Capítulo XLVII.

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Cuatro horas después


La tarde había transcurrido muy lenta y pesadamente para el pelinegro. La reunión fue un completo martirio y, las sonrisas falsas que tuvo que mostrar a los demás cuando en verdad los estaba maldiciendo por dentro, le habían cansado demasiado. No soportaba presenciar tanto egocentrismo y tanta envidia de unos viejos borrachos que solo saben hablar de dinero. Ellos se reían a pierna suelta de las desgracias del resto de la población como si ser pobre fuera algo gracioso. Qué descaro. Qué crueldad. 

Zhan quiso responder a varios comentarios muy fuera de lugar que oía en aquella gran sala con olor a vino. No solo algunos compañeros de oficio le criticaban sin importarles su presencia allí sino que, también, ni se dignaban a bajar el tono de voz cuando platicaban sobre sus infidelidades, abusos y maltratos hacia su familia o criados. Eso era no tener ni un mínimo de vergüenza. Le asqueaba todo lo que esa sociedad representaba, todas las desigualdades y los pecados que imponía una ley injusta. 

Si no hubiera sido porque Jun le acompañó a la conferencia, habría golpeado sin dudas a más de uno. Su primo consiguió ponerle freno en numerosas ocasiones y le pidió que se controlara con tal de no causar ningún problema. Corría el rumor por las casas de los altos burgueses de que el gran comerciante Xiao Zhan se había ablandado ante las clases más bajas y que, incluso, les estaba pagando a sus esclavos por trabajar. Esa razón ilógica para todos puso al azabache casi en el punto de mira de las críticas. Sin embargo, mientras no se involucrara en líos de creencias y no expusiera sus pensamientos públicamente, todo aquello terminaría en el olvido. Gong lo sabía muy bien y por ello detuvo los impulsos del contrario. Mejor quedarse tal cual se estaba..., que empeorarlo todo. 

— Odio a todos esos engreídos que ni alma poseen — se quejó el de cabellos negros antes de suspirar con fuerza. 

— ¿Qué esperabas, primo? Siempre son así.

— Ya lo sé pero..., desde que estoy intentando cambiar, todas esas burlas y desprecios me afectan mucho más. Además, por su culpa la charla se alargó. Seguro que Yibo me mata cuando llegue debido a que creerá que le he mentido. No es cierto. No que le haya mentido. Seguro está decepcionado porque no cumplí mi promesa de llegar temprano — pronunció decaído.

— No seas tan melodramático, Zhan. Explícale que la reunión tomó un poco más de tiempo y que no es tu causa. Es más, es que no es tu culpa.

— Ya.... ¿Pero y si se enfada? No podré pedirle matrimonio entonces y, aunque se lo pidiera, lo más probable es que me rechace — debido al pesimismo de sus reflexiones, el pelinegro bajó la cabeza hasta mirar cómo andaban sus pies en medio de aquella calle casi solitaria. 

— ¿Rechazar? ¿Enserio crees que te va a rechazar? — el contrario asintió con lentitud. — Pfff. Pues bueno, si eso es lo que crees, qué le vamos a hacer. ¿No? Pero ya te digo yo que tengo más fe en ti de la que tú tienes por ti mismo. 

— .... 

— ¿No vas a decir nada?

— ¿Qué quieres que diga?

— Pues algo parecido a: "Tienes toda la razón A-Jun, el hombre más perfecto del planeta y el mejor primo que ha podido existir, confiaré en mí mismo y no me detendré hasta lograr que Yibo acepte ser mi prometido". Ea, así. ¿Es muy difícil? — lo que dijo el menor le sonsacó una sonrisa a Zhan. Su oración le había alegrado pero, además, le hizo pensar sobre su falta de confianza.

𝑇𝑈 𝐸𝑆𝐶𝐿𝐴𝑉𝑂 | (Yizhan/Zhanyi) | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora