Estaba a punto de ser medio día y mi amiga no era capaz de abrirme la puerta a pesar de llevar más de cinco minutos tocando. Era casi improbable que estuviese durmiendo porque de despertarla ya se encarga su novio cada mañana.
Así que fijo que no quería abrirme por algo, o se estaba lavando el pelo, o haciendo yoga o... ¿Y si había hecho tiramisú y no quería darme? ¡Seguro que era eso! La maldita todavía era incapaz de olvidarse de cómo acabé con su postre la última vez.
Me alejé de la puerta y giré mi cuello para observar de reojo la que tenía en frente. Tal vez... quizás... ¿Tan pronto?... puede... y si... no, no... pero... ¡Hoy se salvaría!
Si al final se había atrevido a lanzarse con los brazos, bueno, mejor dicho con las piernas abiertas a Hugo, no iba a ser yo quien interrumpiese esta vez lo que debía ser una bonita mañana de enamorados, así que me iría con todo mi orgullo y mi curiosidad por saber si lo que estaba pensando era o no verdad.
- ¡Lo que hace el amor!- dije empezando a bajar las escaleras. Aunque bueno, tampoco es que yo tuviera mucho derecho a hablar después de que me pasase todo el día pensando en un chico al que solo había visto una vez, al que casi había matado y al que había mentido. ¡Sí señor! Las bases fundamentales para poder empezar una relación con buen pie.
Le había preguntado a Adri por el chico que me había respondido su teléfono el otro día, pero se había tenido que ir corriendo dejándome con la incertidumbre. A pesar de ello, estaba completamente segura de que era él, ya que solo él se atrevería a llamarme Mar. Lo que significaba que se acordaba de mí.
- ¿Mar?- ¡Ves! Otra vez estaba segura de que era su voz la del teléfono. Sonaba tal y como era la de él, dulce pero a la vez grave, grave y claro, diferente y normal a la vez- ¡Mar!- ¡Bueno! Mente... que lo recuerdes una vez vale, pero dos... ¿No crees que es prolongar el sufrimiento?- ¿Qué haces aquí?- sentí una mano colocarse sobre la mía en la barandilla y mis ojos se abrieron como platos a la par que mi piel se erizaba.
- Ho... ho... hola- dije sin aliento. Sin saber si desmayarme o colgarme de su cuello para arrancarle un mechón de pelo y clonarlo.
- Soy Flavio. Flavio... al que casi atropellas- Así que ese era su nombre, y era casi tan bonito como sus ojos, o su sonrisa, o su pelo, o sus labios o ese cuerpazo que me estaba derritiendo.
- ¡Aja! Interesante... ¡Me voy!- lo pasé por un lado para comenzar a bajar las escaleras sin saber dónde poner un pie u el otro, entonces me paré en seco siendo consiente de que ya no me verá- ¡Flavio!- chillé sabiendo que él todavía me oiría- ¡Me llamo Sam, Sam Gilabert!- reí y seguí bajando las escaleras tan tranquila y revolucionada que podía ser un volcán.
...
Abrir los ojos. Era una frase corta pero con mucho contenido para mí en estos momentos porque esas simples tres palabras, significaban que tenía que despertar de un mundo donde nada era real pero a la vez era tan irreal que parecía un sueño. Todo era un lugar de sensaciones mágicas y ficticias que me hacía querer quedarme con los ojos cerrados toda una vida, con la simple esperanza de que ella tampoco se atreviera a abrirlos y se quedase a soñar conmigo.
Pero este sueño se tenía que disolver en el aire, porqué la realidad es que fuera de esta habitación había un mundo real que nos esperaba ansioso. Tal vez no fuese tan bonito como el momento especial que habíamos creado en este entorno, pero si estábamos juntos, nada podía salir mal nunca.
Los abrí de golpe para no retrasar algo que era inevitable. Era hora de levantarse y comer algo antes de que los dos quedásemos desnutridos por demasiado ejercicio y tan poca alimentación.
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Deseo a las estrellas
FanfictionEva Barreiro es lo que puede considerarse, una chica normal. Con 23 años recién cumplidos se acababa de independizar, mudándose a uno de los pisos en el centro de Madrid que poseía Adri, su mejor amigo. Llevaba enamorada de él desde que casualmente...