La boda. II

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Había pasado una hora desde que la ceremonia había terminado con un vivaz y feliz aplauso hacia los novios. Ahora simplemente estábamos en el restaurante esperando a que la feliz pareja de recién casados se dignara a aparecer por allí.

¿Es que no se daban cuenta de que hay gente que tiene cosas que hacer? Como... como... darse un atracón de langostinos. ¡Hombre! Que me iba a desmayar. Lo más seguro sería que estuvieran llegando, y para colmo de los colmos, tendría que saludarlos yo sola. Sam había desaparecido justo en el momento en el que un chico moreno le había guiñado un ojo.
La tía parecía tener un imán para atraer a los buenorros, no como yo, que estaba de pie al lado de una mesa llena de miles de calorías que me decían a gritos: Pruébame, cómeme, saboréame.

- ¡Que vivan los novios! – los aplausos y gritos consiguieron apartar mis ojos de aquella irresistible comida. Habían llegado los novios, agarrados de la mano y sonriendo abiertamente. Me dolía, pero tenía que reconocer que hacían una pareja maravillosa-

- ¡Eva!- Laura se acercó a mí con los brazos abiertos y una enorme sonrisa en la boca. Parecía realmente feliz y enamorada. Con velocidad se abrazo a mí y yo la apreté con ganas, al fin y al cabo, era una de mis mejores amigas-

- ¡Felicidades!- sonreí sujetando sus manos notando como de sus ojos soltaba una lagrima de felicidad-

- No le hagas mucho caso, lleva así desde que salimos de la iglesia- Adri, mi Adri o por lo menos mi mejor amigo, apareció detrás de su mujer, sonriendo con la mejor de sus sonrisas. Una de un hombre feliz- ¡Enana! No sabes el susto que me diste cuando escuché tu estornudo en la iglesia- me abrazó y yo no pude evitar lanzar un suspiro al sentirlo entre mis brazo-

- Siempre quiero ser el centro de atención- nos separamos no sin antes notar sus finos labios sobre mi mejilla, haciéndome sentir en una nube que se podía desinflar en cualquier momento-

- ¿Y Sam?- preguntó Laura aferrándose con dulzura a su marido. Esto estaba resultando más duro de lo que había imaginado-

- Se fue detrás de un buen culo- los tres reímos haciéndome sentir como cuando todos éramos amigos, nada más y nada menos. Simplemente amigos que se amaban entre sí en secreto-

- ¿Vamos a buscarla, mi amor?- Adri acarició la mejilla de Laura, mirándola a los ojos con una sonrisa para luego besarla delicadamente. Yo quité la vista de ellos enseguida, no quería presenciar ese tipo de escenas-

- Claro- se sonrieron entre sí- ¿Vienes Eva?- Laura extendió su mano, al parecer para llevarme con ellos, pero a mí eso no me apetecía nada, solo quería estar sola el resto de la noche. Sin nada ni nadie que pudiese amargar mi soledad-

- No gracias, yo voy a dar una vuelta. Tal vez baje al jardín- asintieron para luego marcharse.

Yo coloqué mi mano derecha en mi brazo izquierdo, acariciándomelo al mismo tiempo que suspiraba con ganas. Pronto llevé mis ojos a las escaleras que llevaban a la parte inferior, al jardín, que según había estado observando, tenía una piscina. Tal vez eso me relajase un poco.

Sí, eso no estaba nada mal. Ni tampoco prohibido. Bajaría a la piscina y me sentaría en el bordillo para poder meter los pies en el agua, y desde allí poder maldecir a todo lo que fuera rubio, guapo y tuviera en sus manos a un hombre increíble. Sinceramente, un plan perfecto.

...

La copa de champán había acabado en mis manos como por arte de magia. O tal vez no por tanta casualidad. Hacía apenas unos segundos desde que Laura se había acercado a saludarme junto con su marido, Adri. Al que había tenido el placer de conocer en el mismo día de la boda. La verdad es que jamás había llegado a pensar que mi mejor amiga fuese a casarse con un hombre que valiese la pena, y por lo que había podido observar, este la valía.

Deseo a las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora