Capítulo XXIV.

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Casa de Wen Dong

— Mi queridísimo amigo Zhannie — saludó con los brazos abiertos y con intenciones de abrazar al azabache.

— No comencemos, Wen — detuvo su andar, interponiendo una bolsa llena de monedas de cobre entre los dos. Quería darle el dinero e irse. No soportaba estar cerca de él ni dentro de esa vivienda de los terrores.

Para cualquiera, ese edificio de dos plantas y patio interior parecería una maravilla. Las sencillas decoraciones florales y simbólicas en cada rincón le daba un aspecto grato a la vista. Incluso, una escultura preciosa esculpida en piedra daba la bienvenida a la entrada principal.

Era considerado por todos como un lugar bello y fantástico..., por todos... menos por Zhan. Él odiaba ese sitio asqueroso y desolador. Tras la muerte de sus padres y su ascenso como líder de la familia Xiao, se prometió que jamás regresaría allí. Antes era capaz de suicidarse que poner un solo pie en sus sucias baldosas blancas.

Sin embargo, era mayor el miedo de que Dong se acercara a Yibo... que el de volver a la "mansión de los horrores". Por eso, decidió ir a sabiendas que lo pasaría fatal.

Aún lo recordaba. Al entrar por la puerta lo recordó todo, hecho tras hecho, suceso tras suceso, llanto tras llanto... Hasta sintió sus ojos picar y arder por la contención de las tristes lágrimas de su pequeñez y miedo. Ojalá pudiera irse rápido.

— Ja. Solo te estaba saludando, ZhanZhan. Lo mínimo que podrías hacer, después de nuestra disputa en tu casa, es devolverme el saludo y pedirme disculpas — comentó con una sonrisa un tanto irritada.

"No. Para ya. ¡Para!"

— ... — los chillidos se reproducían en su mente como fantasmas del pasado.

— ¿Qué? ¿No dirás nada? — ante su mirada analizadora, el azabache bajó la cabeza. Si Wen notaba su estado de debilidad, se mofaría de ello hasta acabar riéndose con la mano en el estómago y tirado en el suelo. Ante el enemigo, hay que mantenerse fuerte... aunque el mundo vaya en tu contra.

— ...

— Bueno.... Si esa es tu decisión, ¿quién soy yo para obligarte, no? Oh..., espera es cierto. Sí que puedo obligarte. Lo siento, olvidé por un instante todo lo que sé — su tono le asqueaba, sonaba a puro sarcasmo y burla.

"Déjame. No quiero, por favor"

— ¿Po... podrías dejar de amenazarme? — cuestionó rabioso pero con un volumen bajo. Sus sentimientos le provocaban un nudo en la garganta, impidiéndole hablar más alto.

— No. ¿Por qué lo haría? Amenazar me da poder sobre ti... y me gusta la sensación de ser poderoso ante el gran y perfecto Xiao Zhan — se sentó despreocupadamente en un sillón sonriendo.

— ...

— Aunque... ambos sabemos que no eres ni tan grandioso... ni tan perfecto. ¿Verdad?

— Ya tienes el dinero. Me marcharé ahora — comunicó dándose la vuelta. Necesitaba marcharse y despejar la mente de todo el caos que le atajaba en esos momentos.

— Detente. Aún no hemos terminado ni de hablar ni de aclarar el asunto, Zhannie. O... te gusta más que te llame... Zhancito — el solo escuchar la pronunciación de ese mote, congeló todo el cuerpo del pelinegro. Quedó estático, sin movimiento, tal y como la estatua de la entrada. Comenzó a sudar frío y una lágrima resbaló por su mejilla.

𝑇𝑈 𝐸𝑆𝐶𝐿𝐴𝑉𝑂 | (Yizhan/Zhanyi) | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora