Capítulo X.

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Casa de la familia Jin

– ¡Malnacida! ¡Desagradecida! ¡Furcia!

En la zona alrededor de la propiedad solo podían oírse las maldiciones y malas palabras del señor Jin. Su enfado llegaba al cielo, haciéndole perder la cabeza y el entendimiento.

Llevaba cerca de media hora insultando a voz alzada y lanzando los muebles y objetos que encontraba a su paso al suelo o a la pared. El sorprendente e indeseado descubrimiento de esa misma mañana lo enfureció, viendo como la última oportunidad de su familia se escapaba al galope sobre la grupa de un caballo pura sangre.

– ¡¿Cómo pudiste realizar tal acto, repugnante animal?!

– Padre...

– ¡No! ¡No me llames de esa manera, asquerosa! – fue hacia ella sujetando su pelo con fuerza. – ¡Has deshonrado a todos! ¡Has deshonrado a tu padre, a tu propia sangre!

– Suéltala, por el amor de los dioses – pedía llorando su esposa, temerosa de la ira de su marido y el bienestar de su hija.

– Solo debías hacer una cosa. Solo una y ¡no lo lograste! – la soltó, empujándola y tumbándola en el piso. – ¿Por qué? ¡¿Por qué?! ¡¿Qué hemos hecho para merecer esta deshonra de  tu parte?!

– Solamente pagué con la misma moneda – comentó la chica sin moverse de su lugar sobre las baldosas.

– ¿Pagar? ¡¿Te creías con el derecho de vengarte?! – el hombre detuvo con su mano el intento de su mujer de ir hacia Jin Zi.

– ¡Sí! ¡Lo tengo! – gritó levantándose.

– ¡No! ¡No tienes nada! – espetó. – ¡Además..., habiendo tantas formas..., ¿por qué elegiste esta?! ¡¿Por qué?!

– ¡¿Entonces Zhan puede tener tantas amantes como quiera y yo no?!

– ¡Jin Zi!

– ¡Estoy harta, padre! ¡Cansada de seguir a alguien que no me ama aunque yo le dé mi mundo! – sus ojos se acuaron. – ¡Lo hice! ¡Me entregué a un cualquiera carnalmente para hacerle pagar a él! Simplemente quise arreglar con mi cuerpo el dolor de mi cora... – sus palabras cesaron por un golpe en su rostro.

El hombre, habiendo escuchado suficiente, decidió detener su boca antes de sentir más profunda esa estaca en su interior. Le dolía esa traición, pero más le dolía saber que su posición y su vida estaban prácticamente perdidas.

– No sabes lo que has hecho – dijo un poco más calmado pero igual de rabioso. – No sabes lo que había en juego. Lo que arreglarías con el matrimonio con ese codicioso de Xiao Zhan – apretó sus dientes, colérico, nervioso.

– ¿Qué... qué quieres... decir? – preguntó con la mano en su mejilla y con lágrimas descendiendo de sus ojos.

– No... tenemos dinero – confesó llevando su palma a la frente.– Además..., el gobernador se enteró de la ilegalidad de algunos de mis trabajos... y me ha impuesto una deuda. Si no la pago..., me llevarán ante el emperador acusándome de traición y... me matarán – tragó saliva ante su destino. – Incendiarán la casa y todas nuestras pertenencias..., y.., a tu madre y a ti..., os venderán como esclavas.

𝑇𝑈 𝐸𝑆𝐶𝐿𝐴𝑉𝑂 | (Yizhan/Zhanyi) | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora