Un último deseo. III

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Las manos rudas de un hombre me rodearon por la cintura haciéndome sentir protegida ante un simple contacto. Ni siquiera tenía que girarme para comprobar que era él, su suave aroma me decía todo lo que debía saber.

Aún así permanecí con los ojos cerrados, sonriendo a la nada o tal vez a todo lo que me envolvía.

Este era sin duda alguna el día más feliz de toda mi vida, y no porqué fuese la celebración de mi boda, sino porqué me recordaba que pasaría el resto de mi existencia junto a la persona que más amaba... junto a mi esposo.

- ¿En que piensas?- preguntó suavemente contra mi oído, los pies de él también se introdujeron en el agua, hecho que hizo que me abrazara aún más fuerte.

- En muchas cosas- contesté sintiendo el suave roce del aire contra mi piel, cosa que me hacía estremecer junto con el aliento de Hugo contra el hueco que existía entre mi cuello y mi hombro.

- ¿Estaba yo en alguna de ellas?- dijo mientras me agarraba la cara para que lo mirara dándose cuenta de que aún tenía los ojos cerrados. Simplemente le sonreí y no lo miré.

- Puede... pero como eres un presumido egocéntrico no te lo pienso decir- reí al notar como bufaba de forma graciosa.

- Menos mal que me vas a tratar así el resto de mi vida- contestó riendo conmigo y besando dulcemente mi mejilla para luego hacer que metiera mi cabeza entre su cuello. Esta vez abrí los ojos para mirar lo bonita que estaba la noche.

- La verdad es que...- suspiré-... pensaba en lo mismo que pensaba la noche en la que me senté aquí por primera vez- sus dedos se entrelazan con los míos en total armonía, haciéndome sentir tranquila y segura.

- ¿Y cuales son o eran esos pensamientos?- eso era algo que nunca había contado y en lo que nunca había pensado seriamente, ahora me parecía un tanto gracioso al recordar mis palabras.

- Yo... yo había dejado de creer en los finales felices... cuando me enteré de lo de Adri, pensé que había perdido al amor de mi vida- lo noté un tanto incómodo tras de mi, lo que provocó que apretase su mano para relajarlo- Y decidí evadirme de la fiesta aquí abajo... el lugar donde me puse a hablar con las estrellas.

- ¿A las estrellas?- rió como si me hubiese vuelto loca y la verdad es que tenía razón.

- Sí, con las estrellas- corroboré- Sabía que era una estupidez hacerlo, pero todo ese día lo había sido... así que una tontería más no podría hacer daño- reí levemente.

- ¿Y lo hizo?- parecía comenzar a interesarle verdaderamente lo que estaba contando, sin bromas ni objeciones.

- Sí... pero para bien- me incorporé para poder mirarlo a la cara, solo entonces me di cuenta de que parte del vestido se estaba mojando, pero poco me importaba- Les pedí un deseo... un poco tonto, pero un deseo- le sonreí, acariciando su mejilla con el dedo índice, sintiéndome hechizada ante su mirada.

- ¿Cuál fue ese deseo?- hizo la pregunta mientras besaba dulcemente mi dedo, haciéndome cosquillas.

- Un hombre al que ame y que me ame... un hombre perfecto- bajé la mirada un tanto avergonzada ante lo que le acababa de confesar.

- ¿Y?- con la mano que no me agarraba, levantó mi cara para hacerme ver que no tenía que ponerme roja por ello.

- Y... segundos después... apareciste tú- sonreí- Y el resto creo que lo conoces- solté rápidamente intentando no darle importancia al asunto, pero la mirada penetrante de Hugo era imposible de esquivar.

- Te amo- lo dijo tan seguro de ello, que los vellos se me pusieron de punta y mi cuerpo empezó a temblar. Tal vez por su voz, por el viento o por su mano que se colocaba en mi cuello.

- Yo también te amo- sonreí débilmente, tímida y reservada. Aunque él lo pasó por alto, capturando mis labios suavemente, haciéndome sentir como siempre... en las nubes o más allá de ellas. Con Hugo cada beso era igual y diferente, distinto pero exacto al anterior. Y por eso cada vez que rozaba sus labios ansiaba besarlo para descubrir cual era ese sabor, roce o caricia nueva que podría ofrecerme. Se separó de mi lentamente, colocando su frente contra la mía y sin abrir lo ojos- Aunque tengo que reconocer... que no eres el hombre perfecto- el rió.

- ¿A no?- parecía no séntirse ofendido con ello.

- No- reí, negando con la cabeza-... pero... me encantan tus imperfecciones.

- Más te vale- contestó haciéndome estallar a carcajadas.

...

Escuchar su risa era como sentir la más dulce melodía en mis oídos. Sus carcajadas conseguían aislarme a otro mundo donde no existían los problemas y todo lo que brillaba era la felicidad.

Cada momento con Eva era nuevo y diferente, capaz de crear algo hermoso de la pieza más horrenda o el lugar más espantoso que podría existir sobre la faz de la tierra. Sin duda, ella sí que era perfecta... y me quería a mí. Eso nunca lo entendería, nunca comprendería porqué estaba conmigo cuando ella podría tener a muchos mejor, más guapos o más ricos. Sin embargo, me quería a mí... y eso era justo lo que necesitaba para permanecer tranquilo el resto de mi vida... su amor.

- Vamos preciosa- me puse en pie de un salto, salpicando un poco al sacar los pies del agua. Ante su mirada, extendí la mano para que pudiera agarrarla... que fue justo lo que hizo para poder ponerse en pie conmigo.

- ¿Tenemos que subir ya?- preguntó mirando al cielo de nuevo.

- Me temo que sí- contesté yo rodeando su cintura con mis brazos y dándole un casto beso en el hombro.

- No quiero volver arriba, quiero escaparme de aquí, contigo... e irme muy lejos- contestó en su fase soñadora, una que muy pocas veces dejaba sacar a la luz.

- Yo también me muero de ganas- confesé- pero tenemos que cumplir con nuestro deber- ella se separó de mí, para verme con total claridad.

- Odio que nunca tengas razón... y hoy sí- sonreí, cogiendo su mano y acercándola a mí. Pero su grito exaltado hizo que la soltase de golpe.

- ¡Una estrella fugaz!- chilló totalmente exaltada, como si se tratase de una niña chiquita- Hay que pedir un deseo...- me miró con los ojos llenos de felicidad.

- Empieza tú- le dije, sonriendo de medio lado como sabía que a ella tanto le gustaba.

- Deseo...- se llevó una mano a la barbilla-... deseo poder alargar este momento, y no tener que regresar tan pronto al mundo real- yo sonreí, asintiendo.

- Ese puedo cumplirlo- le dije haciéndola torcer la cabeza con dulzura.

- Ahora tú- contestó mirándome fijamente.

- Yo deseo...- me acerqué a ella, tomándole la mano-... deseo estar contigo toda mi vida- con la otra mano acaricia su antebrazo suavemente hasta llegar al principio de este- Deseo tener hijos contigo- besé su mejilla con suavidad, mientras la notaba temblar entre mis manos- Deseo morir a tu lado, posiblemente en un porche mientras veo estas mismas estrellas y recuerdo este momento...- cogí su cara entre mis manos-... te deseo a ti- ella sonrió, besándome dulce y rápidamente.

- ¿Algo más que desees?- preguntó suavemente, de manera burlona.

- Ahora que lo dices...- me mordí el labio inferior y puse cara pensativa-... lo siento

- ¿Por qué?- preguntó arrugando el ceño-

- ¡Por esto!

Fue rápido. Muy rápido, pero divertido. El estallido de nuestro cuerpo al caer a la piscina se podría haber escuchado en todo Madrid y la verdad, es que poco me importaba. Ella estaba aquí, conmigo, para siempre... Ahora es cuando comprendía en verdadero significado de nuestro amor... y todo gracias... al Deseo de una Estrella.

Deseo a las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora