— ¿Ya está todo listo?
— Casi. Faltan algunas cosas de A-Zi y otras de A-Jun — le informó ZheHan al pelinegro.
— ¿Por qué tardan tanto? — preguntó el castaño abrazado al brazo del mayor y dejando reposar su cabeza en el hombro. Quería llegar ya al barco y ver como esa tierra se alejaba. No aguantaba sus ganas de dejar todo eso atrás y empezar de nuevo. Además, se le había ocurrido una idea que le gustaría hacer realidad esa misma tarde.
— No lo sé. Iré a encontrarlos a ver qué pasa — se ofreció el azabache. Debido a su ida, Yibo tuvo que soltarlo, algo que le causó un leve puchero en los labios.
— Y se marchó.
— No podéis estar ni un segundo separados — rio dulcemente su amigo.
— A ti te pasa lo mismo con A-Jun y yo no me quejo — le reprochó de broma con las manos en la cadera.
— Sí. Somos iguales. ¿Hay algún problema? — imitó su gesto y puso expresión dramática.
— No. Ningún problema, señor Zhang.
— Entonces estamos a mano — ambos asintieron fuertemente y luego se carcajearon de su estupidez.
— Me parece que si nos dejan más tiempo al sol nos vamos a volver locos.
— Mm. Concuerdo. Aunque también podríamos ponernos en la sombra — sugirió.
— No le encuentro fallas a tu lógica.
Dejando el carro con las cosas enfrente de la puerta, ambos chicos se refugiaron bajo un espléndido árbol cercano. El leve viento movía sus hojas y algunos pequeños rayos se colaban entre los huecos entre ellas. El polen de las flores de alrededor volaba por el aire otorgándole al sitio un toque hermoso y mágico. El príncipe sonrió ante ello. Le recordaba a cuando se tumbaba bajo el enorme cerezo que había en el jardín de su palacio. Jamás olvidaría la paz que sentía al oler la dulzura desprendida de sus rosados retoños.
Inevitablemente, al pensar en aquel árbol, también lo hizo en sus padres. Ambos, aún teniendo muchas obligaciones, tuvieron tiempo para él. Los dos, y sobre todo su madre, venían cuando los necesitaba y le alegraban cuando se entristecía. Ella le cantaba y le contaba historias antes de dormir. Entre ellas la del león.... Ahora reflexionaba sobre ello y entendía que su progenitora siempre supo el futuro de su pueblo y de él mismo. Sabía lo que iba a pasar... pero no dijo nada. No lo hizo ya que no tenía permitido interferir en el destino de su hijo. Tal vez aquello también se lo dijera su madre y en su propia historia hablara sobre el nacimiento de un pequeño león.
No podía estar totalmente seguro. Sin embargo, conocía que el amor materno es fuerte y que, si ella hubiera sabido que su final no era bueno, habría contribuido de alguna manera a que acabase bien. Algo que al final consiguió. Yibo sufrió mucho, eso es innegable. Pero la finalización de su historia iba por buen camino. La felicidad ya había llegado... para no marcharse.
— A-Han...
— ¿Mm?
— Tengo que decirte algo importante — comentó mirando al contrario mientras éste esperaba a que hablase. — Bueno..., esta mañana fui a caminar por la ciudad... para observar las tareas y las actividades de los demás antes de irnos de aquí. Y... y de repente vi algo que me ilusionó mucho. Un objeto que me llevó directo al pasado y me alegró volver a hallar.
— ¿Qué objeto es ese?
— .... Este — respondió sacando un anillo del bolsillo de su ropa. La circunferencia estaba hecha de oro y decorada con varias flores casi diminutas realizadas con piedras preciosas. El jade se hacía resaltar entre los minerales, así como el rubí y la esmeralda. En resumen, una obra espléndida de orfebrería.
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𝑇𝑈 𝐸𝑆𝐶𝐿𝐴𝑉𝑂 | (Yizhan/Zhanyi) | Terminada
Fanfiction- Yo te compré. ¡¿Qué crees que estás haciendo?! - Me compró para su satisfacción - sonrió de lado mientras bajaba su ropa interior. - Pues bien, haré que lo disfrute, amo. ____________________________________________________ * Contenido +18. * Époc...