Capítulo XIII.

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– Me entiendes, ¿cierto? – susurró frente a su rostro, rezando por obtener una afirmación.

– ...

– No te quedes callado cuando puedes hablar. Sé que me escuchas... y me comprendes – acarició su mejilla y rozó levemente sus bocas.

Necesitaba besarlo.

– Responde. ¿Me entiendes? – un breve silencio le siguió a la pregunta hasta que Yibo se dignó a pronunciar una palabra.

– S...sí – contestó con un susurro ahogado.

Zhan sintió un escalofrío en su columna al oír por primera vez la voz del castaño. Era muy linda y con el equilibrio justo entre agudo y grave. En definitiva, era hermosa y divina.

La respuesta le hizo sonreír inconscientemente mientras pasaba sus yemas por su cara y expulsaba el aire de sus pulmones con lentitud. Este, fue a acabar dentro de la cavidad abierta del contrario, quién se calentaba cada vez más debido a la cercanía.

Sus miradas se desnudaban mutuamente y, sus corazones, enviaban sangre a un punto específico de sus anatomías. Yibo no pudo evitar jadear al notar un duro bulto presionando el suyo. Ese simple contacto lo enloqueció, haciéndole desear sentir más.

Por su parte, el vientre de Zhan se contrajo al escuchar ese leve sonido escapar de su garganta. No desaprovecharía esa situación..., lo haría suyo esa misma noche.

– Quiero... tenerte – confesó besando su cuello. – Quiero sentirte – susurró en esa misma zona.

Sutilmente, bajó una de las mangas del vestido verde por su hombro, acariciando con los dedos su laica tez. Tras ello, la visión de su clavícula y las palabras pintadas un poco más abajo se le hicieron irresistibles. Esa, fue la causa de que descendiera la cabeza lentamente, hasta poder besar y chupar esos caracteres.

Al fin, su mayor deseo se estaba convirtiendo en realidad: tener bajo su control al atractivo castaño.

En mientras, Yibo se mordía a sí mismo lamentando que aquello se sintiera tan bien. Podría separarlo, hacer que parara, pero era consciente de que no lo haría.

Le estaba gustando demasiado, las sensaciones y ese cosquilleo en su parte íntima le agradaban. Nunca le había pasado algo parecido y estaba dispuesto a continuar y descubrir hasta donde se podía llegar, hasta donde podían llegar ambos.

Sus calenturas les estaban controlando y matando, conduciéndolos directo al infierno. La habitación, se llenaba de sus suspiros y contenciones, del sonido de la lujuria.

– ¿Yibo... es tu nombre? – preguntó mientras jadeaba de la excitación.

– S... sí. Hm – retuvo un gemido cuando el azabache pasó su lengua por su cuello.

– Sí, ¿qué? – preguntó sonriendo al lado de su oído, permitiéndole seguir la frase. – Continúa. Sí ¿qué?, Yibo – presionó el lóbulo de su oreja entre sus labios.

– Hm. S... sí..., amo.

Xiao mostró una sonrisa de satisfacción. Había conseguido cumplir su reto antes del final del mes. Ahora ese esclavo estaba bajo su merced. Además, le alegraba que el castaño disfrutara y gimiera por sus toques, era como un premio extra, un premio doble.

– Repítelo – dejó un camino de besos húmedos desde su perfil hasta su barbilla. – Dilo. Sí, ¿qué?

– Sí..., amo.

Elevó su cabeza suspirando y esperando que chupara su manzana de Adán. Una simple acción que encendió aún más al pelinegro, siendo provocado por la pronunciante nuez de su gaznate.

𝑇𝑈 𝐸𝑆𝐶𝐿𝐴𝑉𝑂 | (Yizhan/Zhanyi) | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora