Miré con desconcierto al hombre que tenía delante y pedía algo de comer por los dos con una sonrisa en la boca. Me conocía a la perfección, tanto como para ser capaz de pedir por mí y acertar qué era lo que me apetecía. Adri era lo perfecto hecho realidad, bueno, atento, dulce, gracioso, cariñoso... pero también había un problema y ese era que no me pertenecía a mí si no a mi mejor amiga, alguien a quien nunca traicionaría ni por el amor de un hombre.
Sonreí sin atender a Adri. Era imposible que estando delante del chico que había amado toda mi vida, no pudiese evitar compararlo con Hugo a la mínima oportunidad que se me presentaba. Todo lo que me alejaba de su presencia parecía ser aquello que tenía su esencia.
Notaba como Adri hablaba animadamente y sus labios se movían a una velocidad despavorida, pero a pesar de esto, en mí no nacía esa necesidad de callarlo de un beso, al contrario que con Hugo.
Hugo... recordé su cara de esta mañana y mi corazón se encogió. Habían sido tantas mis ganas de consolarlo con besos y caricias que la única escapatoria que había visto a esa necesidad, había sido mostrarme fría y distante para luego huír dejando a Sam sola con mi muerto.
De golpe una idea asaltó a mi cabeza, una idea que me ayudaría a descubrir algo que estaba haciendo mi vida una enredadera de espinas. Algo que me daría la respuesta a que si esto que me pasaba era de verdad o una simple confusión.
- Adri...- corté lo que debía ser una interesante conversación, porqué puso la cara que siempre me mostraba cuando lo cortaba en el comentario más interesante- Verás... yo... yo te quería... te quería hacer una pregunta- las palabra salían de mi boca a trompicones, sin saber muy bien me había quedado sin habla.
Llevé las manos a una de las servilletas que tenía delante y comencé a doblarla con nerviosismo.
- ¿Qué quieres preguntarme, Evita?- Esa era otra. Me gustaba más morena, no sé, era más intimo, más de una sola persona y me hacía sentir importante y única.
- Tú... si a ti se te acabara el azúcar... ¿Irías a comprarla o se la pedirías a la vecina de enfrente que siempre te trata como si te odiara con toda su alma?- más que buscar una respuesta, buscaba una explicación y otro punto de vista. Quería saber qué opción escogía, tanto Adri como yo... y todo estaba en esa pregunta. Quedarme viviendo un amor que nunca podría tener o arriesgarme con otro que podría no acabar bien.
- Si me cae mal y yo a ella también, obviamente iría a comprarla, no vaya a ser que me gaste alguna jugarreta o algo parecido- el camarero apareció dejando lo pedido sobre la mesa, pero yo ni siquiera me fijé en lo que era, mi mente no estaba allí y ahora me había dado cuenta de que mi corazón tampoco.
Me había enamorado de Hugo. Única e irremediablemente de él.
...
Flavio me tocó el hombro para que terminara de hablar y se quedó quieto, como si hubiese visto algo que preferiría no haber podido observar en la vida. La verdad es que poco me importaba, lo que me interesaba realmente es que siguiera escuchando lo que me había pasado con Eva ayer y esta mañana cuando me había dejado con el alma descompuesta mientras ella se largaba en su coche negro... posiblemente como su corazón porque nadie jugaba con una persona de esa manera por pura diversión.
Mi amigo volvió a golpearme el hombro con más fuerza y yo me limité a mirarlo cabreado. Él parecía no poder apartar la vista del lugar al que estaba mirando, sin decir nada levantó la mano y señaló con el dedo el lugar hacía el que debía mirar.
- Me cago en todo- susurró- ahora sí que me lo voy a tener que aguantar enterito- miré en la dirección que él señalaba y lo que vi me dejó sin aliento. ¿Qué hacía ésta con Adri sola en un bar? Sabía que no debía sentirme celoso de Adri porqué era un hombre casado, pero lo que si me ponía de los nervios era la manera en la que ella estaba sonriendo como si se divirtiese mucho con él.
- Creo que ya he encontrado mesa para cuatro- susurró agarrándolo del brazo mientras daba un paso hacía delante. Su mano me paró mientras me miraba con cara de que me iba a arrepentir de acercarme a ella con el humor que llevaba.
- Lo vas a joder todo- me advirtió antes de saber mi respuesta con la mirada. Poco me importaba acabar con lo poco que habíamos creado entre los dos y que ella misma se había encargado de darme a entender esta mañana que entre nosotros dos lo mejor era que no hubiese nada.
- Vamos- solté su brazo y caminé. Cambiando mi cara de rabia por una sonrisa amable a la par que daba un paso hacia la mesa de "Los amigos felices".
Sentí como la mirada de Eva se posaba sobre mí con fuerza. Se había dado cuenta de mi presencia; sus ojos se habían abierto considerablemente y su cara era un poema mal escrito. Sentí un dolor agudo en el pecho al pensar en que ella lo quería olvidar todo, porque yo no podía darle ese tiempo que pedía Sam. Las chicas se encargaban de confundir el tiempo con el espacio y acababan olvidándose de los sentimientos, más aún si estos aún estaban empezando a florecer.
- Hola Adri- le saludé al mismo tiempo que él se levantaba con una sonrisa para estrecharme la mano y darme un abrazo cariñoso- ¿Cómo estás?
- Muy bien... qué sorpresa verte por aquí- me sonrió al mismo tiempo que le daba la mano a Flavio, al que conocía incluso más que a mí- Sentaos, a nosotros no nos importa- a Adri no, pero a Eva parecía preocuparle esta decisión.
- Claro- acepté retando a la morena con la mirada viendo como ésta parecía querer esconderse en todo momento.
- Voy al baño- soltó de golpe levantándose a toda velocidad y desapareciendo por la puerta del servicio en un abrir y cerrar de ojos dejándome decepcionado, dolido y triste, tanto como jamás había recordado estar...
¿Tan mal sonaba eso de darnos una oportunidad?
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Feliz Día del Libro
📖🐉🌹♥️
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Deseo a las estrellas
FanficEva Barreiro es lo que puede considerarse, una chica normal. Con 23 años recién cumplidos se acababa de independizar, mudándose a uno de los pisos en el centro de Madrid que poseía Adri, su mejor amigo. Llevaba enamorada de él desde que casualmente...