Capítulo XXXVI.

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Aunque el Sol brillara en el cielo, para Xiao Zhan todo estaba bajo el embrujo de una nube gris oscura. Su vista imponía un filtro blanco y negro que le mareaba en ocasiones, haciendo que viera los alrededores como si fuera doble. Además, el ardor de sus ojos debido a las lágrimas le molestaba, doliéndole incluso el tenerlos cerrados.

No conocía el tiempo exacto que estuvo allí, arrodillado, mirando a un punto fijo..., delante de la soga que asesinó junto a aquellos infelices a la única persona capaz de hacerle sonreír. La odiaba. Detestaba esa cuerda, detestaba esa horca, detestaba esa palanca..., detestaba a todos y cada uno de los causantes de su muerte..., sobre todo al que se hacía llamar "su padre". Sin embargo, también se odió a él mismo. Se odió por no haber hecho más, quedándose quieto ante esa injusticia solo por temor al señor Xiao.

Pensaba, ahora que ya era tarde, que debió irse con el contrario antes. Debieron escaparse de esa sociedad y de esa ciudad hacía mucho mucho tiempo. Quizás desde esa primera tarde en la que se conocieron. Si lo hubieran hecho, en esos instantes habrían estado tranquilos, amándose como siempre, tal vez en un barco camino a lo desconocido o en alguna isla lejana tomando el Sol en la playa.

Sonaba muy bien, relajante y perfecto. Ambos cogidos de la mano mientras caminaban por la orilla, a veces solo sobre la arena y otras con el agua golpeando sus tobillos. Las gaviotas piarian, con ese sonido tan parecido a una risa, al verlos pasar, contentas de la imagen de dos seres hechos para el otro. Luego, al atardecer, se habrían abrazado con fuerza, alegrándose de huir de un infierno para encontrar el paraíso juntos. Se besarían sin miedo a ser vistos o tratados como enfermos por los demás, gente sin corazón y sin neuronas en el cerebro. Y, también, habrían vivido felices por el resto de sus vidas, construyendo una casa donde hiciera falta o imitando a los nómadas, los cuales cada noche duermen en un sitio diferente.

No obstante, como se dijo anteriormente..., ya era muy tarde. De la pareja, uno ya no estaba y, el otro, como si no estuviera.

— Espero que hayas hallado tu paraíso.... Lamento no estar allí contigo — murmuró sin poder casi ni hablar. Todavía tenía ganas de llorar... pero ninguna lágrima era capaz de abandonar sus ojos. Seguramente, ya las habría gastado todas.

Aunque él no lo supiera, habían pasado dos horas y media desde que bajaron el cadáver de Wei Luo. Zhan estaba tan sumergido en el mar de sus pensamientos que ni notó cuando los trabajadores de la prisión se lo llevaron. Ahora, debería estar siendo enterrado, o quemado, o abandonado por algún lugar no transcurrido habitualmente para que la naturaleza se ocupara de él.

Esa falta de saber, de conocer el lugar donde él descansaría eternamente, frustraba y hería aún más la conciencia del azabache. No sabía dónde ir a verlo, dónde ir a hablar con él, dónde ir a pedirle perdón y recordarle que lo amaba. Ya no sabía dónde estaba... y le dolía.

Por él, habría estado todo lo que le restaba de vida allí, sin moverse y sin ganas de nada. Creía que, si no comía, no bebía y no se resguardaba de las inclemencias del tiempo..., acabaría muriendo. En realidad, muy en el fondo, tenía una leve duda de si deseaba morir o no. Sin embargo... ¿qué era vivir sin una ilusión, sin algo que te haga querer despertar cada mañana? ¿No era eso ya estar muerto?

"Si alguna vez me pasara algo, quiero que me prometas que continuarás con tu vida"

— "¿Por qué tuve que prometértelo?" — se lamentó internamente dándose cuenta que no podía rendirse. Le extrañaba que A-Luo le obligara a hacerlo la semana anterior, cómo si fuera consciente de que algo así sucedería.

Y, quizás, sí lo sabía. Lo mismo, pudo hacerse la idea de que lo suyo no podría ser ocultado por siempre y que, en algún momento, ya fuera su padre o cualquier otra persona, lo notarían. Wei Luo quiso asegurarse que, pasara lo que pasara, Zhan siguiera adelante tras su muerte. No quería ver, ya desde el otro mundo, como su amado se dejaba hundir en las arenas movedizas solo por su marcha.

𝑇𝑈 𝐸𝑆𝐶𝐿𝐴𝑉𝑂 | (Yizhan/Zhanyi) | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora