Deseo a las estrellas

Si te beso, no me acuerdo. I

El suspiro que salió de mis labios sin apenas fuerza llenó el silencio que había envuelto la casa desde hacía ya casi media hora. Ese era el tiempo que había pasado desde que había llamado a Sam para poder contarle lo que me había sucedido ayer en casa de Hugo. Que no era para nada malo, es decir, que era lo mejor que me ha pasado en la vida, pero la noche no me había sentado bien... mi cabeza se había puesto a dar vueltas y de pronto tenía una lista de contras en mi mente que me decían que todo esto acabaría mal, si no era por su culpa, sería por la mía. Y optaba por que sería la segunda opción.

Hugo parecía ser el chico que cualquier mujer un poco inteligente querría para sí misma, tenía la madurez de un hombre y la inocencia de un niño. No era el chico más guapo que podrías encontrar, pero el simple hecho de que te mirara a los ojos conseguía hacerte olvidar al resto de hombres que pudiera haber a tu alrededor. Capaz de volverte loca de rabia y de amor. Era capaz de confundirme hasta tal punto de que no tenía ni idea de lo que debía hacer. Llamar a su puerta y saltar en sus brazos o volver a mi amor imposible, Adri, el chico que me quería como una amiga y que jamás llegaría a tener. Eso era obvio.

Había una pregunta en mi interior que no conseguía responder o por lo menos que me negaba a aceptar. ¿Alguna vez había amado a Adri o solo había confundido el cariño con amor tal y como había llegado a hacer Hugo con Laura? ¡Esto me iba a volver loca!

- Vega, dime qué hacer- le rogué a la perra que jugaba con un osito de goma que había conseguido arrastrar desde mi habitación hasta el salón- ¡Qué bonito! Yo con un cacao mental que podría dejarte huérfana, y tu solo pensando en divertirte- me crucé de brazos indignada- ¿Y si me equivoco?- susurré antes de escuchar como tocaban con sutileza la puerta.

Me quedé paralizada en el sillón por unos segundos. ¿Y si era Hugo? ¿Vendría a recriminarme que me largara o estaría dispuesto a comerme a besos? ¿Sería yo la que me lanzara a sus brazos antes de darle tiempo a decir algo?

Miles de preguntar atravesaron mi cabeza de golpe, tanto así que ni siquiera me percate de cómo abrí la puerta, ni de cómo Sam entraba quejándose de que tardara tanto en hacerlo, ni de cómo la decepción se apoderaba de mí hasta despertarme de mi estado de ensimismamiento.

- ¿Te pasa algo, Eva?- Sam me miró preocupada. Sabía lo que me pasaba, con pelos y señales. Es más, me atrevía a decir que ella sabía más de mi en este momento, que yo misma.

- Me pasan muchas cosas- contesté en un susurró mientras mi cuerpo se encargaba de arrastrar los pies hasta el sillón y de no perder el camino.

- Eva, es que eres boba- refunfuñó Sam como si se desesperara- Yo tengo a semejante tío besándome y dándome a entender que esta loco por mí y yo lo que menos hago es salir corriendo- se tiró en el sillón de golpe como si estuviese agotada. Yo la miré con cara de pena para que se diera cuenta de que esa parte la tenía clara.

- Me dió miedo- susurré sentándome en el sillón y rodeándome las rodillas con las manos para poder abrazarme a mi propio cuerpo.

- ¿Miedo de qué?- Sam parecía otra de golpe, como si hubiese madurado en dos segundos lo que no lo había hecho en 19 años.

- Miedo de haberme enamorado de Hugo- la miré para comprobar cómo abría los ojos sorprendida. Tanto que parecía haberse quedado sin palabras por primera vez. Eso me hizo pensar que mi preocupación por el tema no era tan exagerada como había creído creer.

- Vaya- se limitó a decir lanzando un largo suspiro, como si necesitase tiempo para asimilar la situación y atreverse a decirme lo que realmente pensaba sin que corriera el riesgo de hacerme llorar como una quinceañera.

- Vaya...- repetí suspirando junto a ella sin apartar los ojos de su mirada sorprendida.

- Pensé que querías a Adri- esa era la única respuesta que no me esperaba recibir después de confesarle que sentía algo más que una simple atracción por mi vecino de enfrente.