que hemos visto- dijo Lucía tan sonriente como siempre, era como la chica feliz del grupo.

- Sí, y mientras ella lo hace yo voy por algo que me pueda proteger- dijo Romi levantándose de la cama aún un tanto asustada por el chillido que había lanzado antes. Era tan sensible que incluso ese gesto tan insignificante conseguía atemorizarla.

- ¿Qué has visto?- le pregunté a Lucía cuando Romi se marchó. No estaba del todo segura de saber qué era lo que se traían entre manos, pero si no me quedaba más remedio... tendría que escucharlo.

- Bueno, más que ver... hemos oído- a Lucía le brillaban los ojos con emoción retenida, parecía no caber en sí misma de la alegría que la embriagaba.

- ¿Me lo vas a contar o vas a seguir sonriendo como una bobalicona?- pregunté, empezando a contagiarme por el empanamiento que tenía mi amiga.

- Sin prisas – respondió pausadamente- Verás... es que, sin querer obviamente, encontramos tu móvil vibrando en el sillón... y ya sabes lo cotilla que podemos ser tres chicas en un salón sin nada que hacer y mucho más si la que falta está durmiendo mientras su móvil vibra y...- estaba comenzando a liarme como una persiana, al igual que lo hacía Sam... Sami, cuanto la echaba de menos.

- ¿Quieres abreviar?- sin duda, Lucía era lo más semejante que tenía a mi mejor amiga aquí, a lo mejor, cada una de ellas tenían un poco de Sam.

- Como tu móvil estaba sonando, lo cogimos- yo empalidecí de golpe, imaginando que era lo que podía haber sucedido en esa llamada que tan nerviosa había conseguido poner a las chicas-... era ese chico...- mis ojos se tuvieron que salir de mis orbitas, porqué Lucía se alejó un poco-... el chico del que estás enamorada, Hugo.

- ¿Hugo? ¿Llamada? ¿Qué quería?- salí de mi trance tras la última pregunta- ¡Por qué cogisteis mi móvil!- estaba un tanto alterada, pero más por los nervios que envolvían mi estómago que por lo que pudiese haber sucedido en esa conversación.

- ¡Y yo que sé!-contestó sonriendo- Lo que sí sé es que ese chico tiene una voz súper tierna y dulce, aunque a la vez provocativa.

- Créeme que sé cómo tiene la voz- susurré volviendo a acostarme en la cama con la mirada fija en el techo. El hecho de haberlo rechazado hace una semana no me había dejado dormir por las noches y me hacía sentir una completa estúpida a cada segundo, pero al parecer mi orgullo era aún más grande que el amor que sentía por él.

- Pues nos dijo que llamaba para despedirse de ti- esas palabras me atravesaron el pecho-... que hoy iba a abandonar Madrid y que se iba, aunque esperaba verte pronto- sentí ganas de correr hacía el aeropuerto y seguirlo allá donde se hubiese ido.

Deseo a las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora