- Hola- dije al verlo sentando en su balcón, con los ojos cerrados y una sonrisa en los labios. Noté como había un dibujo a medio hacer en el cuaderno, al parecer un retrato.
- Hola- dijo él abriendo un ojo para verme sin dejar de sonreír- ¿Cómo estás?
- Bien... aquí- sonreí tímidamente al notar que a pesar de llevar una semana siendo su novia, seguían sin salirme las palabras cuando estaba con él- ¡He invitado a las chicas!- solté para decir algo que tuviera coherencia.
- Créeme que lo he notado- me contestó sin dejar de sonreír y poniéndose en pie con su cuaderno bajo el brazo.
- ¡Oh! ¿No te hemos dejado trabajar?- me llevé la mano al pelo con nerviosísmo, colocando unos mechones que era normal que cayesen, ya que llevaba el pelo suelto- Podrías... podrías habérmelo dicho- bajé la mirada un poco avergonzada.
- ¡No pasa nada, Morena!- sonreí al escucharlo- No me molesta trabajar con ruido-me apoyé en la barandilla que conectaba con la de él, es decir, que su barandilla y la mía eran exactamente la misma- En New York vivía con un cantante de rock que se pasaba todo el día metiendo berridos- reí suavizando mis facciones.
- Entonces no soy tan mala vecina como decías- le eché en cara con ironía y me sobresalté al notar como sus manos se colocaban sobre las mías. Tampoco me acostumbraba a que se me pusiera la carne de gallina con cada roce que recibía de él.
- Yo nunca he dicho que seas mala vecina- me levantó la cara con el pulgar y me miró fíjamente a los ojos. Yo me fijé en que se había cortado el pelo y que se había repasado el corte de la ceja.
- Ya, claro...- me coloqué de puntillas para besar suavemente sus labios. Llevaba deseándolo desde el momento en que me había llamado esta mañana para decirme que no le distrajera hoy. Él me separó capturando mi labio inferior al mismo tiempo que yo sonreía. ¡Y sí! También me seguían temblando las piernas cada vez que me besaba.
- He estado todo el día sin poder concentrarme por tu culpa- me dijo con los ojos cerrados y yo me alejé un poco sin dejar de tener su cara entre mis manos.
- Te dije que me hubieras avisado y...- él me rodeó la cintura con sus brazos y me pegó a él, o mejor dicho, a la barandilla de cemento.
- Me refiero a que no has salido de mi cabeza desde que me he levantado- susurró contra mi oreja haciéndome cosquillas.
- Eso es bueno- le agarré el cuello de la camisa y lo miré- Porqué como me entere yo de que piensas en otras...- le enseñé el puño acompañado de mi cara de cabreo, él rio y me besó consiguiendo que relajara mi enfado fingido. Un beso entre carcajadas y pequeños cachetazos a su cara.
- Tú eres la única- susurró riendo contra mi mejilla.
- Ya veo... y por eso... me has dibujado- señalé con el dedo índice el cuaderno donde se podía apreciar la de mitad del rostro de una figura femenina y la verdad es que creo que me conozco lo suficientemente bien como para decir que esa era mi sonrisa.
- ¿Qué?- se alejó un poco con el ceño fruncido y cara de loco- ¿Esto?- levantó el cuaderno y lo volvió a bajar enseguida- ¡No! Nada que ver... es una boceto de... de un personaje que tengo en mente- lo dejó caer sobre la silla y se llevo las manos a la espalda.
- Hugo...- me crucé de brazos y comencé a dar golpecitos contra el suelo con mi pie derecho- No me mientas- él pareció rendirse al dejar caer los brazos.
- Bueno... vale- se acercó de nuevo con cara de niño bueno y abandonado mostrándome el dibujo- ¿Te molesta?- metió las manos en sus bolsillos y se encogió de hombros.
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Deseo a las estrellas
FanfictionEva Barreiro es lo que puede considerarse, una chica normal. Con 23 años recién cumplidos se acababa de independizar, mudándose a uno de los pisos en el centro de Madrid que poseía Adri, su mejor amigo. Llevaba enamorada de él desde que casualmente...