Deseo a las estrellas

El tercero en discordia. II

La sonrisa no desapareció de mi cara en ningún momento. Era como si el tiempo se hubiese detenido y ese chico hubiese quedado al margen dejando que nuestras miradas se perdieran una en la otra sin posibilidad alguna de salir de ese laberinto. Parecía querer decirme tantas cosas con una sola mirada que de pronto comencé a sentirme inseguro sin motivo alguno. Era como si me diese las gracias por estar allí y a la vez quisiera echarme a patadas, aunque de todas formas, no dejaría por nada del mundo que ella se quedase sola con aquel cara de salido.

- Morena... ¿Me dejas pasar?- ella pareció salir de su trance en el momento que sacudió la cabeza de una lado al otro, poniendo una posición informal y una sonrisa falsa en sus labios. Al parecer ella no estaba muy contenta de que estuviese aquí.

- Claro, pasa, como si estuvieras en tu casa- su respuesta me dejó en blanco, había imaginado que se dedicaría a lanzarme insultos y a intentar echarme de la casa a patadas consiguiendo con eso que el tal Max viera el genio que se gastaba la morena y saliera por patas antes de que la pagara con él.

- Gracias- respondí empezando a pensar que no había sido tan buen plan presentarme allí sin tan siquiera pensar en qué iba a decir cuando llegase. Esto de actuar por instinto se estaba convirtiendo en un problema para mí.

- Voy a coger otro plato, os dejó solos unos minutos- chica lista al hacerme pasar un mal momento, lo que ella no sabe que mejor conmigo que con ella. Así podría meterle en la cabeza que Eva no era un buen partido para él.

Me dio una palmada en la espalda antes de alejarse a cámara lenta hacía su habitación, como si no nos fuésemos a dar cuenta de que no era muy normal que guardara los platos y la cubertería en su habitación, algo que probablemente no fuese cierto. Miré a mi compañero de habitación con desconfianza analizándolo detenidamente.

- Hola, soy Hugo- dije mirándolo con mala cara y puede que con una posición que no decía precisamente que fuésemos amigos. Él se cruzo de brazos y me miró levantando una ceja. De pronto rió un poco y negó con la cabeza.

- Soy Max... y por lo que veo tú eres el vecino del que me hablo Sam...- yo lo miré con los ojos entrecerrados la escuchar lo que salió de sus labios sin venir a cuenta.

La voz de Eva se escuchó a lo lejos.

-¡Chicos, en seguida voy para allá! Ponéos cómodos- la verdad es que no era muy normal que apareciera en su casa cuando sabía precisamente que ella tenía una cita, y sobretodo pensando todas las preguntas que me iba a hacer cuando la cena terminara. Eso sí que sería interesante de planear.

- ¿Nos sentamos?- dijo Max como si intentara hacer buenas migas conmigo, la verdad es que la idea de que este tipo me conociera no me daba muy buena espina.

- Claro- pero no me dejaría atemorizar por él, justo al revés, la persona que se tenía que largar de esa casa era él, no yo. Así que concéntrate Hugo que no estás para tonterías. Me senté frente a él en la mesa, mirándolo fijamente.

- ¿De qué conoces a Eva?- preguntó intentando entablar conversación conmigo mientras cogía el vino con intención de descorcharlo.

- Soy su vecino- respondí extendiéndole la copa al ver que planeaba echarme un poco de vino. No quería el riesgo de que tirara la copa adrede para macharme y así poder deshacerse de mí.

- Así que su vecino...- él me sonrió-... me parece muy bien- yo entrecerré los ojos al ver la cara que ponía- más oportunidades para vernos.

- ¿Y por qué tendríamos que vernos?- bebí un poco de vino al ver cómo me miraba, esto me empezaba a incomodar más de lo normal.

- Bueno, es normal en estás circunstancias- respondió él haciendo lo propio con su vaso.

- Está bien eso- dije sin pillarle el sentido- ¿Y qué se supone que significan éstas circunstancias?- entrecerré los ojos imaginándome que los tiros no podían ir por allí o por lo menos esperaba que no fuese lo que estaba pensando.