Capítulo XXXV.

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Dos días después


— ¿Adónde vamos?

— Cállate la boca y solo sígueme — contestó el señor Xiao de malas maneras.

Era temprano en la mañana. El Sol apenas estaba despertando y, ambos hombres, caminaban por las calles de la ciudad casi desierta. Solamente algunos jornaleros rompían con esa soledad, pasando por su lado camino a sus respectivos trabajos.

Zhan tenía un nudo en el estómago provocado por los nervios. Para no empeorar la situación estuvo haciendo todo lo que el mayor le ordenaba, fuera lo que fuera y sin quejas.

El primer día, fue quedarse encerrado durante toda la noche en el frío almacén. Tuvo que "dormir", lo cual fue algo imposible, sobre el suelo y abrazando sus rodillas. El segundo día, la situación se volvió más peligrosa. Su padre había bebido y no dudó en darle una paliza hasta que su cuerpo se llenó de moratones y heridas.

Fue muy doloroso. Un puñetazo en el ojo le había hinchado el pómulo hasta tal punto que casi no pudo ver durante toda la tarde anterior. Su labio se quebró haciéndole sangrar y, por su nariz, otro hilo de sangre descendía para unirse a la de la boca. Además, estuvo vomitando balsa, ya que no le habían dado de comer, sustituyendo la comida por numerosas patadas en su estómago.

La noche previa a ser despertado y conducido por su padre a un lugar misterioso, tampoco le ofreció la oportunidad de descansar de todos los maltratos y castigos.

La Luna entraba en la estancia gracias a sus hermosos rayos azules, transformando el lugar en un sitio casi reconfortante. No obstante, por muy bella que fuera, aquella imagen preciosa del astro vista a través de su ventana le recordó a él.

Wei Luo siempre le dijo que hallaría la manera de entregarle ese Sol de la Noche. También, sus acompañantes estrellas, le decían que posiblemente no podrían escaparse y dormir a la intemperie. Quizás... ya nunca le mostraría el significado de ninguna de ellas.

— "¿Dónde estás? Te echo de menos" — pensó durante las horas de oscuridad y durante toda la caminata junto al mayor.

El azabache iba tan sumido en sus pensamientos que no insistió más en preguntar el destino. Tampoco es que fuera a lograr mucho si cuestionaba de nuevo. Tal vez, solo ganaba un grito, un golpe o un escupitajo, lo primero que al señor Xiao se le pasara por la mente.

Continuaron pasando por calles, casas y negocios cerrados durante un rato.

Si antes los rayos de la Luna pusieron melancólico al pelinegro, los de la Estrella Madre aún más.... Éstos, fueron testigos en infinidad de veces del amor que los dos jóvenes se procesaban. Un amor puro y aniñado, nuevo y primerizo, inexperto.... Era un poco obvio debido a que ambos se enamoraron por primera vez del contrario, sin haber sentido esa emoción antes por nadie. Tanto a Zhan como a Luo le habían atraído ciertas personas con anterioridad, era innegable. Pero, esas mariposas, solo echaron a volar el día que se conocieron.

Y aún no habían parado de revolotear en sus interiores tras meses de relación.

— Aquí es — informó haciendo volver al menor de su mundo.

El azabache elevó la mirada, la cual ni cuenta se dio que la tenía apuntando hacia el suelo, para mirar el gran edificio frente a él. Éste, se encontraba a las afueras de la población, aunque tampoco tan lejos como para ser independiente. Sus muros de piedra eran gruesos y daban la sensación de ser infranqueables, como una muralla fuerte que protegía un reino en su interior.

𝑇𝑈 𝐸𝑆𝐶𝐿𝐴𝑉𝑂 | (Yizhan/Zhanyi) | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora