Atendía a la conversación como si mi vida dependiera de ello. Se suponía que este era uno de los días más importantes de mi vida, tanto en lo profesional como en lo personal, por lo menos debía serlo si quería ser un hombre prometido al final de la noche.
Las palabras del hombre enchaquetado que tenía delante, sonaban a chino para mí. Y tal vez fuese porqué se trataba de un gran empresario chino que había venido desde allí para proponerme a mí y a mi agente que aceptara un trabajo para él. Solo que había una serie de requisitos que no estaba dispuesto a aceptar, ni ahora ni nunca.
Al parecer para poder aceptar este trabajo tendría que mudarme a la gran comarca de los comercios... el centro de China. Algo que ni se me había pasado por la cabeza desde que me lo había propuesto.
Y si había algo de lo que estaba seguro es que yo nunca me mudaría si ella no lo hacía conmigo, y dudaba mucho que ella quisiera venirse a vivir conmigo a China de momento. Aquí tenía a sus amigos y familia, suficiente como para no querer dejar nada atrás.
Puede que también estuviese el hecho de que yo tampoco quería abandonar lo que por fin comenzaba a sentir como un hogar después de tanto tiempo.
Miré con desacuerdo a Eduardo, mi agente y amigo. Este parecía poner cara de loco al ver que estaba rechazando lo que se suponía la mejor oferta para impulsarme a nivel mundial, aún más de lo que ya lo era.
Cierto que el trabajo como dibujante no sé valora lo suficiente a pesar de que seas tu el que consiga que una película de dibujos animados se convierta en una superproducción gracias a las horas de trabajó, pero sinceramente, creo que estando aquí sería igual de reconocido que estando allá y sin todo lo que ahora me rodeaba.
- Lo siento, pero creo que no puedo ajustar a lo que usted desea- le dije al señor encorbatado, que también abría los ojos desmesuradamente al igual que mi amigo. Tenía mis razones y si ellos no sé ajustaban a lo que yo exigía, otra oportunidad se presentaría-
- ¿Hay algún problema?- el otro hombre, ya español, que lo acompañaba, lo preguntó con total normalidad. Tenía pinta de ser un hombre frío, distante y serio a lo que se refería al trabajo.
Probablemente el mandamás de la reunión a pesar de que casi no había dicho más de tres palabras.
- No, ninguno, señor... Ortiz- pronuncié al ver la pequeña tarjeta de seguridad que llevaba colgada del cuello- Simplemente no puedo ajustarme a las condiciones que ustedes exigen- hablé con serenidad a pesar de saber que estaba renunciando a una gran oportunidad.
- Si es por el dinero, podemos solucionarlo, aunque creo que la cantidad que le hemos ofrecido es más que generosa...- parecía intentar decirme que era un aprovechado y a mí me estaban entrando ganas de reír a carcajadas. El dinero era lo último que me importaba- ... también nos hacemos cargo de la vivienda... así que no entiendo que es lo que le molesta del contrato- el señor Ortiz comenzaba a tocarme un poco lo que debía dejar tranquilo.
- El problema no viene a raíz ni del dinero, ni de la vivienda... es más, es de agradecerle que se hayan querido hacer cargo de todo, pero creo que respecto a lo último podría haberme valido por mí mismo, se me da bien elegir los lugares en los que me asiento- éste se cruzó de brazos y se puso en pie, incomodándome aún más si era posible.
- ¿Entonces cuál es su problema?- se agachó un poco para decir esto último, poniéndome de los nervios, luego siguió su camino para detenerse a mirar por la ventana. De golpe sentí ganas de contestarle que mi problema comenzaba a ser él.
- El problema es que no quiero mudarme de momento e irme a vivir a China sería un cambio muy drástico que podría afectar a mi vida personal, y no estoy dispuesto a asumir ese riesgo- noté cómo miraba por el rabillo del ojo con escepticismo.
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Deseo a las estrellas
Fiksi PenggemarEva Barreiro es lo que puede considerarse, una chica normal. Con 23 años recién cumplidos se acababa de independizar, mudándose a uno de los pisos en el centro de Madrid que poseía Adri, su mejor amigo. Llevaba enamorada de él desde que casualmente...