Los guardias tiraron sin delicadeza a Yibo en el suelo. Un quejido de dolor se hizo paso entre sus labios cuando su costado golpeó el duro material. Inmediatamente, y desechando la sensación dolorosa, miró con rabia a los demás, elevando su cuerpo con el codo apoyado en las baldosas.
Le faltó nada para levantarse y luchar contra ellos cuando el azabache entró en el dormitorio, con la barbilla elevada y una sonrisa triunfante en el rostro. No dudaba en el éxito de sus próximas decisiones y ya saboreaba el dulce sabor de la victoria ante ese rebelde.
– Marchaos – les comunicó a los hombres armados al instante de ingresar.
– ¿Está seguro, señor? Es muy fiero, podría herirle.
– No lo hará – informó con firme decisión y desviando sus orbes hasta el joven tumbado. – No será capaz de hacerme algo.
– Si así lo desea..., nos iremos – ambos hicieron una reverencia antes de cruzar el marco de la puerta.
Durante al menos dos minutos, el ambiente silencioso era divertido para el pelinegro e incomprendido para el contrario. ¿Qué castigo le esperaba por morder a esa fulana?
El castaño no se puso de pie, solo esperó a algo desconocido que le explicase qué sucedería a continuación. Ese hecho, llegó cuando la sombra de su amo se cernió sobre él, antes de que este se agachara a su lado.
– Tanta belleza..., pero tanta desobediencia a la vez – dijo al aire intentando tocar su mejilla.
Como era prever, el de piel blanca como la leche se movió alejando su cara de la mano. No entendía el porqué debía dejarse acariciar cuando él era el culpable de su esclavitud, de su desdicha.
En vez de rendirse, Zhan volvió a buscar la suavidad de su piel obteniendo la misma reacción. Le molestaba aquello. Le enseñaron a conseguir inmediatamente lo que quería y, ese deseo con cabello liso y castaño, se negaba inútilmente a entregarse.
– Este príncipe no entiende que lo tocaré por las buenas o por las malas – murmuró bufando y rechinando los dientes.
Xiao se mordió tras ello el labio, fijando la vista en su perfil. Parecía increíble e imposible que fuera más atractivo que A-Zi. Ella era considerada la persona más bella de la región pero, ahora, claramente le habían robado el puesto.
La atmósfera que desprendía Yibo era diferente, novedosa, exótica. Cualquiera caería en sus encantos y sin necesidad de pronunciar una palabra, solo con el mero poder de su presencia.
De nuevo, y guiado por esa sensación melancólica, acercó sus dedos consiguiendo, esta vez sí, su ansiado objetivo. El esclavo estaba entre él y la pared por lo que tampoco podía alejarse más aunque quisiera.
– Eres tan bello – reiteró en su hermosura con una lindeza irreconocible en su voz. A la par, giró la cabeza contraria lentamente para que le mirase.
Por un instante, el odio presente eternamente en las pupilas del esclavo desapareció. Zhan notó aquello aunque, luego, pensó que simplemente fue un espejismo. La ira regresó a sus ojos con el doble o el triple de fuerza.
– ¿Qué te cuesta someterte a mí? – preguntó con un susurro mientras intercalaba la mirada entre sus orbes oscuros y sus labios de cereza. Deseaba horriblemente besarle enseguida, más se contuvo. – ¿Cómo puedes ser mío pero aún así no tener poder sobre ti? – deslizó el dorso de la otra mano por el costado de su rostro, causando que el castaño apretara los dientes y la mandíbula. – Simplemente se más dócil. Me gusta todo lo que es bonito y obediente y, en este último caso, tú fallas – mostró desagrado. – Necesito tenerte, príncipe.
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𝑇𝑈 𝐸𝑆𝐶𝐿𝐴𝑉𝑂 | (Yizhan/Zhanyi) | Terminada
Fanfiction- Yo te compré. ¡¿Qué crees que estás haciendo?! - Me compró para su satisfacción - sonrió de lado mientras bajaba su ropa interior. - Pues bien, haré que lo disfrute, amo. ____________________________________________________ * Contenido +18. * Époc...