Si te beso, no me acuerdo. III

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La tensión que se había adueñado de la situación desde que Hugo y Flavio habían llegado era casi tangible. Cualquier persona que fuese capaz de ver, notaría la incomodidad a la que me estaba viendo sometida ante la penetrante mirada del chico por el que comenzaba a volverme loca, mirándome sin apenas dar señas de un parpadeo.

Sabía lo que sentía por él y ahora me daba cuenta de que lo había sabido desde el primer momento en el que me había encontrado con él o por lo menos en el que nuestras miradas habían coincidido en medio de la ceremonia.

Lo miré al notar que él no pretendía hacer otra cosa que eso. Adri y Flavio eran los únicos que se concentraban en intentar dar un poco de alegría y conversación a lo que se había convertido en un duelo de miradas del cual solo podría salir victorioso unos de los dos.

Hugo era todo lo que había estado esperando, el problema era que había tardado en descubrirlo por culpa de la capa de hombre prepotente, chulo y arrogante que quiere dar a mostrar al exterior. En el fondo era sensible, tierno y pedía ser amado, pedía que alguien le diese ese amor que seguro que estaba buscando. Y yo quería... pero tengo miedo. ¿Y si algo sale mal? Lo único que conseguiría es salir con el corazón hecho pedazos y con la sensación de que jamás podría encontrar a otro chico como él, al igual que me había pasado con Adri.

- Viendo lo habladores que estáis hoy... invito yo- dijo Adri poniéndose en pie con la sonrisa educada que tanto lo caracterizaba. Solo eso consiguió sacarme de mis pensamientos y evitó que me adentrara en las profundidades de aquellos ojos color esmeralda que tanto me llamaban a gritos.

- De eso nada- Flavio se levantó como todo el caballero que era para intentar que Adri diese su brazo a torcer- Pago yo que somos nosotros los que nos hemos acoplado sin venir a cuento.

Hugo sin embargo, lo único que hizo ante la discusión que empezaba entre lo que se suponía sus dos compañeros, fue juguetear con el manojo de llaves que se enredaban entre sus dedos igual que lo había hecho mi pelo hacía a penas 24 horas.

- No insistas hombre- contestó Adri aún sonriendo. Si había algo que no perdía ese hombre era la sonrisa- Pago yo y punto- Intentó dar un paso pero la mano que colocó Flavio en su hombro consiguió detenerlo.

- He dicho que no, que somos lo que más hemos comido e invito yo- esto parecía que no iba a tener final porqué conociendo a Adri no iba a dar su brazo a torcer y por lo que se veía Flavio no era uno de los que se rendían tan fácilmente.

- ¡Parad ya!- dijo una voz pasota desde el otro lado de la mesa. Era Hugo, que arrugaba la cara como si se hubiese cansado de oírlos discutir por semejantes tonterías- Pagad a partes iguales y así se acaba la pelea- lo miré esbozando una sonrisa que intentaba contener. Al parecer era el único que pensaba en esta mesa, a parte de mi cabeza que parecía no querer dejar de dar vueltas.

- Hugo tiene razón- dijo Adri sonriendo tanto o más que antes, la verdad es que nunca lo había visto tan contento como hoy, será que la vida de casado le está yendo a las mil y una maravillas- Vamos a la barra- entonces fue cuando caí en la cuenta de que Flavio y Adri se alejaban hacia la barra mientras que yo me quedaba sola en la mesa con mi mayor enemigo en estos momentos: las ganas de decirle a Hugo todo lo que sentía por él y todos los miedos que cruzaban mi cabeza.

Las voces de las demás personas parecieron irse apagando en el momento en que él se apoyó en la mesa con las manos entrelazadas y con cara de perrito degollado. Me parecía tan tierno ver como sus fracciones se habían suavizado de un momento a otro que incluso sería capaz de estrujarle los mofletes entre mis manos sin venir a cuento. Carraspeó para hacerse notar sin darse cuenta de que a lo único que había hecho caso, disimuladamente, en la comida era a él.

Deseo a las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora