La primera batalla. I

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Hoy, a pesar de saber que una de mis mejores amigas y mi mejor amigo me habían tendido una trampa con el vecino, que no soportaba a Hugo, que llevaba ya una semana aguantando su presencia y que Sam había estado pasando de mi dos días porque al parecer estaba "ocupada" con su nueva conquista... Hoy, estaba de buen humor. Tenía ganas de hacer de todo, limpiar, cocinar, montar una fiesta... No sé porqué, pero hoy tenia ganas de ser feliz. Y lo pensaba ser. Claro, que sí. A tomar por saco los libros, ya estudiaría otro día. Ni siquiera había recibido la carta de la universidad lo que me había producido un bajón momentáneo. Tanto insistir en que enviara la solicitud y ellos mismo pasaban de mí. ¡Que falta de responsabilidad!

Para empezar un día perfecto, primero había que descargar toda la mala leche que llevaba dentro. ¿Qué mejor que una buena limpieza a la casa para solucionar ese problema? Eran las nueve de la mañana, pero tampoco creo que a nadie le importe mucho que pase el aspirador por algunas esquinas de la casa.

¿Dónde habría dejado la aspiradora la última vez? Últimamente no sabía donde tenía la cabeza, entre el vecino y Sam me tenían para allá. ¡Aquí esta! Con una sonrisa de victoria abrí el cuarto de los trastos, suplantando mi sonrisa por cara de pánico al ver como el papel higiénico se abalanzaba sobre mi acompañado de una par de detergentes.

- ¡Joder!- miré a mi alrededor al ver cómo había quedado todo a mi alrededor- ¡Bien Eva! Ahora tendrás que limpiar el doble- estaba comenzando a cabrearme, y eso que tenía ganas de ser buena y gentil. ¡A la mierda! Lo que verdaderamente tenía ganas de hacer era molestar a alguien, tal vez a una persona en espacial- Huguito, te vas a enterar de quien soy yo- sonreí al mismo tiempo que colocaba el ultimo rollo de papel higinienico en la estantería y me agachaba a recoger la aspiradora.

Según mis cálculos, su casa debía ser igual que la mía pero a la inversa, por lo que lo más probable es que una de las habitaciones donde él pueda estar durmiendo sea mi cuarto de ocio. ¡Si es que soy inteligente! Sí señor. Cogí la aspiradora con facilidad y caminé por el pasillo cantando al son de la música de Spotify.

- Y tal vez sea tu ropa, tu pelo, tu boca, tu risa, tu manera de ser...- llegué a mi destino en un abrir y cerrar de ojos. Montar ese cuarto con ordenador, play, pantalla gigante y muchas más cosas había sido ideas de las chicas y de Adri. Al principio no me hacía mucha gracia, pero después de todos los momentos que habíamos vivido me parecían increíbles. Totalmente perfecto para cuando tuviera una tarde increíble- Ahora sí Huguito, te vas a enterar de quien es la vecina que te has echado... Lisssto. – enchufé la aspiradora a uno de los cables que tenia para los demás electrodomésticos. Empezaba la fiesta.

Me coloqué los auriculares y puse la música a tope preparada para comenzar a despertar a mi querido vecino. Con la pierna pulsé el botón que encendía la aspiradora, notando como comenzaba a absorber las motas de polvo que había en el suelo. Sonreí pensando en la cara que se le quedaría a ese idiota. Levanté el tubo y comencé a restregarlo por la pared, más por molestar que por fijarme en si había algo raro. Ahora que lo pensaba. Tampoco se decía que Hugo tuviese un buen carácter, por lo que recordaba se tomaba las cosas un poco a la ligera, pero también me respondía cuando lo insultaba o le decía alguna cosa. Solo esperaba que no se le ocurriese devolvérmela de peor forma, porque entonces me obligaría a recurrir al plan de emergencia. Entonces sí que no me gustaría estar en su lado. Seguí cantando mientras terminaba de limpiar una de las esquinas.

...

Giré sobre la cama varias veces, llevándome las manos a las orejas o intentando tapar aquel horroroso sonido con la almohada. La noche anterior me la había pasado en vela, intentando hacer una maqueta de "La noche" para poder hacerlo en el mural de la pared que había dejado en blanco. No había avanzado mucho en mi propósito, pero al menos lo había intentado. Si hubiera sabido que al día siguiente a una loca le iba a dar por ponerse a aspirar o lo que estuviera haciendo, me habría comprado unos buenos tapones para los oídos.
Levanté la mano y dí un golpe a la pared, para ver si por casualidad paraba y le daba por callarse. Cuando recordé que mi vecina era quien era, supe que no lo haría ni llamando a los bomberos.

Deseo a las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora