Capítulo XXV.

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El terror le hizo avanzar rápidamente hasta cruzar las puertas de entrada de la vivienda. Sus piernas caminaban a paso ligero, reduciendo la velocidad mantenida anteriormente solo por estar pendiente de encontrarlo. Las paredes parecían cerrarse cada vez más ante su caminar necesitado y, los pasillos, se hacían más y más largos a medida que no veía a Yibo por ningún lado. El estado alterado de nerviosismo que su cuerpo adoptó tras la charla con Wen Dong había logrado que no pensara, simplemente quería estar con el castaño y abrazarlo. 

Que algo malo sucedió mientras él no estaba era evidente. Lo supo por los cuchicheos de varios esclavos en el patio y la cara de preocupación de otros. Zhan se habría acercado a ellos para preguntar qué sucedió y dónde estaba el menor. Sin embargo, al poner el oído en las conversaciones, oyó algo que lo inquietó tanto que solamente pudo salir de nuevo corriendo en busca del príncipe. 

— Y, de repente, se desmayó.

— ¿Estás segura? Tú no estuviste allí.

— Sí, sí, segurísima. Luego vi a ZheHan con el chico extranjero..., estaba muy preocupado. 

Al relacionar el término "desmayo" con "chico extranjero", el alma del azabache dio un vuelco. Ya ni preguntar por el paradero de Yibo podía. Por eso, corrió lo más rápido posible hacia el interior de la mansión.

Miraba en cada una de las habitaciones, ganándose una mirada extrañada de todas las personas con las que se cruzaba en el camino. Incluso, cuando vio a Jun sentado en el sillón de la sala con las manos cruzadas y debajo de su barbilla, lo ignoró y continuó buscando. Sabía que su primo lo había visto y que le perseguía de cerca sin parar de llamarlo. Pero, entre el miedo y la ferviente necesidad de conocer la situación del castaño, todo le sonaba muy lejano. 

Gong entendía la manera de actuar de su familiar. Si él estuviera en su lugar estaría igual o peor. No obstante, debía detenerlo y explicarle todo, o al menos una parte, para que no le llegara la noticia de frente y sin escudo de por medio. Sería un gran golpe al cual le costaría reaccionar.

— Zhan.

— ...

— Zhan, por favor. Escúchame — trotó con la idea de parar sus pies, tomándolo de la manga de la ropa o del hombro. Sin embargo, no iba a servir de nada. Justo cuando sus dedos rozaban la tela, el pelinegro se detuvo bruscamente, provocando que se chocara contra él.

La sorpresa del impacto le hizo retroceder un par de pasos y llevar su mano a la nariz, la cual había colisionado con la cabeza de su primo. Le dolía un poco, aunque no demasiado, por lo que tres segundos después ya había recuperado la compostura y regresado al intento de advertir a Zhan. 

No obstante, ya era tarde.

Esos segundos que se tomó fueron aprovechados por el mayor. Su parada repentina se debía a que, a unos metros frente a él, vio al castaño cruzado de brazos y apoyado en la pared al lado de la habitación de huéspedes. Su cerebro había interrumpido la acción de avanzar con la finalidad de calmar el corazón al verlo bien. Por fin, pudo respirar tranquilo aunque, aún así, se aproximó velozmente hacia el menor. 

Una vez junto a él, lo abrazó sin importarle nada ni nadie. Yibo había estado inmerso en sus pensamientos hasta la llegada del azabache, impidiéndole responder de alguna manera al inesperado abrazo. Aunque, en realidad, no quería ni había pedido ninguno.

— Creí que te pasó algo malo — dijo bajito a la par que lo apretaba más fuerte entre sus brazos. La alegría de encontrarse con él conformaba un velo que le obstaculizaba notar la verdad. Y, esa verdad, era el comportamiento frío que desprendía el menor, el cual ni siquiera hizo el amago de corresponder al gesto. 

𝑇𝑈 𝐸𝑆𝐶𝐿𝐴𝑉𝑂 | (Yizhan/Zhanyi) | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora