Capítulo XLV.

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Seis días después


La noche de nuevo había llegado. El cielo se llenó de estrellas brillantes y la oscuridad lo consumía todo. En el aire se respiraba paz y felicidad. Muchos problemas habían desaparecido por lo que Zhan sentía menos peso sobre sus hombros.

Ya no había malentendidos con su familia, había recuperado antiguos amigos, se había enfrentado a Wen Dong y, lo más importante, su relación con Yibo iba viento en popa y a toda vela. Ambos basaban su noviazgo, por qué sí, habían vuelto a hacerse novios el día en el que Xiao le informó que no sería nunca más un esclavo, en la confianza y en el amor hacia el otro. Debían disimular un poco cuando estaban en público pero, en la soledad de su habitación, no había nada que les impidiera demostrarse cuanto se amaban.

Yibo no podía parar de pensar en el azabache y viceversa. Cuando estaban separados, ya fuera por una reunión mercantil a la que tuviera que asistir el aristócrata o por que ZheHan le pedía al castaño que lo acompañara a algún lugar, contaban las horas, los minutos y hasta los segundos para volver a estar con el contrario.

Sin embargo, esa noche, el menor se extrañó al despertarse y no encontrar al pelinegro a su lado. El viento que entraba por la ventana le producía algunos escalofríos en su piel desnuda y, al buscar el calor de su novio, notó la ausencia de este al otro lado del colchón. A causa de ello, se levantó, se colocó una tela fina que podría ser casi transparente alrededor del cuerpo y salió al exterior.

Le preocupaba que hubiera ocurrido algo y él no se hubiese dado cuenta. Quizás incluso Zhan podría ser sonámbulo y él no lo supiera. A saber. No obstante, quería encontrar al azabache y descubrir cuál era la razón de su marcha.

Anduvo por todo el segundo piso. En las habitaciones vacías no estaba y, en el cuarto de Jun y Han, solo encontró a estos durmiendo a pierna suelta. Así, decidió bajar a la primera planta. Tuvo suerte de no hallar a ningún guardia en el patio. Hubiera sido difícil de explicar qué hacía allí o por qué bajaba.

Nadie, excepto las personas de confianza, conocían la nueva posición del joven. Podrían habérselo contado a todos pero fue el mismo Yibo quién pidió que no lo hicieran. Todavía estaban en peligro aunque la situación hubiera mejorado. Quién sabe, lo mismo los demás notaban que en su libertad había algo raro y descubrían la relación entre ambos. Una cosa que no les gustaría debido a su significado.

Por esto, caminó con cautela pasando entre patio y patio. Era acompañado en su travesía por la dulce melodía de los grillos y la bella luz de las luciérnagas. Estas iluminaban su camino como si se tratasen de migajas de pan que hay que seguir. Puede que lo anterior sea cierto o simplemente fuera suerte. Pero, mientras observaba el danzar de esos insectos voladores, dio con un cuarto apartado en la zona de residencia que estaba alumbrado. El color rojizo y naranjado de las velas pasaba por debajo de la puerta y los marcos de las ventanas. 

Con cuidado y curiosidad, el príncipe se acercó. Lentamente, abrió la entrada para mirar que pasaba allá dentro y descubrir el por qué todavía había luz aún siendo de madrugada. 

Al hacerlo, muchas cosas fueron comprendidas y una sonrisa creció en sus labios. Se sentía un poco mal de que Zhan no le hubiese avisado pero no lo tendría en cuenta. Él sabía que, en ocasiones, no existía ser humano capaz de despertarlo cuando agarraba el sueño. Esta era una característica bipolar del joven. A veces, le costaba dormir y no lo conseguía y, otras, no había nadie que le hiciera abandonar el mundo del descanso. 

𝑇𝑈 𝐸𝑆𝐶𝐿𝐴𝑉𝑂 | (Yizhan/Zhanyi) | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora