Capítulo IV.

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Los pájaros cantaban alegremente en el patio, apoyados en las ramas del gran árbol con copa de hojas verdes y perennes. Desde el interior se podía escuchar el sonido relajante de la fuente central, cuya agua se escapaba en ocasiones golpeando las baldosas del suelo.

Zhan observaba como el viento arrastraba varias plumas y las hacía danzar por el aire. Prefirió distraerse con aquello en vez de escuchar a su futuro suegro reprendiendo a su hija por molestarse con él.

Hacía cerca de una hora y media que la familia de su prometida había llegado de visita. Él y Jin Zi estaban comprometidos desde prácticamente su nacimiento y, su casamiento, significaba la unión entre las dos familias más influyentes de la región.

El pensamiento de los mayores era darles todas las pertenencias una vez realizada la boda pero, la muerte de sus padres y tíos, ocasionó que el pelinegro se hiciera con el control de la casa y los negocios con antelación.

Con 24 años, Xiao Zhan era un chico muy rico y prestigioso. Dueño de siete veleros mercantes y de una mansión magnífica a las afueras de la ciudad capital. Tenía el mundo en sus manos y podía hacer lo que quisiera, cuando quisiera y con quien quisiera. Nadie le reprochaba nada por temor a su influencia.

– Eres un niña malcriada y caprichosa – exclamó el señor Jin.

– Pero... padre.

– Y, además, irrespetuosa. Cuando tu mayor está hablando, callas – la chica cerró la boca tragándose su reproche. – ¿Qué es lo que le reclamas a Xiao Zhan? Él no ha hecho nada malo.

– Tiene numerosas amantes – espetó.

– ¡Dije que callases! – gritó, ocasionando el aumento del dolor de cabeza del azabache. – Es normal que un hombre tenga muchas mujeres a su disposición. Alégrate de ser la esposa principal en vez de quejarte por las demás de su harem.

– Padre...

– No repliques más – elevó su dedo. – Tu madre nunca se quejó de las demás concubinas y tú debes... ser igual – el hombre tosió al írsele la saliva por el conducto respiratorio.

– ZheHan, sirve té – mandó Zhan a su criado.

– Enseguida, señor.

El esclavo tomó la tetera del centro de mesa y sirvió tres vasos con la cantidad apropiada. El vapor saliente de los contenedores de porcelana de gran calidad, además de nublar el aire, también lo llenaba de un aroma a hierbas y especias. Cuando terminó, la dejó en el mismo sitio aunque, antes, tuvo la necesidad de mirar hacia arriba.

Lo hizo justo cuando por el pasillo pasó un malhumorado Gong Jun, con el rostro rojo y soltando humo por las orejas. No sabía que le sucedía pero se preocupó por ello. Él siempre era risueño y sonreía, ¿qué pudo provocar su ira?

– ZheHan, ve a la cocina y prepara más té – la voz de su amo lo sacó de sus pensamientos.

– Sí, mi señor – una vez pronunciada la afirmación, se marchó del lugar rumbo a la estancia nombrada.

El joven iba en su mundo, pensando en la actitud extraña del otro chico y comiéndose la cabeza para averiguarlo. A causa de esto, no notó como otra persona salía por la puerta de la cocina y, al final, chocó contra el pecho de esta, estando a nada de caer hacia atrás. No obstante, fue salvado por los brazos del contrario quién lo atrajo hacia su cuerpo.

– ¿Estás bien? – preguntó.

– Ten más cuidado, por poco me haces ca... er – el sirviente enmudeció al elevar la vista y encontrarse con los hermosos ojos del primo de su dueño. – "Me van a castigar por esto" – pensó al conocer su error. – Lo siento mucho, señor Gong. No fue mi intención hablarle de esa forma – se separó con rapidez y pidió clemencia arrodillado en el suelo.

𝑇𝑈 𝐸𝑆𝐶𝐿𝐴𝑉𝑂 | (Yizhan/Zhanyi) | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora