Capítulo III.

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Nada más llegar a la casa, Zhan hizo mandar al nuevo esclavo a bañar. Ordenó a sus criadas que lo arreglasen y le acomodaran vestimentas adecuadas, lo necesitaba presentable.

En mientras, se dirigió a sus aposentos con el objetivo de descubrir si ZheHan había comprado el vestido. No tenía ánimos para castigarlo así que esperaba encontrarlo allí.

Estaba a nada de pisar el primer escalón hacia la planta alta cuando una voz muy reconocida a sus espaldas le paró en seco. No deseaba hablar con el dueño de ese llamado.

– ¿Por qué le mandaste a él?

– Primo – suspiró.

– ¿De todos tus criados tuviste que llevarte a ZheHan? Lo hice llamar pero no hiciste caso y os fuisteis.

– Jun..., lo he repetido muchas veces pero parece que sigues sin entenderlo. ZheHan es mi esclavo y solo me obedece a mí. Agradece que permito que en ocasiones te sirva.

– No es mi incomprensión, sino tu cabezonería. Sabes que una vez no fue así pero prefieres negarlo a enfrentar la realidad. Te he pedido que lo liberes o que me lo vendas. Ni siquiera que me lo regales, sino que pongas un precio, sin embargo te cierras en banda.

– Claramente. ¿Por qué debería vendértelo? Él es el mejor entre todos los sirvientes. No contesta, no replica, pide disculpas cuando hace algo mal, no molesta... ¿Por qué me desharía de él?

– Zhan...

– Confórmate con esto, primo. Si lo necesitas algún día, y yo no requiero de su presencia, lo mandaré contigo de inmediato. Pero si lo necesito o no deseo enviártelo, deberás perdonarme – sonrió y golpeó su hombro. – Ahora, si me disculpas, tengo asuntos de importancia que realizar.

Xiao se marchó dejando al contrario en medio del pasillo, sin palabras y maldiciendo su decisión. Él comprendía la insistencia de su primo en comprar a ZheHan, pero su manera de ser le abofeteaba para despertarlo de ese sueño y decirle que lo único que motivaba al contrario era la avaricia. Debía dolerle que él tuviera bajo su mando al mejor criado.

– "Codicioso" – le dijo interiormente subiendo al segundo piso.

Una vez arriba, un gran pasillo invitaba a seguir caminando hacia adelante. A un lado, varias puertas daban a distintas estancias y, al otro, la pared se abría, en su parte superior, formando grandes huecos separados por columnas decoradas que permitían ver el patio interior. Al ser de noche, los criados encendieron las antorchas del jardín volviendo la atmósfera cálida.

También, las estrellas en el cielo y la Luna Llena ofrecían una luz celestial, diferente pero hermosa. Esta lo acompañó hasta llegar a su dormitorio, situado al fondo tras una doble puerta. Por ella, vio salir a ZheHan el cual reverenció nada más notar la presencia de su amo.

– Mi señor.

– ¿Lo conseguiste?

– Sí, señor. El vestido se encuentra en sus aposentos como usted solicitó – señaló brevemente hacia el cuarto.

– Me alegra saberlo. Toma – de su bolsa sacó una moneda de plata. – Has cumplido la orden así que no obtendrás ningún castigo y, como lo hiciste antes de medianoche, te has ganado esto.

ZheHan miró con melancolía y asombro ese objeto brillante, hacía mucho que no recibía una.

– ¿E... esto...?

– Es para ti. Gástala en lo que te apetezca–- terminó de decir pasando por su lado con una sonrisa disimulada, la cual, borró al instante.

– Es muy generoso, mi señor – agradeció inclinándose aún más. – Siempre lo fue.

𝑇𝑈 𝐸𝑆𝐶𝐿𝐴𝑉𝑂 | (Yizhan/Zhanyi) | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora